Este triunvirato ha sido y es
para algunos la base de lo que consideran “Sus principios más sagrados”. Han
dedicado la vida a su más estricta observancia. Observancia –ciega-, eso sí,
pues ese dios no parece que sea Dios, si no más bien un sucedáneo, esa patria
ahora pertenece a Bruselas y a los mercados y el Rey igual ni termina su
reinado impuesto por el dictador.
Dios, Patria y Rey; Santiago
y cierra España; Santiago Apóstol, el matamoros, patrón de España; Una Grande y
Libre; Por el Imperio hacia Dios; Arriba España. Terminologías que no son
eternas porque no amparan ninguna verdad. Simbologías usadas e impuestas para
forjar cerebros, para manipular voluntades y sobre todo para limitar las
libertades y crear masas de adictos incondicionales.
Batimos todos los récord en
cuanto al cumplimiento de tales principios, pues llevamos más de quinientos
años con la misma historia. Sobresalimos en ser la “Reserva espiritual de
Occidente” y no hay país en el mundo con más procesiones, romerías y rogativas
que éste. Sería harto difícil entender tales manifestaciones si no es por que
todas ellas van, obligatoriamente, acompañadas de buenos manjares y comidas. Y
otra cosa no, pero, beber y comer morcillas, jamón, chuletas a la brasa, buenos
quesos curados y paellas de conejo, eso se nos da de maravilla; y si le ponemos
música a 300 decibelios, la cosa es una fiesta de cojones. Nunca entendí que
ambas cuestiones fueran siempre juntas, nunca me pareció serio, ni siquiera,
compatibles. Adorar falsas imágenes junto con el hedonismo propio de la jarana.
Lógicamente, la mayoría de todas esas manifestaciones se hacen cuando la
primavera asoma y continúan hasta el fin del otoño, que los inviernos son
desapacibles para sacar a los santos y santas a pasear por el campo. ¿Irían las
mismas gentes si no hubiera fiesta?, ¿Irían se fuera invierno y el calorcito no
acompañara?
Este Dios que algunos, hace
ya más de 1700 años, se inventaron a su imagen y semejanza, ha sido un Dios
impuesto por la violencia y el chantaje y demasiada sangre derramada en su
nombre. De no haber creado a la santa inquisición, no serían quiénes son.
Asesinaron a los que no pensaban como ellos, los embargaron, los encarcelaron.
El miedo era la mejor arma para su objetivo de dominación sobre las voluntades
libres. No había lugar a opinar diferente. Impusieron diezmos obligados que,
aún hoy, mantenemos en el IRPF. Era y es un chollo poner a Dios por delante.
¿Quién se va a oponer a Dios? ¿Quién es el guapo que va a contradecir la
palabra de Dios? Y un aderezo importante en el guiso, es la ignorancia del
personal. No hubo escuelas públicas hasta bien entrado el siglo XX y aún hoy
vemos cómo pretenden eliminar todas aquellas que no sean las suyas. Les es muy
importante la educación para seguir adocenando y aborregando a las mentes más
tiernas. Y la beneficencia, que no se olvide, como si nos dieran algo que no
nos pertenece.
Este Dios siempre ha estado
junto al poder, si es monárquico o dictador, mejor que mejor, que la tradición
es muy importante para forjar las mancilladas voluntades. Y sus guerras las
convierten en cruzadas, como la civil que provocaron con el único interés de no
perder sus privilegios, ni riquezas, amenazados por un sistema de gobierno
Republicano en donde lo que se pretende, siempre, es que lo que pertenezca al
pueblo sea siempre del pueblo y no de los infinitos intermediarios, sean de ese
dios o de las oligarquías empresariales y financieras.
Para terminar con esta unidad
del triunvirato, le diré más: Todo eso de ese dios y de esa iglesia no es más que una gran mentira. Son los
mayores tergiversadores de la Historia, de la verdad histórica. Todos sus ritos
son copiados de otros más antiguos, así como sus grandes verdades, que también.
Por eso es tan importante la ignorancia y “su educación”. Al ignorante se le
puede manipular, no así al que descubre cuáles son sus bases ideológicas y de
fe. Y el negocio hay que mantenerlo al precio que sea, les va la vida en ello.
Por que esto que llaman religión, no es más que un negocio de unos listillos
sobre los más burros de la clase. Al fin y al cabo a aquellos y a los que son
como ellos, sólo les interesa el brillo dorado del oro y el dinero en metálico,
les da igual la moneda y su procedencia. La cuestión es tenerlos en abundancia.
Y lo más grave de todo esto es cómo juegan con las buenas voluntades de la
gente, cómo se aprovechan de su bondad e inocencia y cómo manipulan el espíritu
que llevamos dentro para impedir que nos acerquemos, de verdad, al Dios
verdadero.
Después tenemos al Rey y su
aristocracia, que eran los que los anteriores decidían que fueran y no otros.
Es el poder mundano para hacer los trabajos más sucios. Son los recaudadores y
los ejércitos y policías para extender la dominación más allá de los espíritus,
por la violencia de la fuerza y para mantener el “Orden público” que a ellos
tanto beneficia. También gustan de los brillos dorados y de dineros en
metálico, que, a diferencia con los ensotanados, que sí cuentan con banco
propio, éstos necesitan de los paraísos fiscales para evadir el dinero.
Comisionan de todo trato sea éste bueno o malo para la plebe y los guardan en
esos paraísos donde su propia Hacienda no los encuentre. Violan las mismas
leyes que hacen y hacen recaer en sus pueblos todo el peso de sus desmanes, con
hambre, desempleo, suicidios, desahucios y la pérdida de unas pocas migajas
conseguidas en la educación, en la sanidad y en la dependencia de los viejos y
viejas que, una vez más, han de ser los que hagan un esfuerzo más en mantener a
sus hijos y nietos. Éste rey que impuso el dictador, que juró los principios de
aquel movimiento nacional, también es católico, como todos los que antes fueron
y profesa de esa religión falsa e hipócrita.
Y la Patria. La Patria, ¿De
quién? Todos los anteriores han utilizado esta palabra en falso intentando
apelar a un sentimiento primario de Nación, cuando ellos lo único que han
sabido hacer es esquilmarla y robarla y asesinarla. A diferencia de otros
pueblos, éstos no supieron ni conservar el más mínimo lazo con todos aquellos
territorios que, el azar de la Historia, convino en poner en sus manos. Mezquindad
y mediocridad, como la que hoy vivimos y sufrimos. Nunca tuvieron la más mínima
generosidad con “su pueblo”, nunca repartieron nada, bien al contrario. Todo queda sujeto y bajo los intereses de ese
dios, de esa monarquía y de esos aristócratas y oligarcas. ¡Así nos va! En esa
Patria no caben los que piensan diferente, los que cuentan con su propio
criterio y opinión, no caben los que vienen a joder el negocio secular
establecido. Es mejor una Patria de obedientes y sumisos a lo que se les diga,
aunque sea mentira, que ellos velan por todos.
Apelan, algunos, a la
tradición como seña de identidad. ¿Tradición de qué? Si todo no son más que
mentiras y mentiras. Si todo no es más que para sigamos siendo pobres,
menesterosos, sin derechos, ni dignidades, sin educación libre de preceptos y
axiomas prejuzgados por ellos y su poder, sin siquiera para curar nuestras
heridas y enfermedades. Dame pan y dime tonto. Es lo que les gusta, y que les
demos las gracias con la genuflexión adecuada y si es posible les besemos la
mano que nos extienden.
Ellos gustan de privilegios y
exenciones porque se creen superiores al resto. Todo “Por la gracia de Dios”.
Sólo pedimos Libertad, Igualdad
y Fraternidad. No más privilegiados viviendo del trabajo de los demás, no más
comisionistas, ni vividores del esfuerzo de todo un pueblo. Ni especuladores,
ni corruptos legales. ¡Justicia! Y verdadero reparto de la riqueza y de los
impuestos.
Este viejo pueblo ha de sacudirse
el polvo de tantos SIGLOS injuriado, menospreciado, despojado, atracado,
engañado. Este viejo pueblo ha de despertar de ese sueño al que lo tienen
sometido, de ese sueño que no es más que una pesadilla que nos mantiene
atontados.
¡DESPIERTA PUEBLO ESPAÑOL!
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