domingo, 19 de julio de 2015

LOS "SINTOMAS" Y EL BICHITO


Es curioso que esta palabra provenga del griego porque, en el caso que nos ocupa, nadie como los griegos, nadie, sabe más sobre la enfermedad que les está atacando, por lo menos dentro de este club europeo que pensábamos estaría a salvo de sus ataques e infecciones. O igual sí, porque anda que no hay ejemplos en este desgraciado y empobrecido mundo, endeudado como está más arriba de  las cejas.

El virus, cual humor maligno, que le está infectando no necesita de grandes complejidades en sus estructuras, es simple. Posee una herramienta letal per se y da igual quien parezca que la tenga, él controla sus flujos y reflujos y no la mera apariencia. Lo llamamos dinero.

El sistema donde anida el virus no posee ninguna estructura que le provea de inmunología. Nadie, hasta ahora, procuró la vacuna contra su propio mal. Porque, para ellos, los que idearon la enfermedad, lo importante no es la salvación  del organismo, éste tan solo es un medio más, el principal. No olvidemos que el objetivo es la creación de la riqueza y de la abundancia, pero solo para unos cuantos elegidos por los designios de los peores dioses. Y en ello y para ello, se aplican.

Creced y multiplicaos nos dijeron hace tiempo. Pero se olvidaron de los condicionantes que nos serían impuestos, aunque fueran contrarios al bienestar social, cultural y económico de la inmensa mayoría. Los griegos, por ejemplo, ya han dejado eso de la procreación a un lado porque traer a otro ser superior con cargas económicas y fiscales a ese suelo infectado, no tiene mucho sentido ni coherencia alguna. Un bebe griego nacerá hipotecado para toda su vida, mucho más que todos los demás nacionales de esta Europa sin norte y con más de 200 millones de pobres extremos. Y, al hilo, ¿Qué ocurriría con la deuda griega, si, de la noche a la mañana, desaparecieran todos los griegos? Lo más seguro es que el virus migrara esa deuda a otros organismos, necesita mantenerse vivo y cuerpos que lo alimenten, aunque extenúen. Así es el sistema vírico  que nos ocupa y que más parece una sanguijuela insaciable.

Ese sistema vírico no es bueno para para el ser humano, no es bueno para la Humanidad, es suicida por sí mismo y nos mantiene presos. A pesar de ello, nadie lo cambia, nadie lo combate y, quizás por eso, se hace cada vez más fuerte. Nadie tiene el poder suficiente para hacerlo. El virus es el puto amo. O te conviertes en un fiel servidor, o pereces. Aunque, da igual, porque, de una forma u otra, pereces, y, paradójicamente, ellos también. Solo unos poquitos sobreviven a la infección utilizando los propios mecanismos de los que se vale el bichito, incluidos juramentos y sacrificios sacramentales y que, de seguro, comenten el mayor de los sacrilegios. ¡Allá ellos y lo que hagan con su espíritu y con esta humanidad de la que se creen los dueños y señores!

La cuestión griega puede ser el principio de un trágico final. Si la solución es más de lo mismo, solo es cuestión de tiempo hasta que la última gota rebose el contenido del vaso de la paciencia. Quizás esto es lo que el bichito busque porque, después de todo, él siempre gana. E incluso puede ser que el final escrito del acto sea ese, el culmen, la apoteosis, la detonación de la tragedia y que ya, no solo será griega. Las soluciones no pueden provenir de quien mantiene vivo al bichito, ni de él mismo. Han de ser otras y distintas. Solo así esta vieja Humanidad podrá dar el paso que le falta para alcanzar las metas con las siempre ha soñado. Hemos de liberarnos del chantaje al que nos tienen sometidos y que la verdadera justicia impere de una vez.

No nos olvidemos, la infección está en el mundo entero. Un virus suelto, alentado y justificado por aquellos que debieran combatirlo, se hace más fuerte por momentos y su usura es insaciable. Si en la balanza no hay el contrapeso correspondiente, ésta tiende al desequilibrio y cae irremediablemente. ¿De qué sirven los estantes repletos si no hay dinero con el que comprarlos? ¿De qué sirven los estantes vacíos si hay dinero con el que comprarlos?

No vamos por buen camino. El presente y el futuro de cualquier pueblo no pueden estar sujetos a los intereses particulares de unos pocos y más cuando los intereses de quienes gobiernan, bien dando la cara o tras las bambalinas, no son los intereses de la gente. No todo es una cuestión mercantilista, ni ésta ha de ser el centro de ninguna política cuando sus fines no son los de procurar el bienestar de todos los seres humanos hechos a imagen y semejanza de sus creadores. Porque dudo mucho que éstos, nuestros creadores, se manejen bajo las premisas economicistas en las que estamos nosotros anclados, ni cuenten con la interesada obsolescencia programada.
Sencillamente es imposible imaginar que lleven cartera con billetes, monedas o tarjetas en esas naves. Es absurdo.


Tan absurdo como seguir como estamos, sin darle a esto una vuelta y descubrir otras posibilidades y realidades más favorables a nuestra evolución como seres superiores que somos en verdad y rompamos con tanta mediocridad y complacencia obligadas y cómodas de unos para otros.