martes, 21 de mayo de 2013

EUROPA, LOS DRONES Y LA VISITA DEL MERKEL AL PAPA



Usted ya conocerá que existen un tipo de aviones llamados Drone. Son tan polivalentes que no necesitan ni de tripulación y lo mismo te toman unas buenas fotos panorámicas, que te arrojan bombas o los modernos misiles o quizás un poco de ambos. Los hay de todos los tamaños y gran número de países ya los cuentan por decenas. No son baratos pero, abaratar su mantenimiento y coste, es sólo cuestión de tiempo. Al margen de su utilización en las misiones de guerra o de espionaje, hay que reconocerles su utilidad cuando se trata de misiones arriesgadas y con claro peligro para las personas. Repetimos aquello de que depende del uso que hagamos del invento, éste será bueno o malo en cuanto beneficie o no a la humanidad. Pronto la aviación comercial no necesitará de pilotos en sus aviones.

Este es un claro ejemplo más de cómo el progreso tecnológico libera al hombre de realizar trabajos que pueden poner en riesgo su integridad física. Es extensible a infinidad de puestos de trabajo que, hoy, son realizados por máquinas y no sólo por ahorrar fatigas o los posibles peligros si no también eso que conocemos como costes de producción. Donde antes se necesitaban muchas manos, ahora simplemente, no hacen falta. ¿Significa esto que a mayor desarrollo tecnológico es el hombre menos necesario? Por supuesto.
Lo que ocurre con esa mano de obra, que no son máquinas si no personas, es que son expulsadas del sistema de producción, del mundo laboral, sin una alternativa que procure el dinero necesario para la supervivencia del individuo y su familia. Al poco le son robados todos sus bienes y cae a lo más bajo de la sociedad: La pobreza. Y ésta lo conduce al abandono y a la ignorancia de amigos y familiares: No Tiene Dinero.

Algo parece que no funciona correctamente en esta historia. El primer error lo encontramos en considerar la mano de obra como un elemento más en el sistema productivo al igual que a cualquiera de las máquinas que en él intervengan. Así, esa mano de obra, es expulsada del sistema como cuando una máquina ya no funciona y no es capaz de realizar correctamente el trabajo para la cual fue creada. La máquina es eliminada y reutilizados todos sus componentes. Pero, ¿Y la mano de obra? ¿Qué hacemos con el individuo? Como mucho se le cubre un tiempo con ayudas económicas que acaban muy pronto (En aquellos países que lo pueden pagar) y entonces ¡Bualá! Todo un ser humano, inteligente e irrepetible, tirado a su suerte, a una sociedad que lo denigra y abandona. De nada le sirve a este individuo que haya dedicado esfuerzos y años de estudio en formarse lo mejor posible. No hace falta en el proceso y como esto no es bastante, se le arrebata todo aquello de lo que fue capaz de hacer suyo, se le embarga y desahucia.

Desde que empezamos a construir máquinas viene ocurriendo así. Unos 200 años y no hemos sido capaces de dar solución. El sistema económico que nos gobierna no lo permite, sencillamente por que a este sistema lo único que le interesa, de verdad, son los beneficios, el dinero que pueda ganar y, cuánto más gane, más poder para influir en las esferas del mismo y exclusivamente para beneficiarse aún más en un bucle lleno de maldad e inhumanidad.

La paradoja de todo esto es que, sin el trabajo de los obreros, de los jornaleros, de los asalariados y autónomos, nada de eso es posible.

En Europa lo estamos sufriendo. El poder del dinero hizo que las empresas se deslocalizaran a otros lugares del mundo donde esa mano de obra, tan necesaria, es mucho más barata. Así sus productos les supondrán muchos más beneficios con menores costes. Para conseguir tal empresa, es necesaria la implicación del ¿poder democrático?, así gobiernos fieles a los principios del capital facilitan que esos desmantelamientos tengan lugar, sin valorar cuáles serán los costes humanos de uno y de otro lado. A ellos eso no les importa, sólo los balances y los resultados económicos. Mientras, la vieja Europa avanza desde su sur a su norte al encuentro de los siglos pasados del medievo, buscando repetir la oscuridad y la fe de la ignorancia.

Los nuevos operarios son vilmente esclavizados y sus sistemas de gobierno arcaicos y/o no democráticos ven cómo se enriquecen por las prebendas ofrecidas por los nuevos y, ahora sí, ricos colonizadores. Ni tan siquiera un poco de seguridad en los edificios donde, por una miseria, entregan sus vidas.

La realidad es que todos esos avances tecnológicos podrían beneficiar a todos, pero sólo lo hace a unos pocos. Hoy no sería necesario trabajar más de 3 días a la semana y si lo permitieran “esos ocultos poderes” podríamos desarrollar muchas otras cualidades que nos mantienen ocultas. Ellos velan por mantener su hegemonía y que la economía les sirva sólo a ellos. Si consideramos al planeta como una gran empresa y sólo con la tecnología que conocemos –hay más oculta- habría que hacer un ERE para eliminar a 4 ó 5 mil millones de los 7 mil que somos. En eso parece que están y este es el valor que le dan a la criatura por excelencia de la Naturaleza, al hombre y a la mujer hechos a imagen y semejanza de Dios. Esos congéneres de los poderes ocultos, ¿A qué Dios sirven?

En sólo 45 minutos el desprecio a las personas se manifiesta como cuando la Merkel va a visitar al Papa católico y le dice:
“La economía está para servir a la gente y en modo alguno ha sido este el caso durante los últimos años”.
“Las crisis estallan porque no se respetan las reglas del mercado social”.
“Los diferentes mecanismos de control no han funcionado correctamente”.
Y el colofón: “Estamos progresando pero en modo alguno hemos llegado a un punto en el que podamos descartar un descarrilamiento similar en un futuro”.

En las tres primeras frases entona el mea culpa para en la última sentenciar que todo seguirá igual o peor. Desfachatez donde las haya y poca vergüenza. En septiembre los ciudadanos alemanes tendrán la oportunidad para mantener a este monstruo al frente de su política o mandarlo a la obscuridad de las mazmorras.

No le voy a decir qué le hubiera dicho yo de ser el Papa, aunque pensándolo bien, mejor no le diría nada, que muchos son mis intereses y riquezas en juego y, total, el dinero es tan Dios nuestro como el Otro. El Dios dinero, teniéndolo, nos complace y enaltece y al Otro le rezamos de espíritu a espíritu y se conforma.

¡Amén!, hijos míos, ¡Amén! Y seguid rezando mientras tanto.

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