No quiero empresas más grandes ni con más dinero que la Hacienda del Estado. Tampoco que las grandes empresas se llenen de beneficios gracias a sus amplios márgenes comerciales y que evadan ese dinero, que es nuestro, a los paraísos fiscales. En mi Estado, la propiedad y la gestión privada no están al servicio de unos pocos, si no al aumento del Estado del Bienestar para todos. Pues, no han de olvidar que son como una concesión que se les hace y que sus plusvalías han de revertir en la ciudadanía, quienes son los verdaderos soberanos de la riqueza nacional.
La enseñanza pública laica, la sanidad pública y la dependencia son el máximo
garante de esa soberanía del pueblo español. La actividad privada no es mas que
una cesión que jamás podrá causar perjuicio alguno a la actividad social de
nuestro País. Es por ello que la actividad privada debería quedar relegada a
un mero apoyo de aquellas y nunca en competición y mucho menos en superación a
los medios públicos. El afán de lucro inmanente a lo privado quedaría
condicionado por márgenes comerciales supervisados y aprobados por la autoridad
competente que velaran siempre por el equilibrio entre el servicio prestado y
su coste, sin subterfugios.
El ímpetu creador, de superación y de mejora no quedaría supeditado a
la esfera de tal o cual parcela de la sociedad, si no que esos afanes de evolución
y mejora serían para la Nación
entera, que será la verdadera y única beneficiaria y no aquellos involucrados
directamente.
Es el Estado Español, es la Nación Española ,
es el Pueblo Español el único beneficiario de los esfuerzos que los españoles
sean capaces de hacer. Ninguna empresa, ni holding, ni corporación serían los
beneficiarios últimos de tales esfuerzos. Los ciudadanos españoles han de ser
los destinatarios finales de cuanta mejora sea el País capaz de realizar. Este
es un Estado Social y no privado.
La propiedad privada ha de ser limitada. Estamos sufriendo y padeciendo
la desregulación de lo privado. Lo privado no es más que el robo de lo que es
nuestro. Qué nos queda como Nación, además de pagar y pagar lo que ellos
quieran. Nos han estado arrebatando durante décadas nuestras fuerzas y valores
y hoy tenemos la miseria en nuestras casas y hogares y, eso, quien aún los conserve.
No es sólo un problema español, es el problema del mundo. Y todos los
pueblos de nuestro mundo han de reaccionar a tiempo. ¡Basta ya! La riqueza de
nuestro planeta no se hizo para el deleite de cuatro sinvergüenzas, se hizo
para el disfrute de cuantos vivimos en Él. Es la hora de la socialización del
planeta Tierra. Es el individuo, como parte fundamental de la sociedad, el
beneficiario final de cuanto progreso y desarrollo seamos capaces de hacer. No
es el individuo, como parte de una élite, el único agraciado. Son a estos a
los que nos toca combatir ahora. Estas élites han de ser desenmascaradas y
escarmentadas.
Nos están conduciendo a un mundo de paranoicos y psicópatas donde el único
fin es acabar con el ser humano. No podemos ni debemos quedarnos impasibles y
hemos de tomar las posiciones que nos corresponden.
Aunque pueda parecer apocalíptico, estamos inmersos en la última
guerra entre el Bien y el Mal. Usted que lee este llanto reivindicativo, debe
saber de qué parte está. Y, cuando lo sepa, tomar sus medidas, ayudar a que el
Bien se establezca de una vez para siempre y de forma determinante.
Intentaran confundirle y usted ha de estar preparado para entender la
mentira. Impedir que vuelvan a ganar es el único objetivo. Y no dudar en emplear
sus mismas armas. No son los tiempos para poner más la otra mejilla, que
siempre nos la parten. Son tiempos de reacción y de creación de una nueva forma
de vida en este maravilloso planeta, que bien merece la pena.
Este mundo esta lleno de riqueza para todos, el eterno problema es que
unos pocos siempre la han querido solo para ellos. Este ha de ser nuestro
combate, nuestra lucha.
¡Socialicemos el Planeta Tierra! Y que nadie pueda quedar fuera de un
cacho de felicidad por no tener un duro en sus bolsillos…
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