O, si lo prefiere, casi un billón de las antiguas pesetas es lo que tenemos que agradecerle, Sr. Presidente. Este será el importe, sino más, que usted y sus 19 años de gestión al frente de esta desgraciada Comunidad Autónoma nos dejará en herencia y que, como no podemos negarla, tendremos que seguir pagando durante decenios y decenios de años. Y no seremos nosotros solos que ya llevamos más de 6 años sufriendo su incompetencia y pagándola; también lo serán nuestros hijos y nuestros nietos los que asuman el desastre despilfarrador de su gestión. Años y años de mayor pobreza nos esperan tras su huida.
Usted y solo usted es el único responsable de tal debacle económica y
social de más de 1.500.000 de murcianos y murcianas.
Como si de una premonición de ese oscuro futuro que nos tiene preparado,
fue en el día de todos los santos, en el día que todos recordamos a nuestros seres
más queridos y que yacen tranquilos y en paz en sus tumbas, cuando nos
enteramos de una de sus últimas fechorías. La de los 600 millones impagados de
la depuradora de Escombreras y que Florentino Pérez les reclama en los juzgados
y que también anotarán en nuestra contabilidad ciudadana. Premonición de que
esta CC.AA., no podrá ser viable como tal y que bien haría el gobierno nacional
en suspender el Estatuto que nos rige. Estatuto que, por cierto, han reformado
con la única intención de darle a usted y mientras continúe de presidente, la
prerrogativa de utilizar el Decreto-Ley para soslayar el debate de una Asamblea
Regional que pierde parte de su esencia más elemental en un Estado democrático.
Hasta esos muertos nuestros se han removido de sus tumbas, clamando la justicia
que nosotros, los vivos, somos incapaces de obtener. Hacer una reforma del
Estatuto para ese disparate y no para reivindicar los derechos legítimos de una
Cartagena que siempre ha deseado convertirse en una provincia más de esta
Nación. Deseos más que justificados por su propia historia, por su trabajo y
por consideraciones de todo tipo que hubieran aumentado el valor de esta Región
Uniprovincial. Hasta en eso ha sido usted un mezquino gobernante que ha dejado
pasar la ocasión, despreciando a todos los cartageneros y cartageneras.
Bien es cierto que todos sus gobiernos utilizaron el despotismo como
elemento fundamental de su gobernanza y que esa nueva facultad del Decreto-Ley,
los podrá convertir en una verdadera dictadura. Pero usted ya se habrá ido
desde aquí, desde el páramo murciano que deja, a Bruselas, huyendo de la quema.
Usted abandona el barco que tanto le ha dado de gratis, usted, como el capitán
más cobarde, lo abandona antes de su hundimiento. Porque, no esperar a las
elecciones autonómicas del 2015, se le llama cobardía. Cuatro legislaturas
donde el engaño continuado a los ciudadanos le otorgaban mayorías aplastantes,
no pueden desembocar en el fracaso electoral que tales elecciones le vaticinan.
Porque ya ni los suyos aguantan tantos y tantos despropósitos y desmanes. La
bola de nieve, los 5.600 millones de deuda y el déficit incontrolado, han
tomado ya tal dimensión que es imposible no explote, aunque sea por cuestiones
naturales y de la física más elemental. Y para entonces usted prefiere estar
lejos, muy lejos. Eso solo tiene un nombre: Cobardía.
Que le compre quien no le conozca, Sr. Presidente, porque usted ya ha
perdido, hace tiempo, lo más sagrado que una persona ha de tener, su
credibilidad. Usted ya no es creíble, dejó de serlo hace ya mucho. Ya no valen
más mentiras ni engaños, ya no cuelan más. El desastre, al que usted ha
conducido a esta desolada y arruinada región, es ya tan grande que ni siquiera
un milagro es posible. Hasta nuestras mejores empresas están siendo compradas
por otras multinacionales que, llegado el momento, sabrán deshacerse de ellas,
para conseguir su objetivo: Conseguir que sus empresas nacionales se conviertan
en el único monopolio mundial y cerrar todas aquellas que, por la debilidad de
sus gobiernos, no han sabido conservar.
Dentro de poco, de muy poco tiempo, nosotros, los que aún vivimos,
seremos como los muertos en vida y, cuales zombis, vagaremos por las calles sin
rumbo alguno y sin esperanza. Todo gracias a usted, Sr. Presidente y a su
manifiesta incompetencia para el buen gobierno.
Usted, Sr. Presidente, nunca fue un buen gobernante, nunca. Solo ha
sido un gestor de la mentira y del favor a sus empresas amigas. Un locuaz
vendedor de humos que nos ha endosado la mayor deuda y déficit jamás vistos en
esta Región. Usted, Sr. Presidente solo ha sido un incompetente de lo público,
un despilfarrador del dinero de todos los ciudadanos, dinero que nunca le
perteneció y que usted malgastó.
Por todo eso le doy las gracias, Sr. Presidente y mejor que no hubiera
venido, que ninguna falta nos hacía tener al peor presidente de todos los
tiempos. El buen gobernante no lo es solo cuando la vaca da abundante leche, ha
de serlo, también, cuando la leche escasea. Esa es la diferencia, porque en la
abundancia todos sabemos gobernar nuestra casa y nada falta. Su comportamiento
ha sido más parecido al de la cigarra que al de la hormiga de la fábula. Se
nota que usted no la leyó de pequeño. Usted no ha estado a la altura del buen
gobernante. Por cierto, hay que tenerlos
muy gordos, para que algunos planeen hacerle un homenaje de despedida a alguien
como usted que no lo merece ni por asomo. Serán como usted, los únicos y exclusivos
beneficiarios de sus políticas a costa de todos los murcianos-as, los que tal
acto preparen. Solo así se explica que tengan algo que agradecerle. Falsos e
Hipócritas donde los hayan, por no decir sinvergüenzas y cómplices. Sería una
buena foto para que las buenas gentes conozcan a tanto cínico.
Cuando uno tiene la necesidad de endeudarse es por que, a cambio, de
esa deuda, obtiene unos beneficios. Pero este no es el caso, los ciudadanos de
esta región no han obtenido ningún beneficio. Todas las estadísticas
socioeconómicas nos sitúan a la cola de todo. En estos años de sus maléficos
gobiernos hemos ido cuesta abajo y sin frenos. Estamos peor que en el fatídico
año 1995 cuando usted llegó al desgobierno, donde la mentira y el cinismo
ascendieron a las más altas cotas de la injuria a los ciudadanos.
¡Váyase Sr. Presidente y no vuelva en lo que le reste de vida! Que
también se lo agradeceré. Y, por último, que sepa que pasarán generaciones
hasta que su despreciado nombre se olvide de la memoria de los buenos y
honrados murcianos-as y cartageneros-as.
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