domingo, 12 de diciembre de 2010

NECESITAMOS HÉROES, ES URGENTE

Siglos antes del inicio de nuestro calendario, en la antigua Grecia, los griegos estaban de suerte. Tenían Héroes y éstos se confundían con sus dioses. La literatura supo recoger todo el saber griego y aún hoy leemos La Ilíada, La Odisea, La Teogonía. Y junto a ella había héroes como Heracles, Aquíles, Eneas, Hércules, Menelao, Perseo, Teseo y un largo etc. Los romanos continuaron con esta tradición griega e hicieron suyos a estos y otros dioses y héroes. Pronto llegaría el paréntesis del largo Medievo y esos dioses y héroes se perderían de la memoria.

La Iglesia trajo consigo a su héroe, el Cristo, el hijo de Dios. Unió, después, al espíritu santo y formaron la santísima trinidad. Igual que las civilizaciones anteriores, las mismas coincidencias, las mismas esencias. Todo cosmogónico, como no podía ser de otra forma. No olvidemos que Héroe, en su primer significado “resulta ser el nacido de un dios o una diosa y de una persona humana, por lo cual le reputaban más que hombre y menos que dios…” Como pareciera poco, fueron engrosando la lista de sus héroes con el santoral. Y ahí, hay donde elegir, el héroe que necesite, lo encontrará. Todo con la intención de que su necesidad de héroe se satisfaga. Aunque aquí el héroe ha sido rebajado a “varón ilustre y famoso por sus hazañas o virtudes…”

Una vez derribado el imperio romano, la Iglesia Católica convino en que el desconocimiento de las gentes era su gran aliado y se erigió en la única institución posible y ella era quién ponía y quitaba Rey. Todo el poder, económico, académico y político residía en la Iglesia. Siglos y siglos de oscurantismo. Hasta que uno de los Médicis, Cosimo, decidió crear la primera biblioteca pública de Europa, la de San Marco allá por el 1444. Se gastó sus cuartos este héroe y mando emisarios a todas las partes del mundo con la única misión de recoger los manuscritos que a la Iglesia se le hubieran pasado por alto. Con esta acción y otras, como la de la traducción de los pensadores griegos como Platón, Pitágoras, los gnósticos y todos los que fueron, así como la enseñanza del griego en las universidades, posibilitaron el RENACIMIENTO.
Se fueron desvaneciendo todos los velos y el ser humano podía ponerse en marcha tras siglos de parada obligada. Aunque siempre con la atenta mirada del ojo que todo ve.

Quizás los héroes seamos, ahora, nosotros. Todos nosotros. Los que, en silencio, asistimos al último acto de esta tragedia que es la vida. ¡Qué poco tiempo nos han dejado! El último acto según las viejas culturas mayas y egipcias. Ellos ya lo sabían miles de años atrás. Una especie, la única de este mundo, con las capacidades necesarias para haber hecho de este mundo un real y verdadero EDEN, antepuso el interés de unos pocos por encima del de la mayoría. Y así nos ha ido. Toda una historia plagada de guerras, de muerte y de ignorancia obligada. Miles de años perdidos. Aún dicen que es posible un nuevo RENACIMIENTO. Pero yo pregunto ¿dónde están, ahora, los HÉROES?

Las estructuras políticas son las que son y hemos alcanzado aquello que decía Bertolt Brecht: “El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio de los garbanzos, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostitución, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales”

Por parte de las oligarquías de siempre, a través del robo y no sólo económico del que hemos sido y somos objeto, estamos asistiendo a nuestro propio entierro. Y les da exactamente lo mismo, ahora como antes. Ellos se tienen garantizada la supervivencia en sus refugios y con su dinero, por lo que pueda pasar, que pasará. Los demás a verlas venir, que vienen.

El fracaso político y el fracaso de la información real están llevando a nuestro mundo a la situación de sálvese quién pueda. Es el fracaso de una especie a la que se dotó de inteligencia. El mayor atributo posible del cosmos. Y lo hemos empleado en nuestra propia destrucción. ¿Dónde están nuestros héroes? Los fuimos dejando por el camino, ya no quedan. Quedan los demonios, que siempre son los que ganan en este mundo cainita. Aquellos, los encargados de que la delgada línea no se torciera, fracasaron en el intento, o ¿quizás nunca lo fueron?

Me pregunto si, cuando todo pase, los que queden habrán aprendido la lección. Creo que no. Serán los mismos de otras veces. Son ellos los que siempre han sobrevivido a los diluvios. Quizás sea esta la clave, que son siempre los cainitas los que sobreviven…

O quizás sea que alguno de aquellos que se fueron vuelva. Y limpie, para siempre, nuestro ADN. Que Dios y la cosmología lo quieran. Es cosa que pido y lo elevo.

1 comentario:

  1. Sigue escribiendo así, con esa claridad y pedagogía. Nos reconforta en estos tiempos que sigan existiendo filósofos.

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