El esperpento se retrasó más
de 45 minutos sobre la hora prevista para su aparición estelar en el viejo
balcón. Solo fueron visibles tres de sus secuaces y la imagen en ese histórico
mirador era desoladora: Todas las fuerzas de la derecha, Pp, C´s y Vox y nadie
de lo que podemos llamar izquierda social, ni Psoe, ni Podemos, tampoco Mc,
grupo municipal mayoritario en las últimas elecciones. En todos los años de
democracia, 41, jamás se produjo ultraje similar (Con lo que costó), una foto
fija para olvidar. La grotesca y única hacedora de tan deplorable imagen,
otrora Blancanieves, aparecía ahora disfrazada de virgen navideña.
Coincidiendo con el pregón conmemorativo
del 30 aniversario de las fiestas de cartagineses y romanos, el pueblo de
Cartagena, de forma unánime y contundente, se arrancó con pitorradas y abucheos
a las palabras de la mayor maquinadora y
traidora política que estas milenarias tierras tuvo nunca. No bastaron sus
guturales gritos ni la elevación de la música de fondo para acallar las voces
de los indignados cartageneros. Es tanta su desvergüenza, que encima esboza
sonrisas cínicas y de mala bicha –que diría un buen romano o cartaginés-, que delatan un profundo desprecio hacia la
ciudadanía. El pregonero, nuestro admirado, inteligente, afable, y querido Koke
tuvo que soportar tan extraño comportamiento de las acogedoras gentes de la
trimilenaria ante lo que era un pregón de unas fiestas tan importantes para
Cartagena. No entendería nada el pobre y tampoco lo merecía, pero ha de
comprender que la indignación del pueblo no tiene muchas oportunidades para
manifestarse y, esa noche, lo hizo clamorosamente.
Habría que informar a
nuestro conserje preferido que quien le acompañaba como alcaldesa, lo era
porque había traicionado a sus votantes, a su partido y a todo el que se cruza
en su camino. Que contra toda natura había pactado mantenerse en la alcaldía
con el Pp, con C´s y con Vox. Todo en contra de la voluntad mayoritaria
expresada en las urnas el pasado mes de mayo. Que en la mayor gota fría vivida
en esta Región en muchos años no supo estar a la altura de lo que se espera de
un dirigente público y hasta se fue de parranda nocturna cuando mucha gente lo
estaba pasando muy mal. Una pésima gestora de lo público, pillada en numerosas
contradicciones, a la que la gente no le ha perdonado que en la pasada
legislatura rompiera el pacto natural y lógico con Mc, mal gobernando en
minoría con seis concejales –los mismos que mantuvo en estas últimas
elecciones- este municipio durante los últimos dos años de legislatura. No ha
dado ni una, dejando a medias muchos de sus compromisos y dilapidando por
incompetencia el dinero público. Demasiados
errores para ser reflejados aquí, cuantiosos y apabullantes. Las quejas de los
sufridos ciudadanos se justifican ante la ineptitud e ignorancia para resolver cualquier
tema, acompañada de prepotencia, soberbia y un pueblerino glamour, ridículo y
más propio de aquel dicho: “Ni pidas a quien pidió y ni sirvas a quien sirvió”.
Desde aquí le pido excusas a
Koke. Los cartageneros nos somos así, pero estamos ya muy hartos de esta “elementa”,
de sus componendas, de sus chantajes, de sus truculentos arreglos, de sus
antojos, de sus mentiras y engaños. Estamos hartos de que las estadísticas
sigan reflejando, años tras años, que este municipio y su Comarca son los más
pobres de esta mal llamada región de Murcia y, por ende, de España. ¡Hartos!
Para que una aficionada a la política, sin principios, sin formación ni cultura
alguna, sin educación, sin respeto, sin ética ni moral ocupe tan alta
instancia. Ella no, pero nosotros los cartageneros estamos más que avergonzados
y nos sentimos humillados, engañados, indignados ante tanto desacato a los
principios básicos de toda convivencia y desarrollo. No la queremos y ante la
soledad civil que la rodea tendría que presentar su dimisión e irse a su casa
de la que nunca tuvo que salir para enarbolar banderas de engaño y traición,
que es lo único que ha sabido hacer. Ella es todo un fraude y Cartagena y su
milenaria historia no merecen tal agravio. Y a los cartageneros no nos valen
lícitos acuerdos que coadyuvan a intereses personales, queremos la
honorabilidad, la lealtad y la heroicidad que un pueblo tan viejo como este se
merece y siempre ha demostrado en su larguísima y fecunda historia. Esperamos
con ansiedad la expulsión definitiva del partido que la sustentaba. Será un
nuevo inicio. Será una nueva oportunidad para unas siglas centenarias, importantes
y necesarias, que no merecen que se las ensucie por mezquinos intereses
espurios.
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