Les dieron sus votos de la libertad, de la igualdad y de la fraternidad y los han convertido en el verdugo que está segando, desde lo más bajo, lo que habíamos conseguido en el pasado siglo tras dos guerras mundiales y sus posguerras, tan duras como aquellas y, en España, nuestra particular guerra civil que también provocaron estos de ahora con la misma ideología.
Es la derecha española la más fascista de todas las europeas y han
alcanzado las primeras posiciones para desmantelar un sistema que nunca les
interesó y nunca compartieron. Son aplicados en seguir las directrices
bancario-financieras de la élite. Nunca les importó el bien estar de los
españoles, ni nunca lo defendieron.
Para nada les interesa las consecuencias de sus políticas retrógradas y
de miseria impuestas a una población presa de ansiolíticos y antidepresivos. A
ellos y a los suyos nunca les afectaran los recortes ni la pérdida de aquel
pequeño Estado del bien estar. Ellos siempre tienen el dinero suficiente para
la supervivencia.
Ellos nunca entendieron eso de la igualdad de derechos entre los
ciudadanos. ¡Qué osadía es esa! Nosotros no somos iguales aunque también seamos
españoles. Fuimos ungidos con un destino de supremacía sobre los demás y los
derechos son sólo nuestros y los deberes son para los demás que conforman al
pueblo de plebeyos y vasallos. Para eso son los reinos y las iglesias. Para
dominaros y moldearos como a nosotros nos convenga e interese, que sólo sois
carne de cañón y labriegos para el campo. ¿Reparto de nuestras riquezas? ¿Os volvisteis
locos o qué?
Os hemos engañado como siempre y arrebatado el poder total y ahora
hemos iniciado la reordenación de las cosas. Cada uno volverá a su sitio y
lugar. El mísero a su miseria. El pobre a su pobreza. El enfermo a su
enfermedad. El viejo y la vieja a morir en la soledad y el abandono. Los niños
a sus mucosidades colgantes. Las mujeres a sus casas y a servirnos a nosotros.
Los hombres a la desesperanza y a la impotencia de su nueva situación de
vasallaje a nuestros empresarios modélicos. Y todos a las misas diarias donde
encontrarán el consuelo de una vida mejor en la otra, porque, aquí, sólo
nosotros somos los que hemos de vivir de puta madre. Se os ha terminado el
chollo de la igualdad y de los derechos. ¡Ilusos que sois unos ilusos!
El cambio será rápido para que os acostumbréis lo antes posible. Antes
de que acabe este año todo quedará tal y como siempre tuvo que ser. Los ricos
seguiremos siendo los ricos. Los pobres brotarán como las flores en primavera y
asumirán su estatus sin rechistar. Los pobres nunca tuvieron los cojones
suficientes para enfrentarse a nosotros. Nosotros tenemos el poder, nosotros
somos el poder. Aquellos miserables siempre tuvieron miedo (ya nos encargamos
de metérselo por el culo a borbotones), nosotros nunca lo tuvimos porque
sencillamente nosotros somos el propio miedo.
Volveréis a llamarnos de usted y os apartaréis en la acera para
dejarnos pasar. Nunca dudaréis de nuestras palabras que os servirán de
catecismo. Y ¡Ay de quién intente no aceptar este nuevo orden!
Nuestras policías ya han sido debidamente aleccionadas y sus mandos
cambiados y no les importara cargar contra sus vecinos, padres o hijos. Les
hemos enseñado quién manda aquí y si quieren no caer en la más absoluta miseria,
como vosotros, no tendrán más remedio que acatar nuestras órdenes sin
miramiento alguno.
Este viejo orden que estamos reinstaurando es el único que funciona,
una sola voz. Y como para todos no hay suficiente, es mejor que lo mucho o poco
que haya esté en nuestras manos, que nosotros sí sabemos cómo disfrutarlo y
gozarlo.
Buscaros, mujeres, vuestros mejores velos y vosotros, hombres del tres
al cuarto, tragaros toda vuestra rabia que será lo único que os alimente. Y
olvidaros de los libros, que ni bibliotecas tendréis. Olvidaros de vuestras
opiniones que para nada van a servir si no para inculparos. Poneos rápidamente
las orejeras y no veáis más allá de lo que nosotros os digamos. Os irá mejor y
no tendréis que calentaros vuestras seseras tan estrechas y tan llenas de
pajaritos de colores. Pensad que lo importante es que podáis llevaros un trozo
de pan a la boca todos los días. Eso, con nosotros, lo tenéis garantizado y sólo
a cambio de vuestro silencio más absoluto.
Y tapad vuestros oídos de aquellos que sólo saben decir cuatro tonterías
y que no os resuelven nada. A esos también les vamos a segar desde abajo y, sin
recursos, irán diluyéndose como el azúcar en el café. Son también, como
vosotros, cobardes y sojuzgados por nuestro poder divino.
Días de júbilo nos esperan en esta nueva cruzada. Haremos grandes
desfiles donde los tambores retumbarán en todas las paredes y donde nuestros
coloridos trajes uniformados provocaran vuestra admiración evocando vuestro
lado más primigenio y vuestras vellosidades erizaran como escarpias. Os daremos
entretenimiento y animación, que siempre os gustó un montón. ¡Tontos, que no sois
más tontos por que no queréis!
La espera ha merecido tanto esfuerzo. Y todo como vosotros decidisteis que
fuera, con vuestros votos. Así que a callar y a tragar.
¿Será todo esto verdad? O sólo responde a mi mente confusa y ofuscada.
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