Hoy, 20 de febrero de 2014, Cartagena y su Comarca tienen un
compromiso, un acto de responsabilidad individual y colectiva, una forma
ejemplar de ejercer la democracia que se nos niega. Es el momento de actuar, no
ya con un voto depositado en una urna cada cuatro años, sino como un colectivo
social que se une y toma las calles para exigir lo que considera justo y le
corresponde por dignidad y derecho.
Es demostrar a los elegidos por aquellos votos, que éstos no
son un vale en blanco, que esos votos no dan toda la legitimidad para ir contra
los intereses de los ciudadanos. Y que, cuando estos personajes buscan el
refugio y la justificación en ellos, el pueblo puede retirarles aquellos
apoyos. Porque es el PUEBLO el único SOBERANO, no lo olviden nunca.
Es un ataque a nuestra dignidad de ciudadanos, que en su
momento pagamos la construcción y ampliación del hospital de Sta. María del
Rosell, lo quieran, ahora, cerrar o transformar en cualquier otra cosa que no
sea un hospital. El haberse construido otro hospital, también por las presiones
ciudadanas y por las necesidades hospitalarias objetivas de una población que
alcanza picos de más de medio millón de usuarios, no es justificación para el
cierre o transformación del primero en no se sabe cuántas propuestas ocurrentes,
según el día. Este segundo hospital también lo hemos pagado los ciudadanos con
nuestros impuestos. Que nadie nos ha regalado nunca nada.
Que momentos puntuales y predecibles en el calendario,
supongan el colapso de los servicios del hospital de Sta. Lucía es un claro
ejemplo de su insuficiencia. No pensamos qué podría suceder en situaciones de una
verdadera emergencia sanitaria, sería el caos. Listas de espera eternas, derivación
de pacientes a centros privados y estadísticamente necesidad de más camas
hospitalarias.
Que el pueblo de Cartagena quiera contar con dos hospitales a
pleno rendimiento no responde a ningún capricho. No somos los cartageneros
caprichosos. Pero tampoco hemos de ser, como hasta ahora, los que siempre
pierdan en el reparto de la tarta. Ya hemos perdido demasiado gracias a unos
dirigentes que, después de 19 años, han convertido a Cartagena en la Cenicienta
regional y a la Región Uniprovincial en la más pobre de España.
El despilfarro de unos nefastos gestores, sanitarios y no
sanitarios, no tenemos que pagarlo los cartageneros. Su incapacidad, su
ineptitud en la gestión es más que palpable y el cierre del Rosell, uno de sus
mayores ejemplos.
Los cartageneros tenemos hoy una oportunidad más y que ha de
ser definitiva para transmitir lo que necesitamos y lo que queremos. De nada
han de servir los intentos para boicotear y chantajear la opinión popular, pues
la manifestación de esta tarde ha de ser un clamor popular dirigido a quienes
han de dar satisfacción a la población y si no son capaces de cumplir con la
voluntad de los cartageneros, que presenten su dimisión.
Que de mentiras y engaños ya nos han enseñado bastante y ya
estamos hartos.
NO ES UNA MANIFESTACIÓN CUALQUIERA,
ES NUESTRO DERECHO A UNA SANIDAD DIGNA.
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