NECEDAD DE NECEDADES
A finales de los ochenta y
principios de los noventa del pasado siglo XX se produjo el fin de la industria
pesada en España. Una industria, petroquímica, abonos agrícolas, altos hornos,
astilleros, etc., que por las circunstancias políticas y económicas de los años
setenta no fue modernizada ni actualizada, a causa de la primera crisis del
petróleo en los comienzos de esa década,
quedando, así, totalmente obsoleta y sentenciada.
Nuestra incorporación a
Europa supuso renunciar a muchas de esas actividades industriales en beneficio
de otras de aquellos países que sí lo habían hecho en su momento. Así, se
produjo el cierre de gran parte de las mismas provocando graves conflictos
sociales por la pérdida de los puestos de trabajo que conllevaba y por las
incógnitas del futuro más inmediato para tantas y tantas familias. Para evitar
en algo los perjuicios inherentes, esas ciudades que las albergaban y con la necesaria
colaboración del Estado, pusieron en marcha planes de transformación
urbanística, planes especiales que posibilitaran un cambio de modelo
productivo, económico y social.
De tal modo, que ciudades
que hasta ese momento habían soportado altos índices de contaminación ambiental
–aire, suelos, ríos y mares- comenzaron a recuperar esos espacios que eran
plenamente urbanos (Las ciudades habían ido creciendo alrededor de esas
industrias) y desarrollaron nuevos modos de producción más sostenibles y nuevas
oportunidades según las potencialidades del lugar. Se diversificaron las
empresas, se crearon nuevos polígonos industriales alejados del entorno urbano
y con normativas más acorde con el medio ambiente. Se crearon nuevas
infraestructuras urbanas como museos y se procedió a una recuperación y
renovación integral de las edificaciones, se habilitaron grandes espacios
verdes, ampliaciones y desarrollo de nuevos viales, tranvías y suburbanos.
Barrios y poblaciones cercanas quedaban interconexionadas dando lugar a nuevos
espacios de servicios y posibilidades. Así, ciudades a las que a nadie se le
ocurría ir a visitar pasaron a ser descubiertas y reinventadas. Los enclaves
turísticos, por sus propias cualidades naturales e históricas, fueron objeto de
las inversiones necesarias con el fin de ser aún más atractivos y competitivos que
los de otros lugares.
Todas estas apuestas que
nacieron como revulsivos al cierre de un modelo productivo viejo y obsoleto
procuraban, a su vez, nuevas sinergias apropiadas para que otros sectores
sociales, económicos y culturales tomaran el impulso necesario para desarrollar
nuevas propuestas y desarrollos.
Todo lo anterior sucedió décadas
atrás en ciudades como Barcelona, Bilbao, Gijón, Huelva, Sagunto y muchas más,
menos en Cartagena. Es cierto que alguna cosa se ha hecho y ahí está para
verlo, pero eso ha sido del todo insuficiente para este, voluntariamente denostado
término municipal y su comarca natural.
Relatemos: hubo, es cierto,
un Plan Especial para Cartagena y su Comarca pero que, con el cambio de
gobierno del 95, en la Comunidad Autonóma y en el Ayto. de Cartagena, fue anulado
y reconducido a un plan estratégico –después siguieron muchos más- para la
ciudad de Murcia, que cierto también, nunca sufrió las consecuencias directas
de esa industria contaminante y obsoleta que sí sufrió y sufre aún Cartagena y
su Comarca. Estos nuevos poderes (PP) tuvieron claro que si había algún recurso
no sería para invertirlo en Cartagena, que primero estaba Murcia y que Murcia
era lo único importante, esa era su apuesta. Sin embargo, tantas inversiones han
provocado lo que hoy tienen, una ciudad que desde el tiempo de los árabes fue
consolidándose como la Huerta de Europa, es hoy una ciudad densamente poblada,
densamente urbanizada, densamente dividida por autovías, densamente
contaminada. Una ciudad a la que nadie se le ocurre ir porque carece de interés
histórico, arqueológico y cultural alguno. Aún así, siguen gastando todos los recursos
en hacerse con lo que sea, aunque todos sepamos que es más artificial que real
y que no responde a ningún poso histórico. Y luego tienen ese veranico largo,
largo, en el que a nadie, con el suficiente juicio, se le ocurre ir. Hasta los
hoteles que, en sus inicios, fueron de cuatro estrellas y rebajados
posteriormente con menos estrellas, y que hoy, están cerrando. Esos poderes, esa oligarquía empresarial y
política murciana convirtieron en una entelequia esa ciudad que era la Huerta
de Europa (Tenía y tiene todos los recursos hídricos sin necesidad de trasvase
alguno) Ellos sí que cambiaron lo que la Naturaleza les dio para ser una ciudad moderna y
capitalina de absolutamente todo, su centralización de todos los recursos se les fue de la mano y requieren, cada vez
más, más y más. En ese egoísmo capitalino, en esa falta de visión de conjunto,
está su pecado y bien que lo estamos pagando todos, ellos también. Por su
culpa, la situación de esta Comunidad Autónoma es crítica. Está colapsada y
densamente empobrecida. Su enfermizo afán de resarcirse de lo que la Historia
nunca le dio, la ha conducido a esta triste realidad. La única gran verdad, en
toda la costa mediterránea, es que sus capitales están a la orilla de ese mar,
menos aquí. Y todas esas capitales son focos de atracción de todo tipo, puntos
de desarrollo y de riqueza, menos aquí. Y digo yo que por algo será.
Volviendo a Cartagena, tan
solo en el 2010 y gracias al Plan E de Zapatero, tuvo un respiro este municipio.
Las últimas transformaciones urbanas de la ciudad se hicieron gracias a esos
fondos. Y una parte pequeña de la vieja ciudad cambió su deplorable estado.
Pero si quieres mantener cierta tranquilidad espiritual, no debes salir de esas
calles, porque si lo haces entras en el túnel del tiempo y la zozobra puede que
te tumbe. Da pena, mucha tristeza y hasta hace muy poco servían para el rodaje
de películas de guerra, ahí es nada.
Cartagena que sí tiene, y
muy de sobra, el poso histórico de sus más de 3.000 años de vida ha sido la
Cenicienta de este patético y trágico cuento autonómico y uniprovincial.
Cartagena y su Comarca natural que engloba toda la planicie que va desde la
sierra de Carrascoy hasta el mar, aunque algunos insistan en no reconocer en su
afán de destruir la historia de Cartagena y su área natural de influencia, si
merecía tener el protagonismo que le corresponde. Durante estos últimos 38 años
ha sido defenestrada y despojada, sumiéndola en el mayor de los desprecios
políticos y económicos. Ha sido condenada, cortocircuitada y dejada a un lado
intencionadamente, ciegamente. No desea el tuerto tener alguien a su lado que vea
más que él.
Cartagena continúa con más
de la mitad de su arco urbano sin descontaminar ni poner en valor, con las
consecuencias de salubridad y con altos índices de radiotactividad, de metales
pesados dispersos y que, entre todos, provocan altos números de cánceres y
otras enfermedades. Cartagena no tiene el transporte ferroviario ni las
comunicaciones que le corresponde como ciudad y cabecera de su Comarca. Tampoco
por carretera o por autovía –de pago- hacen fácil la llegada de visitantes.
Hasta el aeropuerto de S. Javier se lo llevaron a Corvera, que si bien está
dentro de esa Comarca, pertenece al término municipal de la ciudad de Murcia.
El colmo de la insensatez y del despilfarro. La sierra minera, también sin
regenerar ni poner en valor, continúa generando lixiviados que desembocan al
Mar Menor y éste, ya saben, a punto de su muerte gracias a la política murciana
de hacer del Campo de Cartagena (Puro Secano)
la huerta que ellos despreciaron y abandonaron. A ver si así, los
turistas terminan por ir a Murcia para ver la catedral, por cierto, del
obispado de Cartagena. Cartagena pierde población año tras año y es presa de
tanta incompetencia y desprecio por parte de sus responsables políticos.
La cuestión es de una más
prolija extensión, pero conocida de todos los que saben de sensatez, coherencia
y dignidad y de los agravios elevados a la enésima potencia que llevamos
padeciendo. Ya saben que dos son más que uno, y si el dos es una locomotora por
natura, lo que hay que hacer es darle todas las herramientas necesarias para
que empiece a andar y a tirar del resto de los vagones. Aquí, a la locomotora
hay que desmontarla y que el tiempo reduzca su capacidad y brío propios de su naturaleza.
Cuando se constituyó el
nuevo Estado de las Autonomías, la provincia de Albacete –muy listos ellos-
supieron abandonar (1978) e irse con Castilla-La Mancha. El Ayto. de Cartagena
aprobó el 28 de diciembre de 1979 una moción en favor de la creación de la
provincia cartagenera. En 1980 el Consejo Regional de Murcia realizó una
encuesta sobre el apoyo a la provincia de Cartagena en la ciudad portuaria. El
24 de marzo de 1981 se publicó con el siguiente resultado: 47% a favor, 24% en
contra y 22% indiferente. En este mismo año, el senador socialista Antonio
Martínez Ovejero presentó una proposición no de ley en favor de la provincia de
Cartagena ante el Senado. Fue rechazada el 23 de septiembre (52 noes de la UCD
– 38 síes del PSOE y el PNV. Recientemente, con la reforma del Estatuto de
Autonomía, aún pendiente de su tramitación, se ha vuelto a perder una gran
oportunidad de hacer capital de provincia a Cartagena. Significaría un
revulsivo a tanto sin sentido, a tanta necedad y a tanta ceguera, del todo interesada.
La consecuencia de esta injusta situación la estamos sufriendo y no solo los
ciudadanos de Cartagena y su Comarca sino todos los de esta Región mal llamada
de Murcia. Por cierto, con eso de la Comarca, incluso hicieron una ley, pero ni
tan siquiera eso han sido capaces de poner en marcha, también esta figura les
hubiera cortado sus alas y sus ansias. Nunca quisieron ni quieren que Cartagena
despegue porque se saben perdidos de su paupérrimo y mezquino protagonismo.
Las consecuencias de tanto y
tanto sin sentido ya las conoce: Una Comunidad Autónoma endeuda casi tres veces
su presupuesto; los salarios y pensiones más bajos de España; las prestaciones
sociales más tristes y menoscabadas; las infraestructuras más precarias y
despilfarradoras; el turismo que no viniendo, se va; ni salimos en los
telediarios, todo se queda en Alicante y pasa a Almería –que hoy, por cierto,
ya la están llamando la Huerta de Europa-; el abandono escolar por las nubes;
territorio con el mayor número de salas de juego del País; zonas logísticas a
50 km. del puerto; apeadero ferroviario reconvertido en estación y para ir a
Madrid en el AVE, de Dios sabe cuándo, hay que pasar primero por Alicante
(140km. más) ¿Dónde la han visto más gorda?
En fin, amigos, que esta
CC.AA está llamada a su hundimiento, no tiene visos de cambiar porque la
ceguera es total, la vanidad sobrevalorada y a ellos, a los cuatro, les va muy
bien y sus micro negocios arrojan muy buenos beneficios al clan.
Hundir al portaaviones de la
flota conlleva todo eso y Cartagena, más les pese a todos, siempre fue ese
portaaviones en sus más de 3.000 años de historia. Quien quiera entender,
entienda y pónganse raudos a solucionarlo, aunque creo, desgraciadamente, que
el tiempo ya ha pasado y ese portaaviones va camino del desguace. Ya no quedan
recursos, ni voluntades, tampoco personas de la categoría necesaria para
revertir tanto disparate, tanto daño gratuito, tanta dejadez y olvido y el
tiempo transcurrido no perdona y lo que fuera una grieta puede haberse
convertido en una zanja de mil pares de cojones.