jueves, 5 de diciembre de 2013

LOS MÁS HONORABLES DE LA CORRUPTA ESPAÑA

Casi todos los personajes de nuestra vida pública de los últimos treinta años están resultando ser una estafa. Pocos son los que, de tan distinguidos, se salvan de no haber jugado a buscar la riqueza personal que no les pertenecía y que jamás hubieran alcanzado de no contar con el poder que el pueblo soberano le encomendó. Ganándose, a través de la mentira y el engaño, la confianza de los verdaderos poseedores del poder, para traicionarles de la forma más indigna y soez.

 

En todos los ámbitos en los que nuestra sociedad discurre, hemos descubierto la sinvergonzonería y el aprovechamiento que hacían y continúan haciendo de la confianza puesta en sus mandatos para la buena gestión de lo público. 

 

La honradez presumible en tan altos y dignificados personajes, se ha tornado en engaño y pocos, demasiado pocos, han sido los que pueden escapar a la prueba del algodón.

 

El mundo del deporte; de la universidad; de la sanidad; de la empresa pequeña, mediana o grande; de las profesiones liberales; de la cultura; de la iglesia; de ayuntamientos, diputaciones, comunidades autónomas; de ministerios y de gobiernos; de la justicia y de sus abogados, fiscales y jueces; del mundo del periodismo, ya sea escrito, radiado o audiovisual; de los sindicatos y partidos políticos de todo signo; de organizaciones sin ánimo de lucro y, en fin, de todos los campos en los que nuestra sociedad se ha sabido servir para su funcionamiento, nos hemos dado cuenta, hoy sabemos, que todo es una pura y dura corrupción. Corruptelas que solo pagamos los menos pudientes, los que no somos honorables ni dignos porque solo nosotros somos la masa-sociedad de la que todos aquellos se valen y sirven para sus impunes fechorías. Ellos no son la sociedad, ellos se aprovechan de ella para mejorar su status personal. Incumplen su mandato a sabiendas de su impunidad. Ellos no luchan ni trabajan para mejorar la vida de los que les aúpan a la dirección de la gestión pública.

 

Hemos sido estafados y engañados. Nos han robado nuestro dinero, nuestro presente y nuestro futuro y el de nuestros hijos. A eso se han estado dedicando todos los que han ocupado los cargos más honorables y sagrados. Nos han estado saqueando en el día tras día de sus gestiones privadas al amparo de lo público.   

No saben de moralidad ni de ética, ni les importa. Es el dinero su único estandarte por el que traicionan lo más altos valores de la convivencia social.

 

Porque no solo nos han robado nuestro dinero, también nos han robado nuestro pensamiento. Ya ni pensamos ni entendemos, nos han restado la capacidad para la crítica y la rebeldía. En cuerpos amorfos de intelectualidad alguna nos alojan. Mediocridad es lo que siembran porque cualquier otra cosa que no lo sea, les produce pavor y repulsa. Pueblos, gentes, todos ignorantes e incapaces. Es lo que sus sistemas anhelan para su correcto funcionamiento. Que nadie contradiga, ni nadie pregunte, que todos paguen lo que se les diga y punto. Y aquellos que ya no puedan pagar, que las moscas de la miseria les acompañen.

 

Que nos sigan confundiendo y engañando es solo cosa nuestra. Nuestra será, por tanto, la penitencia y la cárcel en la que nos quieren encerrar si lo consentimos.

 

No hemos de consentir en que nuestros sueños de libertad, de fraternidad y de igualdad sean truncados por un sistema inhumano y despiadado. Hemos de abandonar el miedo que nos han metido en el cuerpo y continuar la lucha. Que el abatimiento al que nos han conducido ha de ser reconstituido y reforzado con la fuerza de la verdad que ellos pretenden esconder bajo las alfombras de sus crímenes.

 

Hay que rebelarse ya o moriremos no solo de hambre porque no somos ovejas. Somos seres humanos, hechos a imagen y semejanza de Dios y, ellos, no son quienes para hacérnoslo olvidar. Pues nuestra dignidad es divina y a ello nos obliga. No vayamos contra la voluntad de quien nos creó y hagamos realidad sus mandatos.

 

¡Despertemos!


 

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