sábado, 16 de noviembre de 2019

PRIMERA PARADOJA LOCA

Allá, a los finales de los 70 y comienzos de los ochenta, los anglosajones representados por Reagan (EE.UU.) y Thatcher (G.B.), y ante lo que intuían como un precipitado declive nacional en sus respectivos países, introdujeron, mal alentados, una nueva filosofía política y económica que consistía en apoyar la privatización de las empresas estatales, de la educación y de los medios de ayuda social. Con tal fin hicieron especial hincapié en la desregulación del sector financiero, la flexibilización en el mercado laboral, la privatización de empresas públicas y la reducción del poder de los sindicatos. Paralelamente surgió lo que conocemos como “Globalización” o “Mundialización” y todo lo que ello ha conllevado.

Cuarenta años después lo que tenemos es que los Estados están hasta las cejas de endeudamiento, algunos, incluso, por encima del 100% de sus propios PIB. La deuda mundial sobrepasa el 400% del PIB y no cesa en su ascenso hacia ningún lugar. En esos mismos Estados la precarización laboral ha escalado posiciones de verdadero escándalo y los modelos que conocíamos como del bienestar se hacen insostenibles ya en los países que lo venían disfrutando e imposibles de desarrollar en aquellos otros que aspiraban alcanzarlos. Por otro lado, las desigualdades sociales aumentan de forma alarmante en todo el mundo. En estos cuarenta años los Estados han pasado a ser meros recaudadores de impuestos, apenas cuentan con instrumentos para intervenir en la economía y son las clases populares las que soportan mayor peso, sobre todo en aquellos países como España en los que las oligarquías económicas lastran situaciones de privilegio desde la dictadura franquista y sus, también, cuarenta años de imposiciones y beneficios libres de gravámenes alguno.

A todo ello habría que añadir la situación medioambiental y ecológica del planeta. Exhausto y repleto de los desperdicios de esas sociedades del consumo que nos impusieron como paradigma de ese bienestar social, económico y cultural.

El sistema económico y financiero ha fracasado pues es falsa la apariencia de bienestar en las sociedades humanas porque, aunque usted esté libre de deudas personales, debe más de lo que se pueda imaginar. Ese sistema despojó a los Estados de su capacidad de regulación y su único interés ha radicado siempre en ganar y ganar dinero sin importarle, para nada, el coste futuro que conllevara. Todo porque al frente de ese sistema extractivo de cuanto se le cruza por el camino, solo están mentes maquiavélicas y malignas, avaras y codiciosas. En esa cúspide social están los pocos, que creando un sistema insostenible, han dispuesto de todo cuanto el dinero ha sido capaz de proporcionarles, sin reparar, ni por un momento, del planeta que dejaban tras su pillaje, su camino sin sentido y el mal que procuraban a sus semejantes. Esos Estados buscaron la agrupación de otros con la única intención de contener sus derrumbes, aunque eso lo único que ha demostrado es retrasar el desmoronamiento y que ya, en ese punto, será el de todos los agrupados.

Decía José Luis Sampedro mucho mejor que yo: “Constelación de centros con fuerte poder económico y fines lucrativos, unidos por intereses paralelos, cuyas decisiones dominan los mercados mundiales, especialmente los financieros, usando la más avanzada tecnología y aprovechando la ausencia o debilidad de medidas reguladoras y de controles públicos.”

El sistema es así de nocivo porque a él nunca le interesó el verdadero significado de la economía, porque quienes crearon ese sistema no lo hacían para los otros, para la gente, para la Humanidad, para la supervivencia del Planeta. Lo hacían exclusivamente para sus intereses particulares y privativos y el de sus sumos sacerdotes, tan necesarios éstos para que el engaño y la treta tuvieran el éxito unilateral esperado.  

Una sola Tierra, con sus recursos limitados y sus frágiles equilibrios medioambientales comenzó a ser corroída a destajo por esas élites extractivas sin reparar en que solo tenemos esta Tierra, con sus recursos limitados y sus frágiles equilibrios medioambientales. Lo único importante es ganar dinero o lo que es lo mismo, estampitas de colores en papel impreso, con todas las seguridades posibles para impedir su copia por parte de todos nosotros.

De nada valen las conferencias mundiales sobre el cambio climático –que van ya tropecientas mil-, ni las agendas 15-30, ni los intentos unilaterales de algunos Países voluntariosos porque perseveramos en el error sin las correcciones adecuadas y por la sencilla razón de que quienes aún mantienen el poder político continúan al servicio de los verdaderos dueños del sistema, muñidores del mismo a su antojo y semejanza. Y, como siempre fue hasta ahora, no van a permitir perder ni un euro, aunque la paradoja loca está en que ya es tanto lo que se les debe, que no hay quien se lo pueda pagar ni ahora ni en los próximos siglos si los hay y, al final (porque siempre habrá un final)  porque nadie podrá cobrar de lo que no hay.

Sin solución amigos, o una tabla rasa (Ya se hizo antes), ¡pero ya! Borren los apuntes contables y pongan a cero el contador que…

…Eso sería una nueva oportunidad para todo el Planeta, una nueva ocasión para no caer en los mismos errores y paradojas que nos han conducido al callejón sin salida en el que nos encontramos y no ya como sistema, o como Estado, o como agrupación de Estados, si no como HUMANIDAD. Porque, al fin y al cabo, solo somos uno: El género HUMANO. Sean retiradas esas élites maquiavélicas de este sistema extractivo y cruel con el planeta y con el ser humano. Sean despojados y olvidados. Sea recuperado el sentido común y el valor de la vida.


Además, es inconcebible pensar en que si somos la máxima creación de Dios y somos únicos en el inmenso Cosmos, seamos tan NECIOS y estemos tan paradójicamente locos, o… (Segunda Paradoja Loca, próximamente)