Las salas de consulta son como cuevas. No es que se hayan olvidado de poner ventanas, porque hay dos. Dos miserables ventanucos. Con una sola y grande hubiera bastado para dar luz de nuestro mediterráneo a la consulta. El paciente entra y tras unos minutos se va, el médico, toda la mañana con luz artificial. ¡Ni que estuviésemos en Galicia! Dicen que la Consejería de Sanidad tiene unos modelos de construcción para este tipo de edificación. No consultan al personal del Centro en cuestión. Ellos son los que saben qué se necesita, cómo, y dónde. Orientar en cuanto a la máxima rentabilidad y eficiencia de estos centros. Aquí, a las ocho a.m., encendemos todo el centro (iluminación, ascensores, climatización, etc.) para atender, en la próxima hora, a la consulta de analítica que la hemos puesto en la segunda planta y no en el bajo. Unas ochenta personas subiendo y bajando en ascensores. Las consultas empiezan a las nueve. Una hora de consumos que se podrían haber ahorrado. En las salas de espera, junto a las cristaleras entra esa luz de nuestra tierra, pero las luces eléctricas siguen encendidas, no se pueden apagar. Los artistas- arquitectos siempre anteponiendo sus proyectos e ideas, ¿qué les importa a ellos la rentabilidad de lo que se construye? Encima, reciben premios. La culpa, al fin y al cabo, no es de ellos. Es de quien encarga el proyecto y lo da por bueno…
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