La mentira es su característica más sobresaliente porque, tras estos ocho meses que llevan de gobierno, jamás han dicho una verdad. Ni un solo renglón de sus postulados electorales ha quedado en pie. Y cada viernes de cada semana ha supuesto el hundimiento de la clase trabajadora, sea baja, media o alta; el hundimiento de esta falsa democracia y el hundimiento de la moral de todo el pueblo español. En nombre del dios católico, sin duda.
Aquello de “partido popular” y
del “partido de los trabajadores” ya estamos viendo en qué está quedando. Ellos
defienden a las grandes empresas y corporaciones, a las grandes fortunas y
sobre todo a la iglesia. A lo popular, a aquellos que conforman el pueblo, a
hostias. Y, por encima de todo, conducirlos a la miseria y a la pobreza más
absolutas lo antes posible. Eso siempre lo tenía solicitado la gran patronal:
despidos sin indemnizaciones y salarios de esclavos. Sin leyes que les
protejan. Y bajas las cotizaciones. Los beneficios, inevitables, para los
patronos y que sean ellos, a discreción, quienes repartan, si reparten. Que se
sepa quién es el que manda aquí y vuélvanse a llenar las iglesias por
imperativo legal. En nombre del dios católico, sin duda.
Reducir el Estado con las
privatizaciones necesarias hacia nuestros empresarios modélicos, que bien nos
lo agradecerán en el futuro con buenos puestos en sus consejos de
administración. Y el que pueda pagarse los servicios, que los pague y el que
no, que le vallan dando. Y poner candados en los contenedores de basura para
que no puedan aprovecharse, de gratis, de nuestras mercancías caducadas. Los
viejos que repaguen las medicinas que les recetan los médicos y a los
inmigrantes que paguen seguros privados, si pueden, y, si no, que se vayan por
donde vinieron. Y si hasta los bisabuelos cobran algo, que nadie reciba los 400
euros de prórroga del subsidio de desempleo y por solo seis meses. ¿Qué
pretenden? ¿Hacerse ricos a nuestra costa? Esto se ha acabado, faltaría más. En
nombre del dios católico, sin duda.
Han conformado al Estado como el
instrumento de represión más puro, han transformado un Estado que anhelaba los
principios de igualdad, libertad y fraternidad en un Estado policial y de
vuelta al miedo y al chantaje. Se cambian las leyes que no les gustan por
aquellas que responden, siempre, a los intereses del dios católico, sin duda. Cuarenta años de dictadores que siguen
gobernando a su antojo estos 34 años de falsa democracia. Nunca se
fueron, nunca nadie los echó, siempre estuvieron aquí, agazapados, camuflados,
prestos a saltar sobre la presa al más mínimo descuido y ¡zas! Y siempre bajo
el palio sagrado de una iglesia de intereses mundanos y muy españoles, por
aquello de que siempre fuimos y somos la reserva espiritual de Occidente.
Porque a este “partido impopular”
lo gobierna, de cabo a rabo, el dios católico, sin duda. Ya saben que el dios
católico no es uno, son tres. La santa trinidad se llama, como en las
religiones más antiguas. Pero, ¡milagro!, que siendo tres se resumen en uno. El
dios o dioses católicos no tienen nada diferente a los anteriores de otras
culturas, simplemente fueron copiando y adaptando, ahora intenta llegar a las
ovejas jóvenes y van con las cristotecas. Todo lo necesario para que la fe no
se pierda. Entonces, ¿qué de cierto tiene? Poca cosa, si se profundiza en ella
y si, mucho de indignación, descubrir tanto engaño. Una iglesia con brazos
armados, jesuitas y opusianos entre otros, para hacer los laboreos más sucios.
Infiltrados en todos los ámbitos del poder con el fin de que ese poder les sea
devuelto en su totalidad. En el seno de esa iglesia no existe la democracia, ni
la diversidad de opiniones, ni siquiera el diálogo; se impone la voluntad del
que manda vía orden jerárquico. Nada es cuestionable, hasta su máximo jerarca
posee lo que llaman “infalibilidad”, ¡Con un par, sí señor! En sus iglesias,
todas construidas y sufragadas por los ciudadanos y que se apropian (otra
modalidad de privatizar), el sacerdote arenga con sus sermones sin capacidad de
intervenir por parte de los oyentes. Son asambleas muertas. Aquellos oyentes
son meros receptores sin opción ni capacidad de participar. Son el rebaño de
ovejitas a los que se guían hacia sus intereses ¿divinos? O ¿terrenales?
Más bien, terrenales. Ha sido el
único colectivo, la única institución a la que no le han restado ni un solo
euro de su presupuesto “Concordatado”. Tampoco a sus profesores de religión les
han tocado sus nóminas, ni despedido en los meses de verano. Y la ley de
concertación será modificada para que aquellos centros educativos donde la
enseñanza se imparte sólo a varones o hembras, puedan seguir cobrando de lo
público. Sentencias judiciales tengas que, con cambiar la Ley , lo arreglamos como a sus
santidades guste. Que no pasa na`.
Cómo van ellos a conformar un
frente de lucha contra todos estos neoliberales sionistas que nos están
arrastrando a la hecatombe. Cómo van ellos a decir algo sobre los desahucios
bancarios a tanta gente, sobre los 400 euros, sobre las preferentes, sobre las
rebajas salariales y subidas de impuestos, sobre el desmantelamiento de la
sanidad universal y gratuita, sobre la pérdida de millones de puestos de
trabajo, sobre la desaparición de la
Ley de Dependencia y sobre otros muchos. Ellos están mejor
calladitos, esta lucha no es suya, es demasiado mundana. O quizás sí y más de
lo que nos pudiéramos pensar. Un nuevo orden mundial: una sola moneda, un solo
dirigente, una sola religión. En eso están, moviendo todos los hilos para
conseguir su vuelta a la hegemonía mundial. En EE.UU, hace tiempo que son ellos
los que gobiernan y su poder sigue aumentando en todos los círculos de poder. Ganándole
al protestantismo, se llama. En nombre del dios católico, sin duda.
Ese dios que ellos defienden, es
el dios del miedo y de la opresión a la mayoría; de la incultura y del
desconocimiento; de la limosna. Ese dios es falso o, de ser real, satánico. Ese
es su dios, el ángel caído y no otro. Debiéramos darnos cuenta todos y,
perdiendo el miedo, derribarlos de sus poderes terrenales y dejarlos sólo y
exclusivamente con los divinos o, mejor, ni eso. Eliminaríamos el mal que nos
lleva gobernando por siglos y siglos y que tan magistralmente ellos ejercen.
Al partido impopular exigirle su
dimisión por gobernar contra los intereses de la mayoría de los españoles. Este
partido es un brazo ejecutor de aquel dios que nos quiere pobres y sumisos,
esclavos de sus propios ataques. Este partido impopular no tiene legitimidad
alguna en su desgobierno y el pueblo soberano es el único legitimado para exigirles
su dimisión. Exijámosla, que mañana es tarde.
Una III República es lo que
necesita este País, olvídese de los cuentos que les han inoculado durante
tantos y tantos años sobre la II. Infórmese ,
lea, averigüe la verdad de aquella historia que nos robaron los oligarcas y la
iglesia. Sin la III República
este País está condenado a la miseria y a la podredumbre social más absoluta.
Sin la III República
este País demostrará su grado de analfabetismo e incultura y cuán fácil es su
manejo por parte de los dictadores con y sin sotana. Es necesario la ruptura
con toda esta farsa que nos mal gobierna, es necesario poner distancias y cada
cosa en su sitio. Este País no soporta ya más capas de pintura, necesita una
estructura distinta y libre de ataduras seculares, necesita libertad para hacer
un País nuevo. Donde gente nueva y libre trace el nuevo rumbo de este nuevo
País, que bien ganado lo tiene. Largas vacaciones a Borbones, banqueros,
grandes empresarios, jueces viejos, iglesia y a todos aquellos que sólo han
defendido sus intereses particulares y no los de todos los españoles y, por
ende, de España. ¡Que entre el aire fresco a raudales y que todo lo rancio,
cutre y decimonónico sea esparcido y disuelto!
Un viva por la III República Española, por el
renacer de un Nuevo País. Eso o simplemente estamos llamados a nuestra condena
más infame.
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