Desde hace siglos, grupos
reducidos de gente pero muy poderosos y muy ricos han estado y están, aún más
en la actualidad, trabajando con un solo fin que se le conoce como “UN NUEVO
ORDEN MUNDIAL”.
Esos grupos de gente no han
escatimado recursos ni esfuerzos para conseguirlo. Sus descendientes siempre se
han mantenido fieles a los objetivos iniciales de sus antepasados. Hoy son más
poderosos que cuando unos pocos de ellos decidieron acometer esa empresa que
sabían les llevaría siglos de espera, de paciente espera.
Han provocado guerras, hambres,
pestes, crisis económicas; han evitado desarrollos tecnológicos que hubieran
significado un antes y un después en las relaciones humanas. Han variado la
naturaleza de las cosas y destruido ecosistemas completos. Han manipulado las
voluntades de millones y millones de personas con el fin de que sus preceptos
fueran admitidos como verdaderos y positivos. Han constituido entidades
supranacionales para eludir los controles de aquellas naciones más beligerantes
con sus indicaciones e imposiciones. Controlan todos los medios de comunicación
escritos, audiovisuales, radiofónicos y la Internet. Controlan a la gran banca
mundial y a las grandes multinacionales. Su poder en el mundo ya es
incuestionable. Sólo les queda dos cosas por hacer en la culminación de su
secular empresa: que desaparezca el dinero en metálico y que nos puedan
implantar un chip electrónico en el brazo, bajo la excusa más imbécil. Ambas
cosas están más cercanas de lo que podamos imaginar. Y nuestra esclavitud será
total, sin barrotes, sin jueces ni vigilantes, por un trozo de pan duro haremos
lo que ellos quieran.
Lo que yo siempre me he
preguntado es ¿Por qué? Por qué un grupo de unas 60 ó 70 personas, y siglo tras
siglo, tiene como meta ese objetivo de Un Nuevo Orden Mundial. No es que no
estaría mal un nuevo orden, es la forma, los medios empleados hasta ahora para
cumplir con su objetivo y el final predecible que se intuye. No son los seres
humanos los que vayan a beneficiarse de ese nuevo orden mundial, no lo parece
ni de perfil. El curriculum que les precede no apunta para nada en esa dirección.
¿Entonces?
¿Sería acaso tal colosal empresa
para dar satisfacción a quienes puedan creerse dioses? ¿Juegan a ser dioses?
¿De qué tipo de dioses? Qué fuerza sobrenatural es la que los ilumina en la
consecución de tal empresa. Y, esa fuerza sobrenatural, ¿De dónde procede o de
quién?
Porque llevan siglos
trabajándose el asunto y el mundo no está mejor, si no todo lo contrario. Quizás
se trate de eso, de empeorarlo de tal forma y manera que sus soluciones sean
acogidas como agua de mayo. Son ellos los que han provocado la situación del
mundo en nuestros días y ¿Serán ellos los que nos provean las soluciones? Raro,
raro. Todo resulta contradictorio y mosqueante. Quizás hayan pisado el pedal
del acelerador para dar por cumplida la misión lo antes posible.
Así que, aquel despertar de
las Humanidades en el Renacimiento, se fue diluyendo hacia la pesadilla
mercantilista en la que estamos sumidos. Ese poder sobrenatural, sólo conocido
por esos 60 ó 70, nos ha conducido a ser sólo una mano de obra esclava y
excedente. A ser nosotros el problema y ellos la solución a través de ese nuevo
orden mundial, donde sólo quedaran los justos y necesarios ¿Ciudadanos? para
que estas élites puedan dormir tranquilos sin pensar que este mundo se va a
quedar sin recursos para todos. También así, su pensamiento y filosofía no
conocerán de rivales, que siempre es más cómodo y sus riquezas, fortunas y
propiedades no correrán peligro alguno.
Yo no se usted qué puede
pensar de todo esto o si ha llegado incluso a planteárselo. El caso es que para
mí, ese nuevo orden se lo podrían meter donde les cupiera. Porque yo hubiera
preferido que la efervescencia de las artes y de las humanidades del
Renacimiento hubieran seguido desarrollándose al infinito. Que las cuestiones
mercantiles y financieras, se hubieran quedado sólo de apoyo para que todas las
capacidades evolutivas contenidas en nuestros míseros cuerpos, hubieran tomado
las alas del infinito universo. Un orden que impusiera la solidaridad y la
protección de las necesidades vitales de todo humano, por encima de las
meramente dinerarias. Ese maldito dinero ideado por ellos para dominarnos.
Así, cuando todas las
posibilidades de crecimiento evolutivo están garantizadas, es posible hablar de
un nuevo orden mundial, donde el ser humano es el centro y el beneficiario de
todo cuanto le rodea. ¿O no fue creado para ello?
“Y creó Dios al hombre a
imagen suya, a imagen de Dios lo creó, y los creó macho y hembra“. (Génesis)
Entiendo, pues, que hay otra
fuerza distinta a este Dios del que somos parte, y que, desgraciadamente, es la
que nos está ganando la batalla.
No se trata, entonces, de un
nuevo orden mundial, si no que más bien se trata de un DESORDEN MUNDIAL, que
tenemos ante nuestra narices.
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