Cierto aroma a izquierda parece emanar de la remodelación que, del gabinete de gobierno, ha hecho su presidente José Luís Rodríguez Zapatero. Dos aspectos, uno el de la comunicación y otro el de la política, parecen ser los puntos fuertes para afrontar los continuos retos electorales de aquí al 2012.
Qué duda cabe que la gestión de la comunicación de esta crisis económica y financiera no ha sido la más acertada. Habíamos desbancado a Italia del 8º puesto del ranking mundial y estábamos a punto de alcanzar a Francia (donde se jubilan cinco años antes que nosotros). El pleno empleo era cuestión de días. No nos paraba ni la madre que nos parió. Se comenzó negándola, para pasar después a que nuestra situación era mucho mejor que la de los demás. Incluso podíamos dar lecciones, no sólo a Europa, sino al resto del mundo, sobre los buenos controles que el Banco de España ejercía en nuestras finanzas.
No tardaron mucho en ponernos las cosas en su sitio. Y los bancos alemanes, franceses y holandeses, además del F.M.I., empezaron a reclamar sus intereses y préstamos. Antes sacaron los colmillos con Grecia, absorbiéndoles hasta la última gota. Fueron a por nosotros y por ser que nuestra quiebra hubiera supuesto la de Europa, nos dieron cierto margen. Sólo tres meses fue el tiempo necesario para que Zapatero tuviera que renegar de todo lo dicho. Obligaron a tomar las medidas antisociales que todos conocemos. Congelación de las pensiones, rebaja de los salarios a los funcionarios, pérdida de derechos y prestaciones a los trabajadores en beneficio de las empresas, recorte de las inversiones estatales así como de la reducción del gasto corriente. Y el paro creciendo sin vislumbrar su caída. Un plan de ajuste para bajar al 6% nuestra deuda en apenas 3 años. Y como no lo cumplamos, aviados vamos.
La cuestión está en que la cegadora inercia del corrupto desarrollo de los años anteriores no dejó ver la realidad del país y de lo que ocurría más allá. Alguien no había hecho bien su trabajo. Porque una misión primordial de la política es adelantarse a los hechos. Y si es necesario comprar una bolita de cristal se compra. La política no es tan sólo el día a día. Hay que ir más allá si se quiere que un país sea sólido y fuerte. Y después se explica.
En estos tiempos que corren, en los que la incertidumbre campa a sus anchas hay que tomar decisiones. Éstas pueden no entenderse o suponer contestaciones sociales, pero no por ello hay que dejar de tomarlas, y no me refiero a las ya tomadas sino a las que quedan por tomar...
Creo que si este nuevo gobierno exhala izquierda ha de tomar decisiones de izquierda. Y lo ha de hacer de forma valiente y con las explicaciones que fueran necesarias. Todo antes de seguir sucumbiendo, como lo están haciendo todos los países de nuestra esfera (todos son de derechas), al poder económico y financiero.
He leído artículos que vaticinan hasta guerra civil en EE.UU., que se va instaurar una moneda mundial única, que el Nuevo Orden Mundial que ya anunciara Nixon y tanto insistieran los Bush, está a punto. Que la reserva federal americana va a imprimir miles y miles de millones de dólares para comprar los tóxicos que aún les queda a los grandes bancos americanos. Repercutirá en las ya menoscabadas economías de los ciudadanos americanos, en mayor inflación, en mayores tasas de interés, en menor capacidad adquisitiva, en la depreciación del dólar. Ocurre que esos ciudadanos americanos están armados hasta los dientes y el Oeste lo tienen aún cerca en su historia. Y parece que ya están hartos. Se han dado cuenta del engaño financiero, del engaño bancario, del engaño de la FED. Los últimos cien años los han estado engañando a destajo (lo último las torres gemelas, Afganistán, Irak), cien años en los que esos ciudadanos han derramado mucha sangre (I y II Guerras Mundiales, Vietnam). No ven en la cárcel a los que han estado firmando y firmando los papeles que, a ellos, les han hecho pobres (los están dejando hasta sin vivienda). No ven que la justicia esté actuando con firmeza y rapidez. Son conscientes de la bancarrota en la que está su país; ya no son la primera potencia económica mundial. Han sido sus ilustres financieros de Wall Street los que han inundado a su economía y a la del mundo entero de la basura financiera para ellos quedarse con todo el dinero, vía ayudas de los Estados, vía de la compra de oro que se está llevando a cabo en todo el mundo (las últimas reservas de los ciudadanos). Quizás vuelvan a instaurar el oro (nunca se debió dejar perder) como valor de cambio, cuando sólo ellos lo tengan… Las élites que no paran… de jodernos a todos.
Vivienda que allí, en EE.UU., cuando no pueden pagarla ésta se la queda el banco y santas pascuas –bastante es-. Aquí en España, los bancos y las cajas son más avaros, además de quedarse con ella te exige la devolución integra de la hipoteca. Porque aquí no se formaliza un préstamo hipotecario, aquí se formaliza un préstamo personal con garantía hipotecaría. Dos en uno que se llama. Por esto podría empezar nuestro nuevo gobierno, modificar este sin sentido de las hipotecas españolas, que sólo responde a la codicia y a la avaricia bancaria… Es de izquierdas.
Y ya que estamos con la vivienda, a pesar de que el Ministerio de la Vivienda haya desaparecido, pasando sus funciones al de Fomento, tendría que asumir las competencias sobre las CC.AA. y Ayuntamientos. Capacidad para poder autorizar o no aquellos casos en los que éstas y estos disparan la construcción de miles y miles de viviendas (siempre bajo pretextos que no se sostienen), innecesarias y que nos van a privar de algo tan básico como es el Paisaje, nuestro único gran valor. Es el no repetir el modelo que ya conocemos más que de sobra. Es dotar de las competencias para poder intervenir en el desarrollo urbano del País y no dejarlo al arbitrio y al negocio de unos pocos. Un poco de federalismo que se llama. Y extenderlo a la salud y a la educación. Son, los tres, aspectos esenciales en la cohesión, en el crecimiento sostenible y racional en la economía y en la socialización de nuestro país… Es de izquierdas.
Luego tenemos el fraude fiscal de este País. Sólo en las rentas por alquileres de viviendas se estima en más de 200.000 millones de euros. Imagínese, estimado lector, la cantidad de fraudes fiscales en las empresas (desde hace años no necesitan presentar físicamente sus facturas, con lo fácil que sería su escaneo y al disco); de fraudes fiscales de los profesionales liberales, desde el fontanero hasta el médico que no hacen ni la tercera parte de facturas, son pobres según sus declaraciones de la renta; de fraudes fiscales de los que evaden el dinero a los paraísos fiscales (es poco edificante que, después de pillar a alguno y por el hecho de traerse los cuartos, se le perdonen las multas). En esto tendrían que afinar nuestros nuevos gobernantes, en acabar con el fraude fiscal. Proponer a Bruselas el cambio del color del billete de 500€, que afloren los escondidos y expliquen cómo los han obtenido. Es fundamental, es prioritario… Es de izquierdas.
Qué duda cabe que la gestión de la comunicación de esta crisis económica y financiera no ha sido la más acertada. Habíamos desbancado a Italia del 8º puesto del ranking mundial y estábamos a punto de alcanzar a Francia (donde se jubilan cinco años antes que nosotros). El pleno empleo era cuestión de días. No nos paraba ni la madre que nos parió. Se comenzó negándola, para pasar después a que nuestra situación era mucho mejor que la de los demás. Incluso podíamos dar lecciones, no sólo a Europa, sino al resto del mundo, sobre los buenos controles que el Banco de España ejercía en nuestras finanzas.
No tardaron mucho en ponernos las cosas en su sitio. Y los bancos alemanes, franceses y holandeses, además del F.M.I., empezaron a reclamar sus intereses y préstamos. Antes sacaron los colmillos con Grecia, absorbiéndoles hasta la última gota. Fueron a por nosotros y por ser que nuestra quiebra hubiera supuesto la de Europa, nos dieron cierto margen. Sólo tres meses fue el tiempo necesario para que Zapatero tuviera que renegar de todo lo dicho. Obligaron a tomar las medidas antisociales que todos conocemos. Congelación de las pensiones, rebaja de los salarios a los funcionarios, pérdida de derechos y prestaciones a los trabajadores en beneficio de las empresas, recorte de las inversiones estatales así como de la reducción del gasto corriente. Y el paro creciendo sin vislumbrar su caída. Un plan de ajuste para bajar al 6% nuestra deuda en apenas 3 años. Y como no lo cumplamos, aviados vamos.
La cuestión está en que la cegadora inercia del corrupto desarrollo de los años anteriores no dejó ver la realidad del país y de lo que ocurría más allá. Alguien no había hecho bien su trabajo. Porque una misión primordial de la política es adelantarse a los hechos. Y si es necesario comprar una bolita de cristal se compra. La política no es tan sólo el día a día. Hay que ir más allá si se quiere que un país sea sólido y fuerte. Y después se explica.
En estos tiempos que corren, en los que la incertidumbre campa a sus anchas hay que tomar decisiones. Éstas pueden no entenderse o suponer contestaciones sociales, pero no por ello hay que dejar de tomarlas, y no me refiero a las ya tomadas sino a las que quedan por tomar...
Creo que si este nuevo gobierno exhala izquierda ha de tomar decisiones de izquierda. Y lo ha de hacer de forma valiente y con las explicaciones que fueran necesarias. Todo antes de seguir sucumbiendo, como lo están haciendo todos los países de nuestra esfera (todos son de derechas), al poder económico y financiero.
He leído artículos que vaticinan hasta guerra civil en EE.UU., que se va instaurar una moneda mundial única, que el Nuevo Orden Mundial que ya anunciara Nixon y tanto insistieran los Bush, está a punto. Que la reserva federal americana va a imprimir miles y miles de millones de dólares para comprar los tóxicos que aún les queda a los grandes bancos americanos. Repercutirá en las ya menoscabadas economías de los ciudadanos americanos, en mayor inflación, en mayores tasas de interés, en menor capacidad adquisitiva, en la depreciación del dólar. Ocurre que esos ciudadanos americanos están armados hasta los dientes y el Oeste lo tienen aún cerca en su historia. Y parece que ya están hartos. Se han dado cuenta del engaño financiero, del engaño bancario, del engaño de la FED. Los últimos cien años los han estado engañando a destajo (lo último las torres gemelas, Afganistán, Irak), cien años en los que esos ciudadanos han derramado mucha sangre (I y II Guerras Mundiales, Vietnam). No ven en la cárcel a los que han estado firmando y firmando los papeles que, a ellos, les han hecho pobres (los están dejando hasta sin vivienda). No ven que la justicia esté actuando con firmeza y rapidez. Son conscientes de la bancarrota en la que está su país; ya no son la primera potencia económica mundial. Han sido sus ilustres financieros de Wall Street los que han inundado a su economía y a la del mundo entero de la basura financiera para ellos quedarse con todo el dinero, vía ayudas de los Estados, vía de la compra de oro que se está llevando a cabo en todo el mundo (las últimas reservas de los ciudadanos). Quizás vuelvan a instaurar el oro (nunca se debió dejar perder) como valor de cambio, cuando sólo ellos lo tengan… Las élites que no paran… de jodernos a todos.
Vivienda que allí, en EE.UU., cuando no pueden pagarla ésta se la queda el banco y santas pascuas –bastante es-. Aquí en España, los bancos y las cajas son más avaros, además de quedarse con ella te exige la devolución integra de la hipoteca. Porque aquí no se formaliza un préstamo hipotecario, aquí se formaliza un préstamo personal con garantía hipotecaría. Dos en uno que se llama. Por esto podría empezar nuestro nuevo gobierno, modificar este sin sentido de las hipotecas españolas, que sólo responde a la codicia y a la avaricia bancaria… Es de izquierdas.
Y ya que estamos con la vivienda, a pesar de que el Ministerio de la Vivienda haya desaparecido, pasando sus funciones al de Fomento, tendría que asumir las competencias sobre las CC.AA. y Ayuntamientos. Capacidad para poder autorizar o no aquellos casos en los que éstas y estos disparan la construcción de miles y miles de viviendas (siempre bajo pretextos que no se sostienen), innecesarias y que nos van a privar de algo tan básico como es el Paisaje, nuestro único gran valor. Es el no repetir el modelo que ya conocemos más que de sobra. Es dotar de las competencias para poder intervenir en el desarrollo urbano del País y no dejarlo al arbitrio y al negocio de unos pocos. Un poco de federalismo que se llama. Y extenderlo a la salud y a la educación. Son, los tres, aspectos esenciales en la cohesión, en el crecimiento sostenible y racional en la economía y en la socialización de nuestro país… Es de izquierdas.
Luego tenemos el fraude fiscal de este País. Sólo en las rentas por alquileres de viviendas se estima en más de 200.000 millones de euros. Imagínese, estimado lector, la cantidad de fraudes fiscales en las empresas (desde hace años no necesitan presentar físicamente sus facturas, con lo fácil que sería su escaneo y al disco); de fraudes fiscales de los profesionales liberales, desde el fontanero hasta el médico que no hacen ni la tercera parte de facturas, son pobres según sus declaraciones de la renta; de fraudes fiscales de los que evaden el dinero a los paraísos fiscales (es poco edificante que, después de pillar a alguno y por el hecho de traerse los cuartos, se le perdonen las multas). En esto tendrían que afinar nuestros nuevos gobernantes, en acabar con el fraude fiscal. Proponer a Bruselas el cambio del color del billete de 500€, que afloren los escondidos y expliquen cómo los han obtenido. Es fundamental, es prioritario… Es de izquierdas.
Hay varios temas más en los que habría que hacer grandes esfuerzos de racionalización y de coherencia pero lo dejaré para más adelante. Y gracias por su atención.
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