Es aquel que deja el cuerpo muerto y permite que otros vengan y cojan los hilos y los muevan al son que quieran. Mariano ha hecho del Estado español la perfecta Marioneta. Son los banqueros, financieros y políticos centroeuropeos, neoliberales todos, quienes mueven los hilos. Hablan a través de la teutona y demás burócratas asalariados. Ya no somos un Estado, somos la periferia de Europa y como cualquier arrabal que se precie y ya instituido, el decorado ha de ser cambiado por otro más acorde y propio a la nueva realidad impuesta. Todos no podemos ser ricos (incluidos los países), sólo algunos son los llamados a disfrutar de esa gracia divina exenta de impositiva alguna y lograda, la más de las veces, por ardides poco éticos y en nada morales.
Entonces, ¿Para qué necesitamos ya esa
estructura administrativa del Estado? Este debiera ser el primer recorte, de
arriba para abajo y no al revés de cómo se está haciendo. Si ya no disponemos
de lo que es nuestro, si ya todo nos viene impuesto desde Bruselas, ¿para qué
queremos al Jefe del Estado, al presidente del gobierno y ministros y
secretarios y subsecretarios y directores generales? Seamos coherentes y
productivos. Eliminen después a los presidentes autonómicos y a sus consejeros,
secretarios y directores generales. Bruselas es grande y hay mucha gente capaz
para toda esta gestión administrativa y hoy con la Internet ya no hay que
hacer acto de presencia.
Eliminemos lo que ya son reminiscencias del
pasado soberano. Hemos delegado nuestra soberanía al centro físico, político y
económico de Europa.
Disuelvan pronto el Senado y el Congreso
que las leyes ya nos las hacen los que manejan los hilos. Dejen, antes de todo,
privatizada la sanidad, la educación, la dependencia, las pensiones y las
prestaciones de desempleo. Las Loterías, la Renfe , Paradores y lo que pueda quedar por ahí
perdido, que los oligarcas están con apetito y que luego no haya líos.
Refuercen al tiempo y con más fondos el concordato con la santa sede que hará
falta. Los templos a la estulticia, pueden empezar a llenarse de bobos sumisos
y de manos pidiendo el mendrugo, si queda.
Hay demasiados políticos que nunca supieron
qué es la política y a quién sirve, lógicamente no hacen política: sólo viven
de la política. No les hables de proyectos ni de planes de Estado, no les
hables del futuro para los próximos 25 años, ellos bastante tienen con ganar
las próximas elecciones y tener su hueco. Ese es siempre su horizonte, nunca
hubo otro. Lo primero que hicieron fue colocar a toda su gente en los puestos
vacantes o en otros de nueva creación. Maridos, esposas y los-as ex, padres,
madres, hijos, sobrinos, cuñados, hermanos, tíos, abuelos, abuelas. A todos
colocaron. Más Marionetas para el circo. Mientras, nuestros hijos a buscar
trabajo en la germanía.
Pero ya se les ha terminado el chollo.
Mandarán, aquellos, a los comendadores y serán ellos los que hagan la limpia de
tanto inútil. Porque la miseria que nos han provocado también les va a alcanzar
a ellos que, aquí, ya no se libra ni el tato.
Y este País ya es el desastre que algunos
querían. Acción, Reacción, Solución. Siempre han ido juntas estas palabras como
un natural proceso. Se ha producido la primera. La segunda está fraguándose en
todos los ámbitos sociales y pronto estallará. La tercera ni se sabe donde está
y eso que es la más fácil de las tres. Pero no hay políticos, sólo vividores y
garrapatas infectos de la política.
El honor, la honradez y la valentía hace
mucho que dejaron de existir en este oscuro mundo del pillaje político. Fueron
sustituidas por su inmundicia que nos han volcado, ahora, sobre nuestras
cabezas y corazones.
La pobreza siempre es mala, muy mala y cuando
te la imponen es más jodía. Cuando te la provocan a conciencia, cuando eres
consciente de que tú no has sido el culpable de la misma, provoca una
exasperante sensación que abre las vísceras más aplacadas.
¡Están jugando con fuego! Y ni la leña la hemos
echado nosotros ni nosotros la hemos prendido. Nosotros sólo hemos estado
trabajando en lo que nos han dejado, pagado nuestros impuestos y cumpliendo
dignamente con nuestras obligaciones para con el Estado y para con los mercaderes. Han sido otros, que
siempre logran salir indemnes, los causantes de tanto desafuero. Esta es la
paradoja que vuelve a sufrir el pueblo que todo soporta.
Pero si quieren fuego lo tendrán, pensará
más de uno, de dos, de tres y de millones de españoles que están hasta los
huevos de tanto inútil, de tanto ladrón de guante blanco disfrutando de sus
ganancias, de tanto Ibex 35 panameño y de tanta prima loca. Cuando un pueblo es
atacado vilmente, le asiste el deber de su defensa. Es lo menos que se puede
esperar si a ese pueblo le corre la sangre por sus arterías. Tanto sin sentido
tiene esas consecuencias últimas y luego que nadie se rasgue las vestiduras, ni
busque a falsos culpables.
Es del todo necesario un giro de 180
grados, hay que variar el rumbo que aún estamos a tiempo. Sean capaces de darlo,
que, a este País y para comer nunca le ha de faltar, otros, si quieren, que se
coman sus billetes de colores y los nuestros, a ver cuánto les alimenta.
La unión europea, creía yo, no se hizo para
estos deplorables fines donde unos imponen a otros, donde unos se apoderan de
la riqueza de los otros. Era, creía, la colaboración entre todos los miembros
para hacer una Europa (Toda) Libre y garante de los valores universales del
hombre. Pero solo son mercaderes y los buenos mercaderes se comen a los malos
mercaderes y, a los que no lo son, también.
Ya no son tiempos de acuerdos nacionales,
ni de grandes manifestaciones, todo eso ya está más que superado y nunca sirvió
para nada. Si el ataque es al trabajador, al desempleado que quiere trabajar, al
viejo y a la vieja, al enfermo, al que quiere estudiar, al joven que no quiere
ir a ningún otro país y tantos otros. Si el ataque es a todos ellos, habrá que
defenderse. Vuelve la decimonónica derecha de este viejo País a ser el verdugo
de su pueblo, a robarle la poca libertad conseguida, a arrebatarle su riqueza. Nunca,
a esta vieja derecha, le gustó el pueblo español. Siempre lo quiso como rebaño
de ovejitas para que, con un buen perro, sean manejadas y arrinconadas en los
rediles del sometimiento.
Primero con una huelga general indefinida,
¡Que abran ellos las persianas de este País ¡Que sepan quién hace que esto
funcione! Y que ¡De perdidos, al río!
No están dejando otra.
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