lunes, 20 de junio de 2016

FRANCIA, ¿EL ÚLTIMO BASTIÓN?


Aunque los medios de comunicación tienen instrucciones muy claras de cuál ha de ser el tratamiento a las informaciones sobre la lucha que los trabajadores franceses están llevando a cabo, tenemos otros medios a través de los cuales nos enteramos de esa realidad, de ese pulso que están llevando a cabo contra el sistema corporativo mundial. Y es para descubrirse ante tanta valentía.

Asistimos a un cambio, en todos los aspectos, de lo que las leyes han estado legislando hasta ahora. Estas leyes están siendo cambiadas en beneficio de la productividad y de las transnacionales corporaciones. El mundo se ha hecho mucho más pequeño y la globalidad creada ha sido solo para la economía de unos pocos. Así, el ser humano deja de tener consideración alguna –con lo que costó ganarlo- y ha pasado a ser un mero instrumento más de este sistema depredador y que, por donde pasa, no crece hierba alguna.

Primero, las corporaciones financieras y empresariales arrebataron a los Estados todas sus empresas nacionales a cambio de un precio pactado, anunciando “el pan para hoy el hambre para el mañana”. Segundo, trasladaron sus producciones a lugares más rentables económicamente y menos restrictivos con los sistemas de producción, ya en el aspecto laboral, ya en el medioambiental. Y tercero, modificaron y modifican aquellas leyes del viejo sistema europeo que velaba por el asalariado a cambio de mayores beneficios, para adaptarlo a esa globalidad que ellos controlan en exclusividad. No lo olvidemos, los Estados ya no tienen ninguna capacidad de intervención ni en sus propias economías, pues las posibles herramientas –empresas estratégicas- fueron liquidadas y están en posesión de la “Gran Corporación”. Además, nos obligaron a ceder las soberanías nacionales para su exclusivo beneficio porque, al fin y el cabo, quienes toman las decisiones importantes, en esos nuevos centros de soberanía multinacional, son nombrados por las propias corporaciones. A los Estados se les ha adjudicado el papel de modificar las leyes que ellos les dicten; controlar y repeler policial e incluso militarmente a las poblaciones que intenten reivindicar sus derechos; recaudar los impuestos que son aumentados exponencialmente para pagar las deudas que nos generan y atender las ilimitadas exigencias de los dueños de esas corporaciones para que sus balances aumenten año tras año. Todo en beneficio exclusivo de sus propios intereses oligárquicos, no en el de los ciudadanos. Cortar y recortar las inversiones en todo aquello que beneficie a la clase trabajadora y sus familias y, por ende, beneficiar a los intereses corporativos.

Un panorama que ya tenemos –en España somos muy adelantados- encima de nuestras cabezas. Europa cuenta ya con más de 150 millones de parados y la pobreza aumenta de forma desorbitada y la explotación laboral casi ya roza al medievo.

Una de sus últimas ideas –de esas corporaciones- es anular el dinero físicamente. Ya hay algún que otro país donde no pagan en metálico. Lo van a imponer más pronto que tarde, con las consecuencias que ello conllevará. No lo hacen para que usted pueda disponer de cuanto necesite sin atender a si tiene o no tiene saldo. Lo hacen para ejercer todo su poder sobre todos nosotros, porque usted no tendrá posibilidad alguna y ellos tendrán todo su control sobre su economía particular y le harán chantaje y lo esclavizarán aún más. No lo hacen para evitar los paraísos fiscales, ni el contrabando de armas, ni la trata de blancas y la prostitución, ni el tráfico de drogas. Ellos tendrán el control absoluto de la tecla “Intro” del ordenador central. No lo hacen para ellos, lo hacen para manejarte a ti. Todo quedará bajo su más absoluto control y ellos, arbitrariamente, decidirán lo que les plazca hacer. Y el Estado les ayudará y te perseguirá y te hundirá en la miseria.

Han acelerado la implementación de nuevos sistemas productivos sin resolver la problemática social que conlleva inevitablemente. Les importa más bien nada lo que les pueda ocurrir a miles de millones de seres humanos. Y, quizás, una de sus razones sea esta, ¡Somos tantos, que les sobramos! Y ahora, con los avances telemáticos y el mundo de la robótica, no te digo.

No se han dedicado a poner en valor los grandes avances técnicos como la energía abundante, libre, gratis y sin contaminar. No se han dedicado a buscar los equilibrios medioambientales y hacer llegar a todos los rincones del globo los beneficios de un mundo más humano y más habitable –que sitio aún queda-. Solo procuran guerras, genocidios y exterminios de lo que no les conviene a sus intereses cortoplacistas en sus balances. Les sobramos.

Son tiempos muy difíciles, complicados, donde la conjugación de todos los parámetros tendría que tenerse en cuenta y no solo una parte de ellos. Implicaría generosidad y bien poco saben de esto quienes manejan de verdad este cotarro. O más bien, eso que están haciendo que olvidemos: “La redistribución de la riqueza” ¡Si, si, en eso están pensando! ¡Qué ilusos somos! Si queremos esa redistribución de la riqueza, porque todos somos creadores de la misma, no será porque nos la van a dar sin más, hay que pelearla y lucharla sin  cuartel.

Así que los franceses tienen una ardua tarea y su coraje y decisión no tienen por qué disminuir. Al fin y al cabo, fueron ellos los que inventaron y, tan acertadamente, dieron uso a la guillotina. Y quizás, no estaría de más llevar también el miedo a aquellos que tan rápido nos lo han impuesto y por ser los más pusilánimes y lacayos. Que vuelvan a ser los franceses los que nos enseñen el camino no sería más que repetir la Historia. ¡Aprendamos! Tenemos la oportunidad de votar el próximo día 26, ¡piénselo bien y no tire su voto a la cloaca!


¡Vivan los franceses, viva Francia!

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