jueves, 26 de enero de 2012

TRIBULACIONES

En la segunda semana de este mes de enero y en varios países distintos, de una parte a otra del planeta, se ha oído a La Tierra. ¿Por qué no habría de hablar La Tierra? Sonidos como metálicos, como de trompetas, graves y agudos han sido registrados en videos que circulan por la red. Quizás sea que La Tierra es hueca y alguno de sus moradores se haya puesto de obras, o quizás, sea su manera de protestar ante tanta  inmundicia depositada sobre la misma. Porque no me negará que ésta se está haciendo insoportable. También, en los últimos meses, los avistamientos de lucecitas en todo el mundo han aumentado considerablemente. Y, algunas de ellas, indican tamaños considerables. Los que se dedican a la ufología, están asombrados por las cantidades de lucecitas en los cielos. De la noche al día, aparecen en la tierra agujeros más o menos grandes, pero casi perfectos. Las eyecciones solares (CME) parece que están aumentando y ya en los medios oficiales se hace referencia a la posibilidad de que nos afecte. Posibles alteraciones en los planes de vuelo, apagones eléctricos y de comunicación. Tanto fotón suelto no podrá ser del todo inocuo. La cruz cósmica está más cerca y un mundo nuevo ha de ser parido, por imperativo legal de nuestra raza y de nuestro verdadero creador.

En el mundo islámico están a la espera de la llegada de su doceavo Imán Mahdí que para ellos es el último Mesías. Su venida ha de coincidir con el Armagedón. También en el mundo judeo-cristiano se espera el Armagedón. Dicen que se llevará a cabo al final de la gran tribulación y al principio del milenio. ¿Cómo? Pero, ¿no estamos al principio de un 2º milenio y entre una grandísima tribulación? ¿Es que será ya? Además los judíos, americanos, ingleses y europeos están preparando una intervención militar contra Irán, y los chinos y los rusos han dejado claras cuáles son sus intenciones, pues uno se pone a divagar y la lógica acompaña y parece que el puzzle toma forma.

Llevamos desde 1914 un curriculum que espanta al más pintao. Qué guerra no se hizo desde entonces y qué mundo es el que hemos hecho. Y el colofón son estos últimos cuatro años de tribulaciones económicas, financieras, débitos y déficits, de pérdidas de derechos y estados del bienestar, de pérdida de los valores más esenciales en el ser humano; de más gente más rica y mucha más gente más pobre y, los de siempre, muriendo de hambre; de economías especulativas que no productivas; de que nadie sabe encontrar la salida y de que todo parecer pasar por la vuelta a los tiempos medievales, donde una sola iglesia y un solo imperio eran los dueños y señores. ¡Satán es quien manda! Ahí nos quieren, en la oscuridad de los tiempos. A este planeta nuestro le hace falta un buen reseteo y aquí no tenemos a ningún terrícola capaz de tal empeño. No lo han permitido los descendientes babilónicos ni lo permitirán nunca. Así que a esperar ayuda…    …y sin parábolas, por favor.

Y quizás, la salida pase de nuevo, como dicen las escrituras antiguas: la venida de Jesucristo o el Mahdí y junto a sus tropas de ángeles arrojen a la bestia junto con el falso profeta al lago de fuego, mientras Satanás será atado en lo profundo del abismo por el tiempo que dure el reinado de aquél que verdaderamente es.

Por fin, parece ser, caerán las caretas de algunos que llevan siglos y siglos mintiendo en su favor. Estaría bien sin al final significa el triunfo de la verdad sobre la mentira. Porque en este mundo nos han contado más cuentos que Calleja y nos han engañado como a conejos. Lo jodido es que para que salga ese nuevo sol, la tormenta se tiene que desencadenar y la “Tierra será incinerada” en esta ocasión (antes inundada), “posibilitando la extinción del mal y restaurándola a su estado original anterior a la entrada del pecado”. Este conflicto que está latente, la tercera guerra mundial, será termonuclear como mínimo, ya lo han dicho unos y otros. Coincide con lo anunciado en las escrituras y con la incineración.

Puede ocurrir que, iniciado el conflicto entre todas las naciones, y patentes, ya en los cielos, las flotas interestelares se intente trasladar el conflicto hacia ellas. Esta será en vano. Dice S. Juan en Apocalipsis 12,7-9   “Hubo una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles peleaban con el dragón, y peleó el dragón y sus ángeles, y no pudieron triunfar ni fue hallado su lugar en el cielo. Fue arrojado el dragón grande, la antigua serpiente, llamada Diablo y Satanás…y fue precipitado en la tierra, y sus ángeles fueron con él precipitados”. Ya podían haber elegido otro planeta y nos hubiéramos ahorrado tanta miseria…

¿Saben qué ciudad europea tiene más dragones esculpidos en sus fachadas y de los que se hace ostentación? Londres. Si, Londres, donde está la City, esa que lleva la dirección económica y financiera del mundo desde hace siglos e inventaron la piratería…

El caso es que todos los libros más antiguos hacen referencias a viajes interestelares y a guerras en los cielos. La dualidad del bien y del mal no es propiamente nuestra, nos viene de arriba, nosotros también…

La cuestión es que el que estaba sentado en el trono le dijo a Juan: “He aquí que hago nuevas todas las cosas…Los cobardes, los infieles, los abominables, los homicidas, los fornicadores, los hechiceros, los idólatras y todos los embusteros tendrán su parte en el estanque, que arde con fuego y azufre, que es la segunda muerte”.

Estaría bien que vengan los buenos y arreglen este mundo, que mucha falta tiene. Que eliminen las piezas interpuestas que impiden el buen desarrollo de esta especie que llamamos humana. Estaría bien por el buen futuro de las generaciones que sobrevivan y no tengan ocasión de tropezar con la misma piedra, ni con tanto demonio suelto. Y puedan, así, libres y dignos, sentirse orgullosos de pertenecer a la RAZA HUMANA.

Es cosa que deseo y espero y a cada uno lo que es suyo.

lunes, 16 de enero de 2012

MAFIAS

Me gusta acudir a nuestro diccionario de la lengua y en este caso nos dice: “Organización clandestina de criminales sicilianos // 2. Por extensión, cualquier organización clandestina de criminales // 3. Engaño, trampa, ardid”.

O sea, que no hay que ser siciliano, ni clandestino para ser o pertenecer a una mafia.  Esto se pone clarificador: El engaño, la trampa y el ardid (“Artificio, medio empleado hábil y mañosamente para el logro de algún intento”) son la base fundamental para ser mafioso, ¿o no? Así, se ha de deducir que quienes practican el engaño, la trampa y el ardid son mafiosos.

Creo que mi presidente del gobierno es un mafioso (el de mi comunidad autónoma, también). Sólo hay que repasar las hemerotecas para comprobar la sartá de mentiras, trampas y ardides que nos contó a todos los españoles para conseguir la presidencia. Él y todos los que le acompañan.

Pensando un poco más allá, uno se da cuenta de que todo cuanto le rodea es una pura mafia. Menos la comunidad de propietarios de un bloque de viviendas. Ahí hay poco margen para el nacimiento de la mafia, ésta necesita de mayores beneficios. Y además la presidencia es rotativa anualmente y no daría tiempo. Que no, que no, aquí no hay negocio, ni cargos, ni licitaciones, ni grandes proyectos y saben dónde vives. Y son pocos y pueden darse cuenta muy pronto del ardid.

Pero superado este escalón primario de una organización colectiva, la cosa empieza a cambiar: Que si Juntas Vecinales, Ayuntamientos, Mancomunidades, Comarcas, Diputaciones, Comunidades Autónomas y el Estado. ¡Menuda escalera ésta! Los márgenes de beneficios crecen exponencialmente en cada escalón y no tienen fin. En una democracia como la nuestra, que no es una verdadera democracia por haber nacido atada y bien atada, esto de la mafia parece dar continuidad en los propios partidos. Cuando uno ve que el que está no se baja nunca, empieza a pensar mal y eso aunque se pierdan elecciones y elecciones, una tras otra. Qué interés procura el estar arriba de la estructura. Qué prebendas son facilitadas gracias a ese puesto. Deben ser altos los réditos, si no, no se entiende. Se tragan hasta su dignidad de personas y maniobran lo indecible por la permanencia. ¿Serán los maletines que, dicen, corren por los períodos electorales y que están exentos de justificación alguna? O ¿Serán los favores por los silencios que, de éstos, obtienen? O ¿quizás sea por la nómina de fin de mes que no necesita de grandes esfuerzos ni permanencias horarias? Supongo que serán muchos más los motivos para que haya personas destinadas, desde que nacen, a esta ardua tarea de la política. Digo “ardua tarea” por que no ha de ser fácil para hacerse el hueco y mantenerlo, y el empeño y las hipotecas a suscribir, muchas. Además, hay que romper con los principios, con las éticas y las moralidades o, quizás es que nunca se tuvieron.  Lógicamente ese empeño y esas hipotecas no van en beneficio de los ciudadanos. Éstos forman parte de una masa social que responde más a cuestiones meramente viscerales que a la memoria histórica de un cerebro racional y éticamente amueblado. Así quedaría explicado cómo algunos nacen y mueren, de viejos, haciendo política. Éstos obtienen la categoría de Capos, los que mandan.

En estos años que sufrimos de crisis financiera, no he oído a ninguno de estos políticos decir nada en contra del sistema que la ha creado. Hay que salirse de la política para encontrar las verdades sobre esta crisis y también las soluciones. Los políticos están al servicio de ese sistema y acatan sus órdenes sin rechistar porque, al fin al cabo, a ellos no les afecta de la misma forma que al resto de la masa social. Ellos se mantienen a salvo, o bien, al frente del puesto de mando o al frente del equipo de mantenimiento. Que hay que machacar al mismo de siempre, pues se le machaca y a otra cosa mariposa.

Decía Antonio Gala que “los políticos honrados se quitan de en medio cuando cae sobre ellos la sospecha”. No tenemos políticos honrados o, cuando menos, los suficientes. Ni tampoco estadistas, porque, como decía Churchill: “El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”. ¿Hay alguien ahí? Silencio por respuesta…

La tristeza me embarga cuando compruebo que desde los años 70 ya no hay políticos comprometidos con sus países, con sus naciones, con sus conciudadanos. Sea por que el sistema asesinó a los que si lo eran (Lincoln, Kennedy, Luther King, Allende, Gandhi, Olof Palme y tantos y tantos otros) y tales actuaciones les produjo miedo a estos advenedizos y la constatación de quién o quienes son los verdaderos amos del mundo. Todo una pura farsa, una insondable mentira que está llevando a este planeta a su destrucción. Sólo hay un interés: tener más dinero y más poder para seguir teniendo sojuzgados a los esclavos, para que nunca levanten cabeza y acierten a ver la verdad.

Porque siempre entendí la política como el medio para liberar a las gentes de la tiranía de los malos. Nos liberábamos de las dictaduras y en las democracias se podría ejercer la defensa de los intereses de los pueblos. La triste realidad: no hay buenos políticos, ni mejores estadistas. Por encima, hay un poder en la sombra al que nadie combate, ni siquiera los políticos, que para eso les pagamos, para que nos defiendan de esos demonios y no para otras cosas… ¡Reventará!

Cuando comenzamos a tener un desarrollo excepcional en todos los campos de la ciencia, nos damos cuenta de que no nos sirve para nada. No se consigue nuestra libertad, ni tan siquiera la liberación de la miseria. Ésta, la miseria, es el vehículo que ellos utilizan para mantener su tiranía sobre el 99% de la población mundial. Ellos, sólo el 1% son los que mandan. Y los políticos están a su servicio, no al nuestro. Son sólo asépticos políticos, que no valientes defensores de lo público. Sólo eso.  

La Historia siempre se repite y me queda la esperanza de que, en esta ocasión – creo que cada vez más cercana-, venga alguien y no se enrede con parábolas o se deje crucificar; y ponga, a cada uno, en el sitio que le corresponda. ¡Qué ya está bien de tanto mamoneo!

Otro mundo mejor es posible y aquel, mejor político que creador de una fe, y que echó a los mercaderes del templo, venga pronto, antes de que se vuelva a liar. Políticos como él son los que nos hacen falta. Primero la buena política, que ya tendremos tiempo después para los rezos y las resonancias Schumann. O, quizás, ya las tengamos sobre nosotros y sólo nos quede alcanzar la masa crítica necesaria de personas conscientes, que permitan el cambio a una más grande y nueva dimensión, donde los que piensan en la maldad y en el egoísmo, simplemente, desaparezcan.

Oigan su corazón y presten toda la atención a su conocimiento intuitivo. ¡No falla! 

miércoles, 11 de enero de 2012

INCREÍBLE MARIANO

“Fuera perros, hechiceros, fornicarios, homicidas, idólatras y todos los que aman y practican la mentira…” (Epílogo, 15-Apocalipsis-)

¡Pobre Mariano, con la imagen de buena persona que ofrece y lo que esconde! Creo, sinceramente, que la credibilidad es una cualidad fundamental y muy importante en todas las facetas de nuestras vidas. Si alguien no es creíble, ¿Cuál es su valor? Para un hijo, sus padres han de ser del todo creíbles, no en vano, en ellos deposita el hijo su confianza en que le ayudará a crecer y a aprender las cosas más primarias y fundamentales. Él sabe que su seguridad depende de la credibilidad de sus padres. A los padres no los elegimos, eso es cierto; pero sus cuidados, atenciones, desvelos y renuncias nos anuncian credibilidad y algo que va más allá como es el amor.

Es verdad que a un político sería muy difícil pedirle que quisiera a sus administrados –aunque no estaría mal-, pero, pedirle credibilidad, es lo mínimo. Un político ha de ser creíble, si no, ¿para qué sirve? El problema es que se eligen para cuatro años y no hay forma civilizada de echarlos antes. La pérdida de la credibilidad debiera estar penada como lo están los delitos de prevaricación, cohecho y todos los demás, que lógicamente han de ser demostrados. La credibilidad no hace falta demostrarla, se la ve enseguida. De un día para otro, no más. Ni siete días pasaron para donde se dijo blanco, decir ahora que es negro y lógicamente echarle las culpas a otros. ¡En qué poco tiempo podemos perder la credibilidad, la mucha o la poca que pudiéramos tener! Y ¡Cuánta la inocencia y el desconocimiento de lo que se debiera saber!

Y me pregunto: perdida la fe que nos procura esa credibilidad, ¿Qué hacemos con el sujeto o sujetos? Sólo nos queda la calle y eso mientras no abusen de las fuerzas del orden público, que también pagamos nosotros. “Fuerzas del orden” que ellos utilizan para refugiarse de la pérdida de su credibilidad. Llegará el momento y lo veremos.

La cuestión es que cuando uno o muchos pierden la credibilidad ya no tienen nada más que perder. Y ya todo les importa un pimiento. Ellos van a lo suyo, que son cuatro años. Y sabemos que lo suyo no es precisamente lo nuestro.

Qué sentirán los mercados, si es que sienten algo, ante tan súbdito bandazo. O quizás este era el guión que le dieron y había que cumplir sin demora alguna. Al fin y al cabo esto les garantiza sus intereses, que no los nuestros y nosotros sólo somos meras marionetas de unos y otros.

En otros Lares, a los políticos de más alta responsabilidad les denominan “Padres de la Patria” Aún no han avanzado lo suficiente en sus democracias, cuando lo hagan, olvidarán la denominación. Se quedarán con lo del “primer ministro” o con lo de “Presidente de la Nación o del Estado” Es más aséptico y no compromete tanto. Ya sabemos que “ser padre” conlleva cosas mucho más serias y creíbles. Y hace tiempo que los ciudadanos dejaron de ser hijos y los países la madre patria. Cosas de la globalización. Porque si hubiéramos sido ascendidos a ser hijos de la Madre Tierra, que sería lo suyo, las 7000 millones de almas seríamos hermanos, pero, tristemente, no es así. Los mercados se han encargado de seamos sólo hijos de nuestros papás y eso quién tenga la suerte de conservarlos aún. ¡Si no fuera por ellos!  

De la derecha política de nuestro país, y en estos años de democracia consensuada, no tengo, a ninguno de sus políticos -presuntamente creíbles-, grabado en mi mente. Quizás sea por que ninguno lo ha sido. Y es una pena porque ellos si son fervientes fieles de su iglesia, que la tienen, y a la que manifiestan sumisión. (No les han rebajado ni un solo euro de los presupuestos generales, cuando todos sufrimos los recortes, las subidas de impuestos y los que nos aguardan tras el 25 de marzo) Cabe, también, la posibilidad de que aquella sea tan creíble como ellos y entre ambos tengan conformado un frente de puro engaño a las gentes más crédulas. Así me lo parece a mí. Por ahí podrían explicarse algunos resultados electorales que podrían ser considerados de locos.

Sí tengo, sin embargo, algunos como Matas, Camps, Fabra, Aguirre, Valcárcel, Cospedal, Arenas, Trillo, Barreiro y muchos más, que jamás alcanzaron credibilidad alguna. Alguien, en sus comentarios, no tardará en sacar otros nombres de otros políticos de la izquierda que tampoco han sido creíbles. De seguro que le daré la razón. La credibilidad no sabe de derechas ni de izquierdas. O se es creíble o no, simplemente.

Hay otra cosa que no me gustaría dejar en el tintero de este increíble Mariano: No hay que confundir la facilidad de palabra para no decir nada, con el conocimiento objetivo de los temas. Quizás sea el motivo de no dar mucho la cara y de no responder a preguntas que puedan poner en aprieto. Aquí es donde la falta de credibilidad se confunde con la mediocridad, y esto es ya insoportable. ¡Cuánto inútil gobernando, mis queridos miembros y miembras!

Y les digo más, para las escopetas cargadas –que ya andarán calentitas-, tampoco en otro lado veo la credibilidad ni el mérito.


La política ya no es política, es otra cosa.

jueves, 5 de enero de 2012

HAY UN PUEBLO

Viejo, siempre católico y de reyes por la gracia de Dios. Sus gentes, pasadas y presentes siempre fueron y son fieles vasallos, tanto al papado como a la realeza. Fueron la carne de cañón en sus innumerables batallas y los labriegos que cultivaron sus campos y a los que a penas dejaban algo para comer. Cualquier intento de liberación fue debidamente abortado y tras la última contienda, fraticida ella, un dictador fascista que, tras cuarenta largos años, impuso sus santos cojones (también él fue caudillo por la gracia de Dios y caminaba bajo palio, no se olvide) Suficientes años para tejer una red de privilegios a las castas de los iluminados terratenientes católicos y viejos empresarios y banqueros también católicos. Favores que con favores se pagan.

En aquellas monarquías absolutistas sus nobles y aristócratas saqueaban al pueblo. Éste nunca llegó a participar de la riqueza que llegaba del nuevo mundo. Ni tan siquiera de alguna pequeña plusvalía viórense agraciados. Todo era repartido entre unas pocas manos de ungidos patriotas. Cientos de miles, sino millones, marcharon a ese mundo a buscar las habichuelas que aquí no se les daba ni con su trabajo.

Se restablece a la monarquía por el dedo inquisidor del dictador. Todo atado y bien atado. Sólo queda alcanzar el “consenso” que todos consideraron modélico. Consenso que valida la voluntad no sólo del dictador sino de toda la cohorte de católicos, de la nobleza achantada y empresarios y banqueros ejemplares de apellidos aristócratas o cuando menos súper compuestos. Paripé democrático ha sido. Damos participación a los rojos y éstos, obnubilados por los oropeles y preeminencias de los nuevos cargos, los anulamos a la vuelta de unos pocos años. En la sangre azul de sus venas; crisol de Celtas, Íberos, Tartessos, Fenicios, Cartagineses, Romanos, Árabes y judíos parece estar escrito la palabra RAPIÑA, que ya no necesita de la violencia, sino más bien de las sociedades interpuestas, de las sicav, de la especulación, de la evasión de capitales, de la falsedad documental de los profesionales libres, de la duplicación de cargos y más cargos, de la pertenencia a uno o varios consejos de administración de grandes empresas, de la intermediación y sus correspondientes gratificaciones, de la información privilegiada, de la constitución de empresas semipúblicas para la colocación de los allegados y colaboradores necesarios. Y más instrumentos o medios modernos que hoy son los que continúan posibilitando a esas súper clases sociales intocables su rapiña de este viejo reino. Lo que haya que pagarse ya lo pagarán los vasallos, que para eso los tenemos. Un país donde la corrupción es emblema y estandarte.

Hoy copan todo el suelo nacional menos el sur del solar patrio, el que pretenden alcanzar cuando tenga lugar su proceso electoral en marzo. Mientras, callarán las medidas económicas que incidirán más en la pobreza del vasallo sojuzgado. No han sido poco las ya impuestas por el Estado, las Autonomías y Ayuntamientos, se necesitan más medidas para pagar a los bancos y a los acreedores, pero esperaran a esos comicios para, tras su ansiada victoria, dar el último zarpazo al inope súbdito que desconoce la que le queda por sufrir. 

Han sido años de despilfarro por parte de las clases políticas. En caprichos, en construir por construir, en informes y estudios que no servían para nada, en salarios que se auto imponen, en gastar, presupuesto tras presupuesto, lo que no tenían; pero siendo conscientes de ello seguían y seguían, ¿cuál era su responsabilidad si los vasallos les seguían dando las mayorías absolutas? Hasta la propia corona ha sido pillada con el botín, no sólo de un allegado sino también del que se presume lleva acumulado desde su reinstauración. Por primera vez en treinta años presentan sus cuentas y nos siguen tomando por tontos. No son 8 millones son más de 500.
  
Varias generaciones de gentiles con la mejor formación académica, licenciados, doctorados, todos se marchan a otros mundos. Aquí los usan hasta de barrenderos y eso siempre que tengan el enchufe adecuado. Millones de desempleados sin recursos, cientos de miles de desahuciados de sus casas. Comiendo de la beneficencia que tanto le ha gustado practicar durante siglos a esas clases dirigentes. ¡Tienen tan buen corazón y son tan generosos, que se apiadan de los pobres! Como les manda su iglesia, no faltaría más.

Así llevan, siglos y siglos, tomándonos el pelo a todo Quisque. Pasarán unos pocos meses y el último gran engaño de estos sinvergüenzas será visible y palpable por todos los vasallos del reino. De ellos depende seguir bajo la corona y su iglesia o romper definitivamente con las dos instituciones que llevan gobernando este santo país tantos siglos. El tan cacareado consenso sólo les sirvió a ellos y a sus fines para que la rapiña les continúe dando sus buenos dineros. ¿Cuántos han sido los que han tomado de lo ajeno, en todos sus matices, y cuántos son los que están entre rejas?

Porque España siempre fue su coto de caza y nunca ha dejado de serlo. Ese es nuestro papel, somos la presa de unos depredadores sin ética ni moral que practican la hipocresía y el pillaje con sus propios vecinos. Maestros de la manipulación y de la mentira. Siglos y siglos engañándonos y nosotros, los verdaderos soberanos, consintiéndolo por el miedo y el chantaje que nos inoculan. Tampoco La Justicia se libra de este contubernio, no les hubiera sido posible hacer lo que hacen. Y siempre hemos callado. Hay que empezar a elevar nuestras voces contrarias a tanto pillaje de los mismos sobre los mismos. ¡Ya está bien!

Nunca fuimos, ni somos ciudadanos libres los españoles, el vasallaje a una corona y a una cruz católica nos lo impiden. La valentía de un pueblo exige gobernantes dignos y honrados. Seamos valientes. Lo hemos demostrado siempre para su beneficio ¿por qué no hacerlo ahora para el nuestro? Hemos de luchar por lo que siempre ha sido nuestro y nos quitaron, la libertad, la honradez, la lealtad hacia los demás y el respeto hacia lo que no es nuestro y de lo que sólo somos depositarios, de la confianza que entregan los ciudadanos. La traición del gobernante no es asumible por ningún pueblo digno.

Luchemos por nuestra dignidad y por el orgullo de ser españoles ¡Sólo de nosotros, los vasallos, depende!

¿Vasallos o ciudadanos libres? Elija usted, que va siendo la hora.