Todo cuanto nace, crece y termina muriendo. Los seres humanos, los
animales y toda la flora tienen sus horas, días o años contados. Es la eterna
transformación de cuanto nos rodea, dure más o dure menos. La fina arena de las
playas fueron las enormes rocas de las montañas que ya no existen. Sólo
nosotros somos conscientes de ello, aunque esa consciencia la tomemos bastante
tarde en el tiempo. Mientras la juventud nos engalana, somos ajenos al viaje
sin retorno que estamos haciendo. No se nos educa en ello, si no en todo lo
contrario.
Ya se encargan las multinacionales de que mantengamos una juventud ficticia
que hacen creer que no acabará nunca. Ya se ocupan de que sólo estemos
preocupados por el presente. Ni hay que volver sobre el pasado, ni pensar en el
futuro. Sólo existe el hoy de tu eterna y ficticia juventud. Y cuando
inexorablemente se alcanza la vejez nos queda el vacío, la nada, el miedo. Sólo
mal vivimos para que otros vivan mucho mejor y sin dar palo al agua. Mienten,
especulan y corrompen.
Casi hemos eliminado todo aquello transcendente a nosotros. Hoy, el
pensamiento, la filosofía, el gusto por el conocimiento y por el saber han sido
cortocircuitados. Sólo especialistas de esto o de aquello, meros robots que
ejecutan órdenes interesadas en la supervivencia y supremacía del negocio de
quien les manda”. ¡Máquinas! Máquinas sin sentimiento, sin una pizca de bondad,
sin generosidad alguna porque, sencillamente, te las han borrado de tu ser. El
¡Sí señor! O el ¡Sí buana!, es lo que les gusta, dependiendo de donde hayas
nacido.
La religión que usurpó al verdadero Cristianismo, está firmemente
convencida de una vida en el más allá y es uno de sus principales fundamentos.
Argumentan, llevan toda su historia haciéndolo, que esta vida es un castigo y
que, cuanto mayor sea el dolor que éste produzca, mayores recompensas obtendremos
en aquella. Que estamos sufriendo por el pecado venial que cometieron nuestros
primeros padres allá por el año que ya nadie recuerda. El caso es que esta
historia a ellos les ha venido cojonuda, porque, al contrario, a ellos nunca
les faltó de nada en sus ermitas, conventos, iglesias, diócesis, palacios
episcopales y catedrales. Han estado gozando de todos los placeres y riquezas
habidos y por haber desde el siglo III. Todo basado en los miedos, en los
chantajes y en tantos asesinatos cometidos por imponer su ley o creencia.
Placeres y riquezas arrebatados a los siempre desgraciados siervos, que más
tontos imposible y cuanto más cercano al ecuador del mundo mejor, que la
climatología siempre es más benigna.
Otra religión anterior a esta y también Babilónica y Egipcia, la judía,
nunca ha considerado la posibilidad de una vida en el más allá de la muerte. Diferencia: casi todos los judíos son ricos y
viven su vida plenamente y siempre en los límites que su religión les permite.
Los musulmanes, un poco mezcla de las anteriores (Bebe de las mismas
fuentes), también promete una vida feliz en un harén repleto de bellas vírgenes
al gusto de cada uno. Mientras, a ver cómo la espichamos para ganar el premio.
Para las tres, aquel que no pertenezca a su club es un infiel al que su
vida puede serle arrebatada, o bien de un tajo, o bien poco a poco con la
miseria y el hambre del día a día.
El caso es que ninguno de las tres posee la verdad. Sin embargo, si han
influenciado en el comportamiento y en la forma de pensar de millones y
millones de seres humanos en cientos, en miles de años. Son ellos los que han
hecho que este mundo sea hoy lo que es: Una verdadera pocilga sin futuro
alguno, porque es el odio, la avaricia, la codicia; es el mal al otro lo que
nos gobierna y dirige.
También sería posible que esas religiones y aquellas otras no
mencionadas tengan, cada una, una parte de la verdad. Y que esa parte de verdad
haya sido tergiversada y manipulada con el único afán de ser, ellos, los más
poderosos del planeta. De igual modo y con los mismos fines, aquellas más
antiguas, han ocultado verdades, han destrozado pruebas y han conjurado cábalas
sobre conocimientos que, en ningún caso, les pertenecía o, cuando menos,
otorgaran patentes de corso para esclavizar a sus iguales. Erigidos en los
sumos representantes de unos dioses que, tal vez, no lo sean tanto y sí, como
ellos, meros usurpadores de la Única Verdad de cuantos Universos sean.
La cuestión, la solución de fondo la podríamos encontrar si una nueva realidad
tuviera lugar. O quizás no fuera tan nueva por haber estado siempre junto a
nosotros, pero restada a la inmensa mayoría de los mortales y por tanto ajena e
invisible, celosamente guardada. Otra realidad que nos quitara todos los velos
que nos han ido imponiendo centuria a centuria y a sangre y fuego.
Clamo, desde aquí, a los buenos hermanos (que los hay) de este Universo
que compartimos, para que se den a conocer lo más pronto posible y nos enseñen
lo correcto. Que nosotros andamos perdidos y con un futuro nada prometedor. Tantos
Papas y Popes; Rabinos e Imanes; tantos Banqueros y Políticos; tantos
Empresarios y Comerciantes no nos han servido de mucho provecho. A fin de
cuentas, ellos sólo son el 10% de la población que esclaviza al 90% restante. ¿Es
esto justo? Yo, creo que no.
Os esperamos con los brazos abiertos. ¡Sed bienvenidos!