Vengo diciéndolo, nuestro presidente ha perdido el poco juicio que tenía (si llegó a tenerlo, que visto lo visto, lo dudo) Anuncian, días atrás, a bombo y platillo que nuestro cerebro presidencial va a ir a Madrid a reunirse con lo más granado de la economía madrileña, nacional e internacional, banqueros, empresarios, fondos de inversión van a escuchar al cerebro, que les va a contar (enésima vez que lo hace), las bondades y posibilidades del presente y futuro de nuestra uniprovincial Región de Murcia.
El encuentro se lo han organizado sus amigos del grupo de comunicación Vocento, al que pertenece el diario La Verdad , que, como bien saben, lleva 16 años defendiendo los intereses del pueblo murciano, por encima incluso de los intereses del partido gobernante (PP), ¿o no? Digo esto porque, a la altura de esta película de gangster y sinvergüenzas, no cesan de dar su apoyo incondicional a quién, parece, suministra los fondos necesarios para su permanencia. Porque sabemos que no han dejado ni un euro para muchas cosas y que la caja ya se cerró, pero para la prensa del régimen no hay problemas. La publicidad y las páginas (de 1.000 a 6.000 euritos) no cesan desde todos los ámbitos de la administración autonómica y municipal, que están como sabe, en banca rota.
Pero, vamos a centrarnos. Pasa por la confirmación de que nuestro presidente, quizás por tantos años en la difícil tarea de la gestión de nuestros cuartos, ha perdido la cabeza, se ha vuelto loco. Es, hasta cierto punto, comprensible, porque llegar de la nada al todo es fácil, pero del todo a la nada, ya es más complicado y hay quién no lo supera. Éste es el caso, ha dispuesto durante 16 años de todos nuestros impuestos y más y ambos los ha gastado, dilapidado en sus caprichitos y en los de sus amiguetes y ahora no tiene para seguir jugando y ha cogido la rabieta y no la suelta. Ya venía, en los últimos meses, dando signos que no aventuraban nada bueno. Y al final pasa lo que pasa, que la enfermedad transmuta en crónica y se pierde al enfermo. Como su discurso era infumable (me lo he leído) y acababa echándole las culpas al presidente Zapatero, percibió, en las ilustres caras de su aforo, interés alguno por la región en ruina y endeudada que él ha procurado y que les pretendía vender como la California Europea (no ya de España, que se queda corto). El cuento de la lechera no colaba. Y ante tal desinterés y soporífero ambiente, nuestro presidente, se diría para sus adentros: “A estos los despierto yo, por mis cojones” Y lanzó por esa boquica de Ramonet que Dios le dio y que tanto le ha servido, su gran idea: “Que los ciudadanos asuman una parte del coste de sanidad, de la educación y de la dependencia”, no perdió el hombre ni la sonrisita y se quedó tan pancho. Serán cosas de la paranoia, serán.
¡Cualquiera no despierta! En Génova creo que se armó la marimorena, no le digo en S. Esteban. A desmentir, a matizar, que eso no lo dijo, que se ha entendido mal, que no ha dicho el cómo. Hasta creo que la noticia llegó rápida hasta el Papa y se halla presto a lanzar una encíclica que lo aclare todo. Rajoy con aquello de que había que hacer un plan energético como Dios manda, tampoco se queda en la retaguardia de las cabezas perdidas y poco podrá reprochar a su socio en la Región de Murcia.
Lo interesante es saber si los pueblos y las ciudades de la Región de Murcia también se han despertado. Si van abriendo los ojos que han tenido cerrados durante 16 años. Ha de ser ésta la última gota que haya conseguido rebasar el borde de nuestro vaso. ¡Demasiadas paranoias para sólo una Región! ¡Gobernantes mediocres!
Estimados y queridos ciudadanos, sepan ustedes que la derecha de este santo país, ESPAÑA, nos ha gobernado durante más de 500 años y que ESPAÑA es lo que es gracias a ellos. Siguen siendo la derecha decimonónica y el hecho de que hace 31 años consiguiéramos, por fin, la democracia no ha significado que este nuestro país entre en el progreso y en la libertad.
Miro a los países de nuestro norte y no hay color. La libertad es respirada y es manifiesta en ellos. Aquí continuamos con el yugo en el subconsciente. Hacen, del trabajo, y como siempre, la moneda de cambio. El caciquismo secular. Y obligan, porque saben de la fuerza de ese yugo, a hacer reformas laborales que no conducen más que a su propio beneficio, como siempre. Y cuando sienten la más mínima amenaza, ladran como los perros rabiosos y hacen el mayor de los ruidos y nos despiertan el miedo inoculado de los siglos que han dominado. Y si no es bastante te sacan sus pistolas y te matan. ¡Memoria histórica!, ¡ni tocarla que os vuelvo a joder como en el 36! Esta derecha, con sus socios empresariales, caciquiles y doctrinales consiguieron hacer un país que está sólo y exclusivamente a su servicio. No es un país al servicio de todos, es un país al servicio de los oligarcas de siempre, incluidas las sotanas negras. Quizás por ello, muchos se están yendo a otros países, tan difícil nos está resultando vivir.
La crisis que vivimos la han provocado ellos y la pagamos nosotros. A ellos nunca les alcanza, siempre somos los mismos los que pagamos. Y en este país se respira a rancio. Hasta las casas nos arrebatan, no debemos alterar los balances bancarios, la estabilidad financiera. ¡Como si no les hubiéramos dado millones y millones de nuestro dinero en rescates y rescates! Y la izquierda se pliega, también tiene el yugo en su subconsciente, ¡como todos! Y quizás su obligación, la de la izquierda, fuera de ser valientes y no camaleonarse. Algún día tendrá que ser. Y hay que reclamárselo.
Hoy, cuando en Europa, parece revolverse la izquierda progresista y libertaria aquí ni se mueve. Hasta en el Estado de Wisconsin han despertado y han impedido la anulación de los derechos sindicales y el avance del tea party.
Dos reuniones con las grandes empresas del país, en la primera 70, en la segunda 40, los asistentes. Plegados a sus intereses que no son los nuestros como Nación. Miren ustedes, el País está en una grave crisis y les necesita: “Van, ustedes, a sacrificar sus beneficios en beneficio de los desempleados y van a crear empleo y los salarios como en Alemania. Además, sus inversiones externas y, mientras la situación persista, las van a hacer en nuestro país. Y no me pidan más recortes laborales, ni más despidos, ni jubilaciones anticipadas. O se ponen ustedes las pilas y se dejan de milongas o simplemente los nacionalizo, ustedes sabrán. Tienen dos horas para responderme.” Algo así les hubiera dicho yo.
Y por la tarde, a los 17 presidentes autonómicos: “A los que, de ustedes, han provocado la ruina en sus feudos, les retiro sus competencias y cuando aclaremos su gestión y sus cuentas ya veremos si se las devuelvo. A Ustedes no les ha movido el bienestar de sus ciudadanos, ustedes han gobernado a espaldas de sus vecinos. Ustedes han roto con el espíritu de la descentralización, ustedes han convertido sus competencias en cotos privados donde realizar sus negocios. Ustedes olvidaron al resto de la nación y han convertido en reinos de Taifas, sus autonomías. Ustedes no son servidores públicos, son sólo servidores privados. Al salir y encima de la mesa pueden ir cogiendo los correspondientes decretos, ya están firmados.”
Nuestro País necesita de una izquierda fuerte. Que aparte de sí los complejos que la atenazan y que tome decisiones en beneficio de los ciudadanos, de todos los ciudadanos. El que más tenga, más habrá de colaborar. La libertad ha de ser para todos y el respeto también. Y el trabajo no es el fin, es el medio. Hemos de aprender a dejar de ser esclavos y pasar a ser ciudadanos libres y formados, educados en la libertad y en el respeto a todo cuanto nos rodea. Y no tenemos porqué aceptar ser los camareros de Europa, ni de los señoritos de siempre, con tirantes o sin ellos.
Europa también necesita una izquierda fuerte. Ante el disparate que ha sido y es esta crisis (del todo evitable), ante la globalización de este mundo sólo para los ricos y ante la ceguera de nuestros dirigentes, ha de nacer la respuesta ciudadana. Y está en marcha y no podemos quedarnos fuera. El ciudadano, como germen del progreso y de la igualdad de todos, tiene la palabra. Ya comienzan a oírse. No queremos este mundo de balances y estadísticas. Queremos un mundo para vivirlo y no sufrirlo. No necesitamos veinte pares de zapatos en el armario, ni es necesario ni es justo.
En España, nuestras virtudes y capacidades han de ser puestas en valor. Las tenemos y hemos de fomentarlas. Hemos de despertar nuestra potencialidad de libertad. Sólo, a través de ella, seremos capaces de volcar nuestra creatividad en las artes, en la tecnología, en la sociología y en el desarrollo de las ideas del siglo XXI. Sólo cuando rompamos ese yugo, es cuando seremos capaces de alcanzar esas metas que siempre nos han sido vedadas por los cánones de una tradición impuesta basada en el miedo, en el sometimiento y en el falso y erróneo agradecimiento.
Seamos libres, luchemos por la libertad y la dignidad. Exijámoslo, es nuestro derecho.