miércoles, 18 de marzo de 2020

PREOCUPADOS Y DESCONCERTADOS POR EL ENSAYO

Así andamos todos, alarmados, desasosegados, inquietos y temerosos. Sabemos que vivimos en un mundo injusto y caótico donde las desigualdades son el común denominador y donde las incertidumbres las tenemos más que presentes y en el día a día, donde el medioambiente y el equilibrio ecológico han sido rotos y que de todo ello se ha estado encargando este sistema extractivo. No vivimos en paz, ni con alegría y muchos, demasiados, con excesiva insuficiencia para vivir. No nos dejan. Nunca lo han hecho.

Creo que hay algunos empeñados en que esto sea así, per se. Desde que Eva comió de la manzana y la ofreció a Adan, fuimos sentenciados, y el padecimiento ha sido continuo y pareciera que reconvirtieron ese Paraíso en un Infierno. Nunca hay calma ni tranquilidad, ni sosiego, ni paz, ni siquiera silencio y, cuando lo hay como ahora, hasta nos da miedo. Se cuenta que desde hace siglos se nos dio un paraíso –este planeta Tierra lo es- y que, desde entonces, no hemos hecho otra cosa que joderlo día a día, hace ya algunos largos milenios. Nos matamos los unos a los otros por dinero y riquezas. Solo por eso. Unos las obtienen y viven como dios y otros que, al serles arrebatadas, viven como parias. Los unos ordenan, los otros obedecen en espera de que alguna migaja se descuelgue, si es que se descuelga. Nadie dice la verdad, ellos la manipulan desde muy antiguo para mantener su status, su elitista clase prepotente, repleta de soberbia y de codicia. Así y todo, aún somos la criatura por excelencia del Creador, su mayor creación, ¡Menos mal! Y aquellos que se erigen como representantes suyos pertenecen al grupo de los unos, no del de los otros. No lograré entenderlo nunca. En fin. Lo que sí tengo claro es la necesidad de información libre y veraz alejada de esos unos que la manipulan en su favor y en contra de los otros.

Parece ser que las guerras mundiales sufridas en el pasado siglo ya no tienen lugar en este, o sí. Es como si se hubiera sofisticado el proceder. Qué necesidad tienen de destruir todo como antes, si ahora disponen de mejores y más efectivas armas. Destruir para reconstruir no tiene sentido ya, porque el objetivo –hacerse con el control de la riqueza- no requiere destruir infraestructuras carísimas. El control se ejerce desde un buen ordenador y con los algoritmos apropiados que les indiquen las acciones a emprender y las consecuencias que, de ellos, deriven. Les sobra gente, mucha gente y les faltan materias primas. Además necesitan mucho dinero, todo el posible, todo el que haya y buenos apuntes contables en la nube que ellos crearon.  

Ahora nos han presentado un bichito que nadie sabe si ha sido producto de algún laboratorio por aquello de unos aminoácidos que parece que no debieran estar donde están y de unas olimpiadas militares en Wuhan del pasado octubre, en las que, según parece, lo dejaron suelto unos soldados de un ejército muy poderoso. El caso es que, con anterioridad al desencadenamiento del bicho, ya se planteaba en foros de grandes personajes del elitista sistema, que algo así podría producirse en este pequeño mundo. Todo muy estudiado y medido. Ya suelto el bichito y constatada su extrema virulencia, los Estados cierran filas y fronteras, aíslan a sus poblaciones y buscan cómo atajarlo a él y a sus consecuencias económicas y sociales. Ingentes millonadas de dinero serán dispuestos para ganarle la batalla.  Es justo y necesario. Luego ya veremos cómo se paga y a quién o a quiénes. Estoy seguro que las consecuencias van a propiciar cambios drásticos en todos los ámbitos, sociales, económicos y culturales. El mundo inmediato que nos viene va a ser indescriptible y no valdrán las buenas voluntades de la buena gente. A ellos, a quienes provocan tanto dolor, todo eso les resbala desde lo alto. Están seguros, demasiado seguros, tienen el control y todo el poder.

Un virus que parece ser selectivo hacia aquellos más longevos y que, con otros problemas de salud añadidos, ya fueron objeto de análisis en abril de 2012 según informe sobre la estabilidad financiera mundial del FMI y donde se recogían consideraciones como estas:

* “Vivir hoy más años es un hecho muy positivo que ha mejorado el bienestar individual. Pero la prolongación de la esperanza de vida acarrea costos financieros para los gobiernos a través de los planes de jubilación del personal y los sistemas de seguridad social, para las empresas con planes de prestaciones jubilatorias definidas, para las compañías de seguros que venden rentas vitalicias y para los particulares que carecen de prestaciones jubilatorias garantizadas.

* Las implicaciones financieras de que la gente viva más de lo esperado (el llamado riesgo de longevidad) son muy grandes. Si el promedio de vida aumentara para el año 2050 tres años más de lo previsto hoy, los costos de envejecimiento –que ya son enormes- aumentarían un 50%

* El riesgo de longevidad es un tema que exige mayor atención ya, en vista del impacto financiero y de que las medidas eficaces de mitigación tardan años en dar fruto…” (Abril 2012)

Según Eurostat en 2018, “...El impacto del envejecimiento de la población dentro de la UE puede ser muy importante en las próximas décadas (Ya lo es) El descenso continuado de las tasas de natalidad y el aumento de la esperanza de vida están transformando la forma de la pirámide de edad dando una estructura de población mucho más envejecida. La proporción de personas en edad laboral está reduciéndose, mientras que el número relativo de personas está aumentando… Esto, a su vez, implicará un aumento de la carga sobre las personas en edad laboral a fin de hacer frente al gasto social exigido por el envejecimiento de la población para una serie de servicios conexos…”

El 18 de octubre de 2019, el Centro Johns Hopkins para la Seguridad de la Salud, en asociación con el Foro Económico Mundial y la Fundación Bill y Melinda Gates, llevó a cabo en Nueva York el “Evento 201” Este evento, del que además participaron líderes mundiales de negocios, gobierno y salud pública, consistió en un simulacro pandémico de alto nivel en el que fueron expuestas las áreas en las que serían necesarias “alianzas público/privadas” para hacer frente a una eventual pandemia de coronavirus y disminuir las consecuencias económicas y sociales a gran escala. “El ejercicio sirvió para resaltar los desafíos de preparación y respuesta que probablemente surgirían en una pandemia muy severa”.             (https://www.infobae.com/america/mundo/2020/03/16/quienes-hicieron-el-mapa-de-johns-hopkins-ya-habian-hecho-un-simulacro-en-octubre-pasado/)
Serán coincidencias, puras coincidencias. Pero cuando se trata de rearmar un puzzle, solo hay que tener paciencia y todas las piezas. Ponerlas en su sitio es más fácil, porque, o encajan o no encajan… Y esas buenas intenciones que dejan caer en sus palabras no son verdaderas, son falsas y no están, de cierto, en su agenda. Ellos no son Estado, ellos son lo Privado.

Ya en 2002 apareció el virus ZH; en 2004 el Shark; en 2005 el de la Gripe Aviar; en 2009 el de la Gripe Porcina; en 2014 el Ébola; en 2016 el Zica y ahora en 2020 el Coronavirus. Todos registrados en la oficina de patentes de los EE.UU. Virus que han ido mejorándose genéticamente según los objetivos a combatir.

Puede que se esté jugando una gran partida de ajedrez bajo los mismos criterios y las mismas pretensiones de esas extractivas élites y, puede incluso, que aún no vislumbremos lo dantesco que puede llegar a ser el escenario real que nos están preparando. Iremos, poco a poco, viendo el desenlace y cómo queda armado el nuevo puzzle.

Porque esto que estamos sintiendo puede que sea solo un ensayo para el Apocalipsis. Porque un Apocalipsis ordenado siempre será mejor que otro que no lo esté. Es la sofisticación de la que les hablaba antes. Es como aquella escena de la película “La Vida de Bryan” donde el centurión pedía, a todos los condenados a la crucifixión, hacer una bonita procesión hasta el Calvario. Si se consigue el control de las masas, sí se consigue que permanezcan en sus casas, ese Apocalipsis lo será mucho menos. Será más aséptico y mucho más llevadero para quienes le sobrevivan porque sus casas serán sus propias mortajas y sus propias tumbas y saldrá mucho más barato. Recuerden que lograron construir la bomba de Neutrones para que los daños fueran solo sobre lo que realmente les estorba –los seres vivos- y no sobre las infraestructuras y los enormes bienes materiales que tenemos. Que ya puestos, hagámoslo bien.

Noticia en Diario 16 del pasado día 15:  “Mientras en España y en Italia el coronavirus se está expandiendo y la ciudadanía de los dos países está recluida en sus casas para evitar contagios, 20.000 soldados estadounidenses han llegado a Europa en siete aeropuertos. Este contingente se verá incrementado con la llegada de otros 10.000 a los que se sumarán otros 7.000 militares de otros países europeos.
¿Este despliegue está orientado a proteger a la ciudadanía europea del coronavirus? Evidentemente, no. La realidad es que estos militares han llegado a Europa para iniciar la Europe Defender 20 que comenzará el próximo mes de abril y finalizará en junio.
Se trata de un ejercicio militar diseñado por el Gobierno de Donald Trump, en colaboración con la OTAN, para probar las estrategias que deben utilizarse por parte de Estados Unidos y Europa cuando se produzca una amenaza que llevar a una hipotética guerra. La principal amenaza que hay ahora mismo en la Unión Europea es el coronavirus. Si no se despliegan esas tropas para luchar contra el COVID-19, ¿qué amenaza existe?
La única que pudiera existir, tomando como referencia la mentalidad conspiranoica de los Estados Unidos, es Rusia —aliada de China—, país con el que, de cuando en cuando, se crean tensiones, tanto contra los rusos como contra sus aliados.
Para este ejercicio, además de los 37.000 militares, llegarán más de 14.000 equipamientos. Entre esos equipos, ¿están incluidas las medidas para la protección del coronavirus? No, ya que, según ha informado el Pentágono, los soldados están sanos y exentos de contraer el coronavirus.
Teniendo en cuenta la situación que hay ahora mismo en Europa con el COVID-19, no se entiende que este ejercicio militar no se posponga, sobre todo después de que la OMS haya declarado que estamos ante una pandemia global.
Sorprende, además, la diferencia de trato respecto a los militares estadounidenses que podrán circular libremente por Europa mientras la ciudadanía se ve obligada a estar recluida en sus hogares para evitar más contagios.
Por otro lado, desde un punto de vista geopolítico, surge una pregunta: ¿por qué se va a llevar a cabo este ejercicio en una zona geográfica cercana a Rusia, con las consecuencias que puede tener? El gobierno de Vladimir Putin ha planteado numerosas objeciones a esta Europe Defender 20 y, viendo que no ha recibido respuesta alguna por parte de los Estados Unidos ni de la OTAN, colocará a sus tropas en estado de alerta, lo cual genera un escenario nada tranquilizador.
Por su parte, China, aliada de Rusia, firmó hace meses un contrato con Italia para reforzar sus relaciones comerciales. Este acuerdo fue interpretado por diferentes analistas estadounidenses como una amenaza puesto que hacía menor la dependencia de Italia con los Estados Unidos.
El coronavirus nace en China y, casualmente, el país europeo donde el brote ha sido más importante ha sido Italia. El pánico se generó por la difusión que se hizo de los primeros contagios en el país transalpino cuando, en realidad, el desencadenante no estaba relacionado con un ciudadano italiano.
La alianza de China y Rusia, además, supone una gran amenaza económica para Estados Unidos, ya que reduce la importancia del dólar en el mercado mundial, lo cual le genera una pérdida de poder a los norteamericanos, tanto desde el punto de vista económico como geopolítico. Este hecho ha provocado, por un lado, diferentes provocaciones estadounidenses hacia Rusia a través de movimientos en los mercados y despliegue de tropas.
Sin embargo, mientras que la ciudadanía del mundo tiene los ojos clavados en China, Italia o España por la crisis del coronavirus, Estados Unidos ha decidido desplegar sus tropas en territorio europeo para realizar un ejercicio que perfectamente se podría posponer hasta que pase la crisis sanitaria y social que vive el continente.
Entonces ¿por qué tanta presión para que lleguen a Europa soldados estadounidenses para un simple ejercicio y sabiendo que esto provoca en Rusia un alto nivel de alerta militar? Mientras todo esto está ocurriendo, la humanidad está pendiente del coronavirus. En realidad, ¿qué está pasando?” (https://diario16.com/el-ejercito-de-estados-unidos-se-despliega-en-europa-a-pesar-del-coronavirus/)
Todo lo anterior en cuanto a un posible Apocalipsis artificial, sin olvidarnos de que los auténticos Apocalipsis son los naturales. Esos son los genuinos. Y todas las culturas y civilizaciones  recuerdan el último en su más íntimo y ancestral conocimiento y cada cierto tiempo, vuelve. Son naturales ciclos cósmicos y quizá ya hallamos tocado techo y un nuevo reseteo sea necesario para borrar tanto error sin sentido y tanta ALEVOSÍA de los que siempre se erigieron en los “Sumos Sacerdotes” (Alevosía: 1.- Circunstancia de haberse asegurado quien comete un delito contra las personas de que no corre ningún riesgo que pudiera provenir de una reacción defensiva por parte de la persona atacada. 2.- Traición, deslealtad.

Todo es posible que se complique en el grado máximo. Pero también cabe la esperanza de ser auxiliados por quien pueda hacerlo, solo de su voluntad depende. No la perdamos. Que no estamos solos.


Que les vaya bien, amigos congéneres. Mi abrazo más sincero y fraternal y que no nos pase nada y volvamos a vernos pronto. Será un buen síntoma.

sábado, 14 de marzo de 2020

Todos amamos el Mar Menor

¡Menos mal!

Me pidió mi amigo y compañero de letras, Jesús Pons, que escribiera algo relativo al Mar Menor con el objetivo de recoger en un libro todas las opiniones, pareceres y vivencias que en relación a ese entorno natural único, hubiéramos sentido en nuestras vidas todos aquellos que participamos en la confección del mismo. Me pongo a ello.

Mi primera experiencia tuvo lugar en la que fue la única vez que mis padres decidieron ir a veranear unos días a Los Nietos. Tendría yo unos cuatro o cinco años y estamos hablando del verano del 1962 ó 63. Mi padre alquiló una de las barracas de madera, que sobre la arena tenían instaladas para ese fin, y con su moto de 125cc., una preciosa y elegante Rondine Sport, nos fue llevando en ella, trastos aparte, desde nuestra casa de la C/ S. Isidoro, 33 (Por cierto, la casa donde nací una fría tarde-noche del 31 enero de 1958) en el poblado de la refinería en el Valle de Escombreras, y, como les decía, nos fue llevando como pudo a los siete que éramos de familia. Entonces podían ir a bordo tantos como pudieran ir sujetándose unos a otros, apiñados y sin casco. De aquella experiencia veraniega, dos cosas se me grabaron de forma inmediata y nunca las he olvidado. La primera, que el suelo de la barraca era la propia arena. Estábamos en primerísima línea de playa, y en el centro de habitáculo, colgando del techo, caía una bombilla desde el propio cable que la alimentaba y que, sin tulipa alguna, era la única luz nocturna de la que disponíamos. Tenía que ser de 100 vatios, como poco, porque deslumbraba un montón. El otro, el segundo recuerdo, reparaba en que día sí y día también, mi padre tenía que desinfectar, con alcohol ardiente, una aguja de costura con la que intentar extraerme los trozos de cristales y las púas de los erizos que se incrustaban en las plantas de mis pies bajo aquella intensa y desagradable luz. No recuerdo llantos, aunque supongo que no sería muy agradable que te estuvieran hurgando zona tan sensible y ya herida. En fin, creo que fueron solo quince días y que pasaron pronto.

Mi madre, que tuvo que trabajar sin descanso en aquellas cortas vacaciones, dijo que así nunca más, las condiciones eran, incluso para aquellos años, tercermundistas, y nunca más volvimos. Menos mal que para las mañanas de los domingos de aquellos veranos y años, la refinería nos ponía una guagua que nos llevaba, a todos los pobladores que quisiéramos, hasta los Parales en Escombreras, donde disfrutábamos lo que no está dicho. El Puerto de Escombreras aún era accesible al baño y veíamos peces, pulpos, estrellas y caballitos de mar junto a nosotros. Nos tirábamos desde las rocas y desde un espigón cercano y las aguas eran cristalinas y frescas. Pronto nos hicieron las piscinas en el poblado y el aumento de industrias condenó aquella zona portuaria como lugar de baño, hace décadas que ya no hay peces ni caballitos ni estrellas de mar, ni pulpos y la guagua que conducía el Sr. Faura, dejó de ir.

Centrándonos en el objeto de este relato, les diré que nunca me gustó el baño en el Mar Menor, siempre fueron aguas demasiado calientes para mi gusto y para que te cubriera algo tenías que andar y andar y en el fondo había muchos restos calcáreos de almejas y caracoles marinos. Más me gustó siempre el mar abierto y bañarme entre rocas, sin la, para mí, incordiante arena.

Independientemente de los particulares gustos y pareceres, lo importante es la existencia de ese Mar Menor. De cómo la Naturaleza, con todas sus circunstancias, supo crear tan singular espacio, tan bello como paradigmático y tan escaso en otros lugares de este mundo. A nuestra Naturaleza le llevó miles de años darnos tan único paraíso de mar y dunas y ahí ha estado sirviendo de fuente de vida a especies de animales y plantas y a nosotros también. Todo ese ecosistema siempre estuvo en la corriente de mantener el equilibrio perfecto desde un punto de vista ecológico y medioambiental. La vida discurría y la belleza paisajística hacían de él un enclave modélico, envidiable e incomparable para su preservación y para el disfrute todos los veranos de propios y visitantes. Un lujo disponible para todos.

PERO LLEGÓ EL HOMBRE DÍSCOLO…

…Y a finales del pasado siglo XX comenzó a joderlo todo. A este hombre del progreso, que solo le ha interesado e interesa el beneficio económico y particular de sus empresas, primero le pareció interesante construir a destajo, y en todas sus orillas crecieron y crecen edificios, casas, carreteras e infraestructuras mil. Y en solo 60 años, ese hombre del beneficio financiero ha sido capaz de cargárselo todo sin la menor contemplación ni mayor arrepentimiento. Y lo hizo con un devorador despliegue constructivo y sin sentido alguno para una estética urbana mínima, respetuosa y sostenible con el paisaje natural circundante. Han sido seis décadas de esquilmación de esos recursos naturales, primero con esa desaforada construcción y en los últimos 30 años, con la agricultura intensiva. Pusieron su vista en el Campo de Cartagena que bordea a todo ese Mar Menor. No fue respetado ni suficiente saber que la Naturaleza había considerado esa zona como de secano y que por algo lo habría hecho así. Trajeron el agua con el Trasvase del Tajo y esa amplísima llanura comenzó a verdear, reportando mucho dinero contante y sonante y a destajo a una minoría que, a día de hoy, son en su mayoría de intereses foráneos. Se vuelve a repetir la vieja historia: Vienen capitales extranjeros, explotan los recursos hasta agotarlos y, hecho el negocio, se marchan y ahí te dejan un berenjenal del que nadie se hace responsable. Es aquello de la privatización de los beneficios y la socialización de las pérdidas.  

Con esa abundante agua modificaron la fisonomía del entorno. Eliminaron los aterrazamientos que durante cientos de años otros hombres habían diseñado para retener las escasas aguas de lluvia y a las propias tierras. Ahora ya no eran necesarios, porque se había cambiado de un modelo con escasez de agua a una agricultura intensiva y los tractores y demás maquinaria no debían contar con obstáculos y sí de parcelas amplias. También variaron los cursos naturales de las ramblas según a la  conveniencia de esa nueva agricultura y a la de las nuevas construcciones.

Actualmente, con esas modificaciones, las tierras junto a los vertidos de tanto regadío y sus residuos de plásticos, pesticidas, herbicidas, nitratos, abonos súper nutritivos vierten fácil y alegremente al Mar Menor, colmatando y matando sus fondos y su vida. Las consecuencias son mortales para la laguna salada. Y no han sido las cremas solares las causantes del desastre. Tanta agua ha hecho subir el salobre acuífero cuaternario que, al encontrarse a la misma cota de ese mar y que, con la aportación de esos desechos, provocan el aumento del fitoplancton e impide la llegada de la luz solar. De esta forma, las plantas del fondo mueren y el agua se hace verde, como ocurre en las antiguas balsas de riego en las que las ranas y los sapos celebran sus ágapes nocturnos y los insectos proliferan que da gusto entre las babas.

En nombre del mayor de los cinismos y de la ignorancia, que es muy atrevida, le echaron la culpa a los últimos procesos climáticos, pero estos, lo único que han evidenciado es la hecatombe que se ha venido fraguando artificialmente en el Campo de Cartagena en las últimas décadas, con la agricultura y la ganadería y, en las riberas de ese Mar Menor, con una híper construcción sin ton ni son.

Si acaso, estas llamadas ahora DANAS sean la respuesta de la propia Naturaleza a tanta agresión por nuestra parte. Sean la defensa al despiadado ataque que le hemos y estamos haciendo. Sea que la guerra ha sido declarada porque la verdadera política y la verdadera economía han fracasado. Sea que el más fuerte saldrá vencedor y que serán otras DANAS, que están por venir, y que perderemos en todos sus embates, pues la Naturaleza es mucho más sabia que todos nosotros juntos y cuenta con armas mucho más eficaces para restablecer ese orden que nosotros hemos destrozado y, por desgracia, no solo aquí.

En este punto, en el de la transformación de estas tierras de secano a unas de regadío intensivo, tiene mucho que ver la renuncia de la ciudad de Murcia a seguir siendo la Huerta de Europa. Esta ciudad de Murcia, con su hegemónico empoderamiento gracias al Estado de las Autonomías y haciéndose la única capital –la provincial y autonómica- prefirió convertirse en una gran ciudad de servicios, superpoblada, súper edificada, súper asfaltada, súper contaminada y súper centralizadora de todos los recursos, antes de que se les continuara conociendo y llamando como huertanos o barrigas verdes, como si tales términos fueran ominosos y/o degradantes. Quizá fuera una forma de resarcirse, inconscientemente o no, de un ancestral complejo de inferioridad, del que, por otro lado, nadie más que ellos tienen la culpa. Optaron por ello y negaron todas las circunstancias y privilegios que la Naturaleza les otorgó gratis y que tan bien supieron desarrollar y aprovechar los árabes que vieron allí un vergel al que aportaron todos sus conocimientos y del que tanto se orgullecían. (En esa Vega del Segura, les sobra agua y hasta llegar a Guardamar, la tierra tiene suficiente recorrido para filtrar los desechos que genera la agricultura y llegar mucho más limpia al Mar Mayor) Eligieron y decidieron en convertirse así en lo que están siendo, en un lugar inhóspito, saturado y despilfarrador de recursos. Hoy, Almería es ya conocida como la Huerta de Europa. ¡Menudo negocio han hecho! ¡Menudo negocio nos han hecho a nosotros!

Otro punto muy importante a considerar en todo este proceso degenerativo del Campo de Cartagena y su Mar Menor, es la cuestión de la sierra minera de Cartagena-La Unión. Desde que a principios del pasado siglo XX acabara la explotación de la misma –iniciada desde la llegada de los romanos- nunca se hizo ni el más mínimo intento de recuperarla ecológica y medioambientalmente con el rigor y la seriedad necesarias, pudiendo reconvertirla en un excelente reclamo turístico, cultural y arqueológico. No olvidemos a la hermosísima bahía de Portmán, que aún hoy sigue sin ser recuperada, pese a los millones que se llevan invertidos en una regeneración fallida que nunca termina y los millones que no se ingresan por no disponer de un espacio natural como ese, que podría ser un enclave turístico de primer orden si se hicieran las cosas bien y no se estuviera barajando la construcción, justo a su lado, de un macro puerto de contenedores en El Gorguel. Cosa que pudiera producirse, porque siguen dirigiendo los mismos mercaderes-tenderos de siempre y políticos de poca talla para los que su único interés es el dinero rápido y contante y el puñado de votos con los que mantener la poltrona política. El que venga detrás que arríe, como tan bien saben hacer desde hace demasiado tiempo y como la tozuda realidad no está demostrando.

Repitamos: la privatización de los recursos y beneficios y la socialización de las reparaciones y pérdidas que aquellos provocan a su paso y, eso, si llegamos a reparar y que, de momento, no se ha hecho, ni visos de que se hagan algún día.

Pues bien, esta sierra minera es causante de escorrentías de lixiviados cargados con metales pesados: cadmio, plomo, arsénico, amoníaco, hierro y sales de todo tipo, que también desembocan en el Mar Menor y Mayor a través de ramblas y filtraciones subterráneas. Añadir la situación de las propias instalaciones mineras, que continúan degradándose día a día y que no han sido objeto de ningún tipo de regeneración o clausura alguna, con residuos altamente contaminantes en sus recintos y peligrosos para aventureros y senderistas. Décadas y décadas de abandono, de desidia, de dejación y de muerte en toda esa sierra y aledaños.

Esta no es una cuestión menor, pues parte de esos metales se han encontrado en analíticas de sangre y orina en niños y mayores que residen en poblaciones de esa sierra. Porque no todo transcurre por el suelo, los vientos también actúan y elevan a la atmósfera partículas que terminan por ingresar en nuestros organismos por el simple y vital hecho de respirar. Otro atentado al medio natural, a su esencia, su supervivencia y, por ende, a la nuestra.

Mi opinión sobre el Mar Menor es trágica, deplorable si quieren, pero es muy sincera y real y sepan que lo siento muy profundamente. Creo que nuestra joya medioambiental ha alcanzado una situación catatónica y se está muriendo lentamente pero de forma inexorable. Estoy convencido de que no va a ser posible recuperar su estado original, porque la obcecación y los particulares intereses de unos pocos no lo permitirán, como tampoco las competencias de las incompetencias de tantas administraciones repletas de burocracia inoperativa y costosísima. Vendrán más DANAS, más medicanes (ciclones tropicales del Mediterráneo) a quienes echarán las culpas de los desastres que están por venir y la triste y penosa desaparición de un enclave que fuera maravilloso y único. Porque para revertir esta situación, además de tantos y tantos estudios infructuosos, es necesario el sentido común, la generosidad y la sensatez y, además, hace falta mucho dinero, mucho, más aún y no lo hay disponible. Y lo más grave: El tiempo se ha pasado y, como decía más arriba, la guerra ya está declarada y la ganará quien más fuerza tenga…

… La gran perjudicada de todos estos procesos mencionados no es otra que Cartagena y su Comarca del Campo de Cartagena (Que incluye al Mar Menor) Sus habitantes, todos los de esta gran comarca, han sido vilmente expoliados y hoy nos han dejado con muy pocos recursos para afrontar un futuro inmediato que se presenta muy negro. Han sabido destrozar todo nuestro hábitat y a esos capitalinos no les hemos interesado nunca. Nos han arrebatado todo, incluso han pretendido acabar con nuestra idiosincrasia haciendo suyo lo que siempre fue nuestro. Nunca quisieron otra luz más allá de la suya y la están consiguiendo apagar, por cierto, con mucho acierto. Políticos y empresarios locales de esta Comarca del Campo de Cartagena ciegos y obedeciendo consignas que no son las suyas. Ciudadanos y colectivos adormecidos y engañados incapaces de reaccionar ante una situación tan caótica como  predecible. Un conjunto de elementos diversos ya desarmados y complacientes con su propia extinción. Así de claro lo han de tener y, si no, miren a su alrededor y me cuentan qué es lo que ven y qué futuro nos espera.

Aquí lo único que crece y prospera es un término municipal, los demás, los otros 44, lo alimentamos, cada uno perdiendo en su justa medida o más y en favor de ese monstruo que todo lo engulle y devora.

El Mar Menor es la última parcela que quedaba de la Comarca Natural del Campo de Cartagena objeto del pillaje y desmantelamiento de sus valores y recursos naturales, de los que toda la zona han estado sometidos, con el único objetivo de empobrecer a todas sus poblaciones y habitantes. Una de las tácticas más empleadas en el Medievo para ganar batallas consistía en el asedio. Se sitiaba el castillo impidiendo la entrada de víveres y recursos y una vez que fueran agotados los almacenados en su interior, solo quedaba la rendición del mismo. Algunos sitiados pedían y rogaban clemencia pero de nada les servía porque, la más de las veces, eran pasados por la piedra. Solo los más valientes optaban por auto inmolarse en sus recintos, dando, por lo menos, algo de dignidad al tema y pasar a formar parte de la historia.

Entiéndanlo así, esta milenaria comarca ha sido como uno de esos castillos sitiados, la han despojado de todos sus valores y hoy los recursos están agotados y muchos ya hicieron las maletas y otros las van a hacer muy pronto. Así de duro y de crudo.

Dicen que “Todos amamos el Mar Menor” pero es mentira, cuando algo o alguien es querido se le cuida y hasta se le mima. Pero vista la realidad, el título es para quedar bien y para que nos auto conformemos con la pérdida de la gran joya de este enclave moribundo, con la última que nos quedaba.

En resumen, para mí, Cartagena y su Comarca han sido objeto de tres elementos claros:

1.- Acción: PILLAJE (Robo o saqueo realizado con violencia aprovechando un descuido o la falta de defensa, especialmente el llevado a cabo de forma colectiva)

2.- Reacción: NINGUNA

3.- Repercusión: DESOLACIÓN (1.- Sensación de hundimiento o vacío provocada por una angustia, dolor o tristeza grandes 2.- Ruina y destrucción completa de un edificio, un territorio, etc., de manera que no quede nada en pie)

¡Viva Murcia, su autonosuya y sus 38 años de saqueo todo poderoso!