En el último pleno de este
año, la alcaldesa ha traído a los cartageneros el Papá Noel y los tres Reyes
Magos de Oriente, todos juntos y en un solo paquete. Si bien tales visitas son
siempre celebradas con algarabía y regocijo, en este caso han sido de jarro de
agua fría y no para hacerse un selfie solidario sino para romper la paupérrima
economía de las familias cartageneras. El caso es que para cuando llegue el
verano, su recibo del IBI se verá incrementado con algunos euros de más, hasta
alcanzar los más de 2,5 millones de euros que esperan recaudar.
Este nefasto equipo de
gobierno necesita con urgencia dinero, mucho dinero. No es para inversiones
públicas, ni son para el interés general, ni tampoco para mejorar las
infraestructuras viarias de la ciudad y su término municipal. Son para tapar sus
desvergüenzas con las condiciones laborales del funcionariado municipal
aprobadas más como un intento de captación de votos o, cuando menos, en un
intento de evitar encontronazos con unos sindicatos municipales ávidos y poco
solidarios con la realidad social y económica de los ciudadanos de Cartagena. Esos
funcionarios son la élite laboral y quieren aumentar aún más sus privilegios
con respecto al resto de trabajadores del sector privado. Les importa poco el
número de desempleados, la precariedad de sus trabajos, sus salarios
tercermundistas, las jornadas de sol a sol, las humillaciones y los chantajes
de sus empleadores. Sus representantes, como sindicalistas de élite, ni les va
ni les viene. Ellos aprovechan la debilidad del que gobierna y defienden sus
privilegios y el de sus colegas y, eso, aunque sean conscientes, o no, más
bien, de que sus privilegios los pagamos todos esos precarios del sector
privado.
Para hacer frente a ello,
acaban de formalizar préstamos bancarios por importe de 10 millones de euros, y
que, para los próximos años tendrán que sacar de nuestros bolsillos, porque no
todos los años se pueden suscribir más préstamos, ni banca que te los de. El
IBI es un buen comienzo, seguirán otros.
Además está la forma en que
lo han hecho, rastrera y de forma oculta, no ya con respecto a los ciudadanos,
sino a los grupos de la oposición con la intención de restarles su capacidad de
resistirse. Es la marca de la máxima regidora, que se esconde hasta de su
propia sombra.
La cuestión es que pronto
podremos ver cómo el capítulo de gastos de personal sube por encima del 45% del
presupuesto municipal. Lo cual supone un verdadero disparate económico,
financiero y social.
La orfandad política le ha
llevado a buscar amparo en la clase funcionarial, comprándoles su voluntad,
haciéndoles un larguísimo y ñoño video navideño, buscando algo del cariño y del
reconocimiento que fuera no encuentra, sin saber que a ellos les importa un
bledo su orfandad política. Al contrario, se ríen de ella como pueden, pues la
saben pusilánime y cobarde. Y saben de su corta vida política, así que a
sacarle hasta los higadillos.
A las ratas nadie quiere,
por eso salen de noche, como las cucarachas. Ambos son bichos despreciables,
asquerosos y repugnantes, que por sus hechos y consecuencias son reconocidos, y
que por todas las personas normales, de principios y rectos procederes son
repudiados.
Anda por ahí diciendo que
espera volver al partido que la expulsó cuando haya otra dirección regional. Mal
sería tal apaño para ese partido, mal. Es mucha ya la credibilidad perdida como
para aumentarla con elementas como esta. Pues ella nunca fue un animal
político, sino más bien un animal depredador y no solo de la política sino
también de personas inocentes por su desmedida ambición, prepotencia y soberbia
enfermizas donde las haya.
Lo que sí les aseguro es que
la historia local intentará obviar estos años de ineptitud e inoperancia,
además de traiciones y baladíes componendas personales y privativas. Son
páginas sucias y oscuras escritas por una mente enferma que desconoce los
principios elementales del respeto que la política significa y de las
consideraciones que hacia los ciudadanos se deben.