Han transcurrido muchos años
desde que los ciudadanos de Cartagena llenaran sus calles de forma tan tumultuosa. Pero ayer, sobre
las 19,30 horas, sus estrechas calles se abarrotaron de gentes con una única
dirección: alcanzar la plaza del Ayuntamiento. Pocos minutos después, a las
20.00h., comenzó a andar la manifestación con una gran pancarta que decía:
“SALVEMOS AL ROSELL. Por una sanidad pública y de calidad” recorriendo la calle
Mayor, las Puertas de Murcia, la calle Sta. Florentina, la plaza Juan XXIII y
por la calle Juan Fernández desembocar en el paseo de Alfonso XIII. Tal era la
multitud manifestándose, que fue necesario ocupar los cuatro carriles de esta
principal avenida, en dirección al hospital del Rosell. Vecinos llegados de
todos sus barrios y diputaciones se han sumado a una de las manifestaciones más
numerosas que se recuerdan en la ciudad. Ciudadanos y ciudadanas de todas las
edades y condiciones se han unido para la defensa del emblemático hospital
público. Ciudadanos que, en este último año, han sido manipulados y engañados
en cada una de las declaraciones de la consejera de sanidad, Mª Ángeles
Palacios –que fuera también concejala de Hacienda en el Ayto., cartagenero-.
Grupos políticos, PSOE –con su
secretario general, Rafael González Tovar, al frente; PSCT; IU-VERDES;
MOVIMIENTO CIUDADANO; sindicatos sanitarios; UGT, CC.OO, plataformas para la
defensa de la sanidad pública, movimientos vecinales y asociativos. Todos los
colectivos verdaderamente implicados en la defensa de la sanidad pública,
todos, exceptuando al Partido Popular. Ni tan siquiera los concejales del
equipo de gobierno, ni pensar en su alcaldesa –que buen silencio guarda en el
desmantelamiento del Rosell- Quizá, porque, quienes están desmantelando el
segundo hospital de Cartagena, son los mismos que prometieron, en la Asamblea
Regional, que Cartagena contaría con dos hospitales completos; además, todos
ellos, buenos amigos y correligionarios de su partido neoliberal español
(Hipócritamente llamado partido popular) y que nos está conduciendo a la ruina
como País y como Nación.
Se han coreado las dimisiones de
Alarcón, de la consejera de sanidad –cartagenera ella de pro- y de la propia
alcaldesa, que ahora es más madrileña que nunca. Pero determinados políticos,
eso de las dimisiones, no lo han entendido jamás. Su puesto, creen, es
vitalicio. Una consejera, que cuando accedió a su puesto en 2007 la deuda
sanitaria era de 65 millones del ejercicio 2006 y con su recién estrenado
mandato pasó a 131 y 472 en el 2008 y 839 en el 2009. Del 2010 al 2013 ni
hablamos, pues supera ya los 1.000 millones largos de euros. Una licenciada en
matemáticas y doctorada en ciencias económicas. ¡Menos mal! Porque si no llega
a saber de números, no queremos pensar qué hubiera ocurrido. Iniciada la crisis
en el 2007, la consejera comienza el mayor endeudamiento de la sanidad
murciana. Ninguno de todos sus innumerables planes para encontrar la eficiencia
y el ahorro, han servido para frenar la sangría de sus presupuestos, ninguno. Incapacidad
o ineptitud, elijan lo que más les guste.
Y, ¿Quién ha de pagar el pato? Pues
los cartageneros. ¡Cómo siempre! ¿A quién podemos restar en sus derechos y
prestaciones? Pues a los cartageneros. A los cartageneros se les puede restar,
ellos no son provincia y son solo una población más, como todas las otras.
“Llevamos 18 años gobernándoles y les hemos hecho de todo y nunca han
protestado más allá de un lastimero quejido. Son nuestro arrabal, donde las
industrias más nocivas y peligrosas se implantan porque nosotros, los
capitalinos y autonómicos, no las queremos y les hemos estado arrebatando todo
cuanto sí nos ha interesado. Son tantas y tantas las afrentas que les hemos
causado, que una más no les importará”, pensarán los dirigentes peperos.
Al finalizar la manifestación, el
hospital del Rosell ha sido abrazado con la unión de todas las manos de los
miles y miles de sensibilizados cartageneros.
No quieren, no queremos que
Cartagena pierda el segundo hospital de la ciudad a cambio de no se sabe qué.
Queremos y exigimos que el Rosell sea el segundo hospital y no por capricho.
Más de 300.000 ciudadanos tienen todo el derecho a contar con unos servicios
sanitarios públicos adecuados y un solo hospital, por muy moderno y muy bien
dotado que esté, es del todo insuficiente.
¡Ya está bien de tanto recorte,
ya está bien de tanto centralismo murciano!
¡Cartageneros, espabilemos y no
renunciemos más a lo que nos corresponde por derecho y por historia!
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