Halford John Mackinder
(1861-1947), geógrafo y geopolítico inglés expuso en 1904 su “Teoría de la Isla
Mundial” donde, como resumen, definía que esa gran isla mundial estaría
compuesta por un gran Continente formado por Europa, Asia y África. Después,
grandes islas como Gran Bretaña y Japón (Creciente Interior) y América y
Oceanía como creciente exteriores.
Afirmaba que dentro de la
Isla Mundial existe una gran zona central que se llamaría “Área Pivote” (Rusia)
y aseguraba que: “Quien gobierne en Europa del Este dominará el Área Pivote,
quien gobierne la Isla Mundial controlará el mundo”. “Cualquier poder que
controle la Isla Mundial controlaría más del 50% de los recursos del mundo. El
tamaño del Área Pivote y su posición central, le convierte en la clave para
controlar la Isla Mundial”.
A lo largo de la historia
podemos observar varias tentativas por controlar esa Isla Mundial: Imperio
romano; Imperio Carolingio; Imperio español; Napoleón; el Tercer Reich y lo que
yo llamo el protectorado anglosajón, a partir de la I y II Guerra Mundial y el
último intento: la CEE. Ninguno de ellos tuvo éxito por controlar esa Isla
Mundial, quizá porque ninguno pudo controlar el “Área Pivote” pese a sus
denodadas y reiteradas intentonas. Ni siquiera en ese intento de la CEE en el
que aún estamos y que ha fracasado con todo su falso esplendor por basar todo
en la economía como un fin único y último, olvidándose que la economía solo ha
de ser el medio para alcanzar la felicidad de los ciudadanos. Y lo más
importante de su fracaso: no haber incluido a Rusia, pues tan Europa es como
Portugal o España. Ese fracaso, ya manifestado con el abandono de Gran Bretaña
será rubricado si los EE.UU. consiguieran ganar la partida del TTIP.
El caso es que conocemos más
sobre un país de poco más de doscientos años, y que se halla más allá del
oceáno atlántico, que de Rusia que comparte el mismo territorio. El mundo
anglosajón-sionista se nos impuso en cada una de sus victorias bélicas en la
propia Europa y les hemos sido fieles y obedientes en todo cuanto ellos han
necesitado y más. Poco hemos influido en la política internacional siendo, tan
solo, unos “aliados” más. Como mucho, correa de transmisión de las órdenes anglosajonas.
Europa, los 27, no supieron zafarse de las garras del águila de cuello blanco.
El TTIP no servirá para defender los intereses europeos, servirá para defender
los anglosajones-sionistas. Por ello, Gran Bretaña, se va. Lo que necesite del
continente lo obtendrá y, además, de gratis, vía los EE.UU.
El corporativismo
anglosajón-sionista se constituyó y se mantiene gracias a la guerra. Sin guerra
no hay beneficios. Esta es la base de su dominación: la guerra y el saqueo de
cuanto se le pone a tiro. Su único interés es el beneficio para las grandes
multinacionales, para las grandes oligarquías que controlan este mundo en base
a gráficas en las que ellas nunca pierden. Ahí tienen ustedes la historia
pretérita y toda la zona del Medio Oriente en el presente.
La cuestión es que Rusia no
ha estado garbillando agua. Rusia ha sabido ampliar hacia el oriente toda su
influencia y el territorio es lo suficientemente grande como para contener a muchas
Europas de los 27. Sus alianzas con otras grandes naciones, incluidas China y
la India, están dando la razón a Mackinder y es la propia Rusia quien está
conformando el Área Pivote y, más temprano que tarde, Rusia gobernará la Isla
Mundial. Le pese a quien le pese y este quien este.
Alemania y Francia ya están
dando los pasos para el acercamiento con Rusia y se mantienen más encuentros
que nunca. Seguros de que ese es el camino y no otro.
Lo que me pregunto es dónde
está la geopolítica española. Lleva enterrada más siglos que el Cid y no hay en
el espectro político español nadie con algo de amplitud de miras y que se eleve
sobre tanta mediocridad de nuestra clase politica. Ocho meses sin gobierno y lo
que nos queda. Un país en bancarrota y esos politicuchos centrados en conservar
el sillón al coste que sea. España debiera, per se, de contar en esta historia
de la geopolítica internacional, pero, a pesar de nuestra influencia en tan
vastos territorios de este mundo, se prefirió controlar el cortijo de parte de
la península ibérica, guerras civiles incluidas. En eso llevamos siglos, centrados
en los negocios particulares de cuatro sabandijas que no nos dejan ni respirar.
Con índices más del tercer mundo que de este en el que dicen que estamos. Lejos
quedó el Real de a Ocho que fue la primera divisa de uso mundial durante más de
cuatro siglos.
Así que continuaremos en la
ignorancia forzada, pero, eso sí, desfilaremos y procesionaremos en cuantas
fiestas y romerías hayan en nuestro pueblo y los vecinos, rendiremos pleitesía
a vírgenes y santos que tanto hacen por nosotros, los míseros siervos de la
conformidad de los más tontos.
Una Nación dormida, nunca
será un Estado y un Estado dormido será pasto de moscas y mosquitos, de
corsarios y piratas de fuera y de dentro. Después vendrán las hambrientas y
risueñas hienas a llevarse los restos que esparcirán por los suelos secos y
áridos de lo que pudo ser y no fue. Un Estado sin proyecto alguno, ni interno
ni externo, no va a ningún sitio. Lo que se pueda estar escribiendo en la
bitácora actual es de una banalidad total, no hay aspiración alguna más allá de
la mediocridad a la que nos han conducido y en la que parece que estamos tan
contentos y felices. ¡Lástima de País!
¿Geopolítica? ¿Eso qué es?
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