martes, 21 de enero de 2014

AL RENACIMIENTO DEL SOCIALISMO CARTAGENERO LE LLAMAN CRISIS

Tan solo lleva un año al frente de la Secretaría General de los socialistas en Cartagena y, a pesar de su juventud, está demostrando que es posible cambiar y reanimar al moribundo y desnortado PSOE local.

Son ya 19 largos años en los que nadie ha sido capaz de movilizar a las bases y ejercer la responsabilidad y liderazgo que conlleva ser el mayor grupo de la oposición municipal. Es en esta responsabilidad de oposición donde más se ha echado en falta a sus dirigentes y, por defecto, al propio partido. Ese largo y relajante sueño, por parte de los elegidos para tales tareas, ha sido el causante que en las últimas 5 legislaturas los cartageneros retiraran sus votos a quienes no lo merecían y/o no sabían ganárselos. Ocurriera lo que ocurriera en la gestión municipal del partido popular, esta oposición socialista pareciera más bien ausente de sus responsabilidades y, por ello, la consecuente y constante pérdida de representantes.

Ana Belén Castejón, que así se llama, es la joven desconocida que asumió las responsabilidades de la Secretaría General de la agrupación municipal socialista de Cartagena. Ha demostrado tener ideas claras sobre cómo defender los intereses de los cartageneros y su fuerza y sus ganas por cambiar viejos vicios, parece imponerse y calar, ya no solo en la militancia, sino también en la ciudadanía cartagenera. Algo empieza a crecer en estas filas tan necesitadas de ánimo, empuje y credibilidad.

Dar un golpe sobre la mesa y dirigido a quienes ostentan la tarea del gobierno y a los propios, unos lo llaman crisis y otros lo entendemos como un “YA ESTÁ BIEN” Estar y ejercer la oposición no es agradable ni cómodo, requiere de mucha dedicación y de no dejar pasar ningún caso en los que los intereses de los cartageneros están en juego.
El caso del concejal de urbanismo con las infracciones cometidas en la construcción de su chalet en Cala Flores, no pueden quedar en un “NO PASA NADA”. Es del todo necesario solicitar el expediente para conocer todos los detalles de aquellas y exigir las responsabilidades, de quien o quienes no solo han de parecer sino que han de ser exquisitos con el cumplimiento de las Leyes. Esas mismas leyes que ellos imponen al resto.

Esta cuestión de máxima importancia y el hecho de no tomarse en serio las reuniones de la ejecutiva son suficientes para dar ese golpe sobre la mesa, y todos los necesarios, y decir “NO” a tanta indiferencia política por parte de aquellos que han de velar por los intereses de los ciudadanos. Reitero, la oposición no es fácil, nunca lo es. Un gobierno como el del partido popular que lleva años y años sin oposición puede caer, como así ha sido, en la tentación de gobernar no para los intereses de su pueblo, sino para los suyos propios y los de los allegados. Quizá, por ello, la realidad social en Cartagena sea la que es: Un Ayuntamiento intervenido por el Ministerio de Economía, endeudado hasta las cejas y donde cualquier gasto siempre es multiplicado por varias veces y nunca rebajado.

Ana Belén Castejón puede ser muy joven y carecer de la serenidad que los años producen, pero quizás nuestra ciudad, nuestro término municipal, necesite, ahora y ya, más de ese ímpetu que la juventud procura y que ella regala, sin olvidar las otras cualidades como las de saber escuchar y defender a capa y espada los intereses de los cartageneros. Cualidades que, junto a su tesón y firmeza, ya se están apreciando en todos los campos de la sociedad local. Todos los que pertenecemos al partido socialista hemos de dar por finalizada esa etapa de silencio y de indiferencia y ponernos a trabajar por el bienestar de nuestros vecinos. Ya no es el tiempo de callar, hemos de quitarnos la losa que las mayorías absolutas nos han estado imponiendo. Ha de comenzar una etapa distinta, renovada y sin autocensuras ni complejos que nos impidan contar la verdad a la que los cartageneros tienen todo el derecho. Ana Belén bien merece nuestro apoyo. Es el momento para la movilización de todos los ciudadanos alrededor de un proyecto distinto y donde ellos adquieran mayor participación.

Así, no entendamos como crisis lo que es un despertar de un fatídico sueño enquistado por la indiferencia. Rompamos con las cadenas que los malos vicios procuran, avancemos juntos para conseguir una Cartagena digna y con el peso autonómico que le corresponde a todos los niveles, en esta mal llamada uniprovincial Región de Murcia.

La parálisis de Cartagena en todos los ámbitos de su estructura social, económica y política, son el resultado de una pésima gestión municipal que, carente de un proyecto de ciudad y sumida en el conformismo y la autocomplacencia, es incapaz de avanzar en la solución a sus problemas. El partido popular ha dilapidado y mal gastado las potencialidades de los cartageneros sin reparar, eso sí y en este caso, en gastos. Sus políticas clientelares, su despilfarro de los recursos económicos, su absoluta disciplina hacia lo que Murcia impone y la sustracción del sentir cartagenero, llevan demasiados años restando las posibilidades y potencialidades de Cartagena.

La unidad de todos los que nos sentimos socialistas ha de manifestarse en torno a quien está demostrando capacidad de liderazgo y dejar, los palos en las ruedas, para aquellos que han demostrado ser los verdaderos enemigos del objetivo: Liberar a Cartagena de las peores políticas y de todos aquellos que la tienen amordazada y en la ruina.

Gracias Ana Belén por devolvernos la ilusión, las ganas y no sentirnos iguales al PP.

Conmigo puedes contar.

martes, 14 de enero de 2014

LA HISTÓRICA EXPOLIACIÓN DE ESPAÑA Y DE LOS ESPAÑOLES

“Acaso el origen de tanta tiniebla española esté en la religiosidad con antojeras que nos separó de todos los demás. El catolicismo rígido –con sus penitencias, sus sacrificios y sus valles de lágrimas- consiguió que amargásemos a medio mundo y procurásemos quemar al otro medio; pero, más que a nadie, nos amargó a nosotros. A nuestro concepto de la religión como trampa infinita, como desdén de esta vida en función de la otra, unas veces fomentado por la Iglesia, y otras por los gobernantes, le debemos habernos pasado guerreando toda la Historia: la vida como una milicia. Contra los arrianos, contra los moros, contra los judíos, contra los herejes, contra los turcos, contra los indios… (Y contra nuestros propios hermanos en la última cruzada del 36, añado) Un espanto… Sin libertad aquí, no hay ni cielo ni infierno ni gloria que las valga en otra parte. Si no se cumple el primer compromiso –vivir en donde estamos- difícilmente se nos ofrecerá otra oportunidad después. Y los españoles somos propensos a huir de la realidad hostil en lugar de cambiarla. Por abajo, huimos con la picaresca; por arriba, con la mística. La solución es no ser como somos. Porque, más que a vivir, aspiramos a sobrevivir, en el sentido material o en el espiritual. Y eso no es nada bueno.” 

“Todo lo que se alaba de los Reyes Católicos es un broma histórica. La unidad nacional no es algo que se proponga ni se imponga: es algo que se deduce y se consigue con un Estado inteligente y fuerte, que acierta a convertir un ideal político en la aspiración de los ciudadanos de todos los niveles. En España, hasta el presente, no ha habido nada de eso.” (Antonio Gala, El Pedestal de las Estatuas)

Sirvan las dos citas anteriores para remontarnos al origen de nuestros ancestrales males. Entre el catolicismo más hipócrita y falso que, sirviéndose de la figura de un ser excepcional, solo ha sabido llenarse de riquezas y tesoros y los gobernantes necesarios y cómplices, a los españoles no nos han dejado levantar cabeza en los últimos 600 años, que no son pocos.

A través de las dictaduras de toda índole que nos han impuesto nos han convertido en ovejitas que siempre son sacrificadas para que aquellos nunca pierdan sus status llenos de privilegios y boatos. No hay País en el mundo con mayor número de iglesias, una por pueblo, cuando menos y siempre, sus torres, las más altas. Un espía en cada pueblo hasta no hace mucho. El mejor  servicio de información para que iglesia y gobernadores supieran siempre de la ovejita u ovejitas díscolas y con pretensiones libertarias.

No hemos cambiado a pesar de tanto siglo y, quizás sea, porque las fuerzas de las armas en manos de la aristocracia política, económica y eclesiástica, nunca lo han permitido. De las armas y del camelo que cuentan a diario en esos templos a la estulticia y al engaño de las mentes más simples. Y también de la economía como estamos siendo víctimas en los tiempos actuales, donde esas mismas oligarquías de todos los siglos nos han y están asestando los mayores índices de pobreza y miseria junto a un recomponer los cánones de esa iglesia que se niega a perder los excesivos privilegios acumulados en cada uno de los años de esos siglos, Inquisición incluida. Pero también es posible que algo hayan tenido que ver los traidores que, a cambio de unos duros, traicionaban hasta a sus madres y padres. No digamos, entonces, a sus vecinos y compatriotas. Y de estos, estas tierras están llenas.

Quizás por ello, cuando uno ve a hombres como el juez Silva, se le renueva la esperanza de que es posible que cambiemos, de que es posible que veamos la luz; pero no esa que nos están vendiendo, que es falsa y engañosa, sino la luz que nos haga ver la verdad de lo que nos han estado infligiendo durante siglos.
  
“Los españoles tienen el derecho a saber lo que ha pasado aquí porque a diferencia de los otros relatos… éste relato está costando que ancianos no tengan asistencia médica, que estudiantes no puedan estudiar, que la gente no tenga esperanza… miles de personas que se quieren ir de España, gentes importantes para el País. Que ya no creen en esto. Ese daño moral, emocional, genera tristeza, inquietud, falta de paz, falta de sosiego, eso va a ser difícil restaurarlo…” (El Juez Silva, La Sexta Noche, 11-01-14)

Y para saber de la verdad necesitamos de gentes como ese juez,  como esos periodistas y como todos esos ciudadanos que reclaman en las calles el final de tanto despropósito y que todos dan muestras de valor y rebeldía ante el crimen del que estamos siendo objeto. El caso de Caja Madrid, después Bankia, es el buque insignia de esta flota de sinvergüenzas que han acabado con la fe y la esperanza de millones y millones de españoles y con sus posibilidades de realizar una vida digna. Pero no han sido ellos los únicos, han habido muchos más, demasiados, los necesarios para acabar con todo un País, con toda una ciudadanía a la que hoy se le ha negado lo más importante que una persona posee: La Vida.

Y todos, los unos y los otros, han de ser descubiertos por imperativo de los tiempos. España ya no puede permitirse ser expoliada ni pisoteada una vez más, que lo está siendo. La rabia y la impotencia de un pueblo desarmado pueden ser más fuertes que todas las armas y todos los templos.

Anuncian que un nuevo rescate, esta vez a la CAM, puede rondar los 17.000 millones de euros. Sería inaceptable que a estas alturas de esta deplorable e injusta película, estén pensando en volver a rescatar, otra vez con nuestro dinero, a otra entidad de ladrones y que éstos estén en la calle y con sus cuentas bien llenas. Mientras, los españoles empujados desde lo alto de la escalera en caída libre. 

Ya no es que nos hayan obligado a pagar sus latrocinios, ya no es que nos hayan arrebatado nuestros derechos sociales, ya no es que nos hayan arrebatado nuestras casas, ya no es que nos hayan arrebatado nuestros trabajos, ya no es que nos hayan pisoteado como si fuéramos escarabajos, es que están acabando, vendiendo nuestro País, nuestra Nación entera. Aquellos mercaderes foráneos más avispados están comprando nuestro País a precio de ganga, estamos de saldo. Mientras, nuestros actuales gobernantes, fieles defensores del mercadeo, nos hacen responsables de lo que otros –incluidos ellos- han mal gestionado y nos intentan confundir con sus mentiras de falsas recuperaciones que son, visto lo visto, imposibles.

“El precio de desentenderse de la política, es el ser gobernado por los peores hombres.” (Platón)

Así las elecciones del 2011 dieron una mayoría absoluta con el 31% de los votos. Millones de ciudadanos se desentendieron de la política, dando el resultado de la cita de Platón. Nos gobiernan los peores hombres y mujeres, que además, son fieles servidores de una iglesia católica –que no cristiana- que pagamos todos por la gracia de dios. O sea, como siempre en estos últimos 600 años.

Así, un País privilegiado por la Naturaleza y con unas gentes buenas, se encuentra hoy en los puestos más bajos de cualquier estadística que mida la pobreza, no solo económica, sino moral y ética. Se hace del todo necesario la ruptura de esas cadenas ancestrales. No huyamos de la realidad hostil, cambiémosla sin picarescas ni misticismos. Cambiemos, aprendamos a VIVIR. Y para ello, acabemos con la oligarquía económica y política, acabemos con los falsos credos y reinos, acabemos con tanto engaño y comencemos a sentir la libertad, la igualdad y la solidaridad que todos llevamos dentro y comencemos a construir un País digno y liberado de tanto sanedrín.


Un gobierno del pueblo para el pueblo, la III República como elemento disolvente de tanto vicio económico y eclesiástico seculares que jamás nos han dejado levantar cabeza, ni ¡VIVIR!