Es lo que nos llevan preparando
desde hace unos cuarenta años o miles, una enorme fogata. En ella, cual
sacrificio medieval, vamos a ser inmolados todos los gentiles y los que no lo
son, también. Pues, no crean los que ayudaron a preparar la fogata, que se irán
de rositas, los rescoldos también queman, prenden y matan.
A este mundo poseído por todos
los males ninguna otra cosa mejor le puede acontecer, ninguna. Nada en su
contra ha sido puesto en ninguna de las balanzas y estas llevan siglos
decantando uno de los platillos que está a punto de tocar el suelo y reventar
en él. Pues me hace pensar que tantos y tantos rezos de tantos y tantos credos,
todos, han sido en vano, si no atizadores de ese fuego y sin saberlo las pobres
e ignorantes mentes que les han y siguen el juego. La mentira puede ser tan
profunda e incluso mucho más. Es como si la mentira fuera inescrutable, ¿Dónde
comienza y dónde acaba?
Los grados de la maldad no
alcanzan jamás el límite ya que para limitarlos habría que ejercer su misma
violencia y, entonces, dónde estaría la diferencia. ¡Condenados a sufrir el
mal! Pues, vaya historia.
Así, los demonios que sirven al
jefe más satánico, nos están dando todas las señales de que la fogata está cada
vez más cercana. Ya es todo el planeta el que está bajo sus señales ígneas.
Nadie queda a salvo de su maléfico plan. Sus papelitos de colores variados
serán la mecha. Ya ven, inofensivos papelitos de colores, los causantes de una
de las mayores tragedias humanas.
Porque la barbarie, a punto de
desencadenarse entre los pueblos, está siendo regada día a día y con
abundancia. Los demonios están en todos los lugares más estratégicos del poder,
incluso fueron votados y electos por esos mismos pueblos. Y en vez de cumplir
con sus ilustres y dignos deberes, sirven al maléfico y lo alimentan hasta la
saciedad. A este mundo le han sustraído más de 30 billones (doce ceros) de
euros o dólares, que al fin y al cabo da igual, y nadie sabe como ha sido, como
en los mejores cuentos. Este sistema que ellos, los demonios, fueron creando,
está a puntito del colapso. Dio igual que en décadas pasadas hombres justos y
buenos dieran voces de alarma. Nadie hizo nada para corregir el mal, más bien
al contrario, se privatizaron todos los poderes y empresas a favor del sistema.
Hoy son unas pocas empresas, unas pocas entidades las que dominan y nos
gobiernan y les importa un bledo la gente. A ellos sólo les importa el
beneficio. Tampoco les importó nunca la Tierra, a ellos, sólo lo que le puedan
sacar y expoliar.
El Vaticano y Londres,
residencias por excelencia del maligno, consiguieron que la vieja Europa se
apeara de sus buenas intenciones primigenias y olvidándose de las causas de su origen
(II guerra mundial, grandísima fogata) la fueron tergiversando y manipulando
hasta convertirla hoy en lo que es: la mayor destructora del bien estar social
y humano. La esperanza de aquella Europa del conocimiento, de la cultura, de la
solidaridad y del desarrollo social, hoy, es tan solo un espejismo de todo
aquello. Aquella Europa que pretendía ser un contrapunto al máximo exponente
del mal: los EE.UU., de América y su falso, por hipócrita, capitalismo, ahora,
está siendo destrozada. En todos sus pueblos y naciones se comienza a percibir
un cambio que nos retrotrae a tiempos del medievo, donde la incultura, el
desconocimiento y la insolidaridad junto a la miseria y el hambre pronto
provocaran los estallidos de una gente a la que todo le ha sido arrebatado en
aras de la inevitable y consiguiente gran fogata.
No cosa distinta ocurre en
aquellos EE.UU., de América, donde sus ciudadanos, siempre obnubilados por un
bienestar consumista falso, están tomando conciencia del gran engaño en el que
estuvieron inmersos. Han despertado a los numerosos engaños que sus dirigentes
les han procurado a través de guerras injustas, de atentados de falsas
banderas, han despertado de su sueño y comienzan a vivir la pesadilla que les
tenían preparada. No son más que los otros ciudadanos del mundo, están sujetos
a las mismas mentiras de un sistema putrefacto y putrefactado por los
antiquísimos sacerdotes del templo, del maldito templo.
Y todos los viejos demonios, que
son los mismos estos que aquellos, están ganando, una vez más la partida. No
hay, yo no lo veo, nada ni nadie que les ponga freno a su maléfica obra. Están
libres y continúan acercando troncos y ramas al centro de la gran pira. Para
ellos no es otra cosa que otro más de los grandes sacrificios a su jefe Satán.
Para saciar su sed y su hambre de tanto humano irredento.
Un mundo, un planeta que posee 7
mil millones de almas y de las cuales 5 mil millones viven con 2 dólares al
día. Este es el resultado de miles de años de “civilización” y lo que están
haciendo es cargarse a los 2 mil millones que respiraban algo. En vez de luchar
y trabajar para que todos respiren y mejorar los enormes errores que han
conducido a esta deplorable situación. No se está en liberar a los que están
presos, sino de encarcelar a los que están medio libres.
Porque esta es la realidad: jamás
el ser humano ha sido redimido. Todo fue una pueril mentira de la que no hemos
sabido liberarnos y ¡Así nos va!
No hay comentarios:
Publicar un comentario