Creo que ya no quedará ningún
español sin saber quiénes son los verdaderos mercenarios de la política en
España. Son precisamente aquellos a los que la boca se les ha estado llenando
de arengas sobre el patriotismo, sobre España y los españoles. Es una plaga que
dura siglos y siglos y que nadie ha podido
aún fumigar.
Son como aquellos miembros de
una secta judía que afectaba rigor y austeridad, pero eludía los preceptos de
la Ley, y, sobre todo, su espíritu. Son los fariseos de entonces y de siempre,
los judas de cualquier organización, de cualquier Nación.
Son como la hipocresía más
pura, fingiendo cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente
se tienen o experimentan por todos los demás.
Son como la mentira y que se
manifiestan contrarios a lo que se sabe, cree o piensa. Ellos se erigen como la
única verdad posible, la imponen con fuego y con saña.
Son los mercenarios que
siempre anidaron en esta vieja España. Los que bien cobran “sus servicios” aunque
supongan la ruina de los demás. Son estafadores por excelencia y de la estafa
se han servido siempre, de la estafa y del chantaje. La carcoma que ha corroído,
desde siempre, a este desgraciado País.
Se han servido de dioses e
iglesias que son como ellos, mercenarios de la fe que bien que les posibilita
el atesorar riquezas y privilegios. Ninguno de ellos ha trabajado nunca y ni
han tenido que enfrentarse con la miseria y con la desesperación más absoluta.
Jamás. Ellos, predispuestos, ya nacen en el nido donde las víboras de la
gorgona les alientan a mentir las veces que sea necesario con tal de conseguir
que la mentira se considere verdad. A ellos nunca alcanza la pobreza, la
pobreza no está hecha para ellos. Ellos son los que la provocan con el objetivo
de doblegar las voluntades y obtener las mayores ganancias. La confusión es una
de sus armas más poderosa y se prodigan en difundirla, para que las buenas
gentes caigan en sus mentiras y no alcancen a diferenciar lo bueno de lo malo,
lo público de lo privado.
Su preocupación está en
ocupar la mayoría de los cargos en todos los organismos que tengan poder. Es el
poder lo único que ambicionan. Es el poder que ellos tergiversan y manipulan
hasta convertirlo en mero súbdito suyo. Son mercenarios y ambicionan toda
riqueza, es el dinero su único afán. A ellos, nunca interesó las gentes que
hacen posible que todo funcione. Las gentes, que no son más que la esencia de
ese Poder y de esa Nación. Las gentes, que sufren y padecen sus infames designios
y sus leyes intencionadas. Las gentes, a las que habría que servir para lograr
su bienestar y felicidad, que ese debiera ser el único objetivo loable del que
entiende la política como un servicio público, que no es otra cosa. Pero ellos
son mercenarios y se sirven de esos ciudadanos para arrebatarles lo que sólo es
de ellos, lo que de su trabajo ha sido posible y puesto en común. Nunca
entendieron el bien común, nunca nadie les enseñó qué era eso. Ellos se aplican
gustosos en su propio bien privativo para que los demás sólo seamos sus
esclavos.
Se creen importantes los
mercenarios cuanto más roban y atesoran ellos. Saben que su dinero (Que es el
nuestro) es la mejor arma inventada para su saqueo. Son el botín de sus guerras
que siempre van contra la mayoría de la gente. Ellos nunca han servido a
ninguna nación, ellos siempre se sirvieron de ella para su latrocinio. De ahí
sus fortunas. Las guardan lejos para que nadie las conozca y sepa. Ninguna
fortuna se obtiene por el trabajo honrado, ninguna. Pero no hay justicia que
los ajusticie. Porque la justicia también es suya y la manipulan y la cercenan.
La chantajean y la compran.
Que tengamos paciencia dice un
mercenario tonto y cobarde, como si a más de 6 millones de desempleados les
quedara algo de esa paciencia que pide. Como si los cientos de miles
desahuciados y endeudados para el resto de la vida, fueran a tener alguna posibilidad
para rehacerlas. Como si al resto de los 16 millones que aún trabajan no los
fueran a despedir en los próximos dos años. Como si los mayores de 50 años
pudieran volver, algún día, a trabajar. Como si los muertos fueran a resucitar
de las tumbas del sistema que él defiende. A él le importa un bledo, a él nunca
le falta. Siempre le llovieron sobres, como a todos los mercenarios. Tras más
de cinco años, a su cinismo no se le ocurre ninguna otra idea. Nunca la tuvo, sólo
mentiras y mentiras. Conseguir el poder y la inmunidad que procura. Sobre todo
en situaciones internas, donde está claro que sólo son mercenarios de la política
y que han cobrado de todos y por todos.
España y Patria, Patria y España,
¿De quiénes?, pregunto. No cabe ninguna duda, es de los mercenarios que la han
llevado y la llevan a la situación actual donde el esfuerzo y la miseria
siempre es del mismo. Los mercenarios nunca sufren ni padecen las desgracias,
que por algo saben bien aprovechar el infortunio de los demás para el suyo
propio. Y se hacen más ricos y poderosos y su dolor por España es bastante más
pequeño, un leve y pasajero dolorcito de cabeza.
Porque para ellos, España es
sólo la realidad que ellos viven día a día y nada tiene que ver con la España
que padecemos todos los españoles que no somos ni mercenarios, ni ensotanados, sólo
meras estadísticas. Porque, por encima de todos ellos, somos personas, seres
humanos con toda la dignidad y con todo el derecho a vivir nuestras vidas con
los recursos apropiados. Y que ni ellos, ni otros como ellos, tienen el más mínimo
derecho a arrebatarnos. Todo lo contrario.
Has de saber que en los últimos
días sobrevendrán tiempos difíciles, porque habrá hombres egoístas, avaros,
altivos, orgullosos, maldicientes, rebeldes a los padres, ingratos, impíos,
desnaturalizados, desleales, calumniadores, disolutos, inhumanos, enemigos de
todo lo bueno, traidores, protervos, hinchados, amadores de los placeres más
que de Dios… (3.1 Epístola II de Pablo a Timoteo)
Son los mercenarios de la
política. Échenlos de sus vidas. Nunca les deleguen su poder, lo utilizarán en
su contra. Es lo que siempre han hecho.