Cuando nos proponemos hacer un viaje
ésta es la primera pregunta que nos hacemos, ¿a dónde vamos? En función de la
respuesta prepararemos lo necesario y organizaremos una agenda con el día de
partida y de regreso, también qué haremos en las jornadas que dure el mismo.
Qué veremos, dónde comeremos, donde descansaremos, etc., etc.. Tendremos un
presupuesto con su consiguiente margen para los imprevistos que siempre surgen
y esperaremos el momento de nuestra salida. La aptitud es fundamental y hemos
de estar abiertos y preparados para la tolerancia y permisividad. Al fin y al
cabo se trata de una aventura donde los objetivos, por muy variados que
pudieran ser, no han de truncar las expectativas de todos los que nos
embarquemos en el mismo.
El ser humano inició un viaje nuevo
(antes hubo otros) hace unos pocos de miles años. El viaje aún continúa y los
signos que nos llegan nos hablan de contradicciones. Por un lado, de tiempos
apocalípticos y de trompetas sonando y, de otro, de cinturones fotónicos que
nos transformaran en seres con mayor evolución espiritual y de luz. También es
posible que esto último sea consecuencia de lo primero, ¿quién sabe? Es verdad
que un cocotazo a tiempo es buen compañero para la reflexión y la paz. Y sea
por no haber actuado correctamente.
El caso es que desde el tiempo de la
misteriosa civilización egipcia, seguimos con los mismos cánones. La casta
sacerdotal, aquella y la actual, son los mismos e incluso coinciden en todos
sus credos y genealogías. Mantienen sus ancestrales secretos y practican
mágicos rituales que sólo a ellos benefician. El sol como portador de la vida y
de un conocimiento que se nos escapa. Los egipcios, alumnos aventajados del
mundo babilónico y sumerio. En ambas culturas los dioses están presentes y son
su único suministro de conocimiento en todos los campos de la vida. Ra es el
mayor de ellos. Construyeron las pirámides sin que, a día de hoy, nadie alcance
a saber cómo. Su conocimiento y sus herramientas no alcanzaban a semejante obra,
ni queriendo. Además no eran edificios para enterrar a sus faraones y tampoco
eran edificaciones exclusivas, hoy se han encontrado, además de las del nuevo
mundo, en Europa, en China y hasta en el fondo del mar. De esta cultura egipcia
salieron los judíos y de estos las distintas sectas cristianas. Ambas
religiones bebieron de la egipcia. Quizás, por ello, las coincidencias de los
cuentos que nos han contado sean tantas.
La cuestión es que parece que nuestro
viaje está llegando a su fin. Ha durado algunos miles de años y nos
encontramos, casi exactamente, en la misma situación, en la misma conformación
social de la civilización que en el pretérito. Unos pocos son los ricos, los
que viven de putísima madre, los que nos limitan nuestro desarrollo, los que
mantienen, al precio que sea, las mismas estructuras de poder y de sojuzgar a
la gran mayoría. Incluso estos demoníacos seres (sirven a la oscuridad) se
atreven a decir que no es bueno tanto anciano sin trabajar, que no es buena
tanta población y están buscándonos la ruina.
Mucha gente ha tomado conciencia de
quiénes son realmente los violentos y los terroristas. Y sale a la calle y lo
anuncian y lo comparten con los demás. Son la masa crítica y a los viejos
poderes, con sotana y sin ella, no les gusta. Por eso, esa masa crítica ha de
crecer más y más y convencer al resto, que aún duerme, de que el camino por
donde nos están llevando nos conduce al caos. Porque es en el caos donde nos
quieren estos demonios. El caos para ellos no es más que un sacrificio a su jefe
el Satán. Siempre lo han hecho así, creando el caos. No dudan en mentir, en
hacer negro lo que es blanco; en confundirnos, en chantajearnos. Pero si
entendemos la verdad de qué va esto, nos despertaremos de tanta pesadilla.
Quizás estemos a tiempo para dar un giro a esta deriva. Hemos de exigir, cada
uno en su ámbito, la verdad, la posibilidad de vivir dignamente y en paz y el
necesario reparto de las riquezas de este mundo que no les pertenece sólo a
ellos y de las nuevas tecnologías que nos mantienen escondidas. Y siempre desde la paz.
No es fácil, nunca lo fue, pero estoy
seguro de que merecerá la pena. Todo lo que existe en nuestro Universo está
conectado, todo, y nosotros no somos ninguna excepción. Lo que elevemos con
nuestras ideas y conciencia es lo que nos será devuelto. ¡Despertemos!
Propongo la solicitud de dimisión en
pleno del gobierno español. Propongo nuevas elecciones nacionales, autonómicas
y locales. Propongo la salida del mercado común europeo y propongo no reconocer
ninguna deuda por INDIGNA (Aquella deuda que se contrae y que se permitió
contraer pese a saber que ocasionaría serios problemas a la economía y al
desarrollo del país que la solicitaba. Tiene además como requisito que el
organismo o país prestamista le resultara imposible no saber los efectos que
dicho crédito ocasionaría al receptor)
Ellos se harán pasar por tontos,
nosotros no.
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