lunes, 16 de enero de 2012

MAFIAS

Me gusta acudir a nuestro diccionario de la lengua y en este caso nos dice: “Organización clandestina de criminales sicilianos // 2. Por extensión, cualquier organización clandestina de criminales // 3. Engaño, trampa, ardid”.

O sea, que no hay que ser siciliano, ni clandestino para ser o pertenecer a una mafia.  Esto se pone clarificador: El engaño, la trampa y el ardid (“Artificio, medio empleado hábil y mañosamente para el logro de algún intento”) son la base fundamental para ser mafioso, ¿o no? Así, se ha de deducir que quienes practican el engaño, la trampa y el ardid son mafiosos.

Creo que mi presidente del gobierno es un mafioso (el de mi comunidad autónoma, también). Sólo hay que repasar las hemerotecas para comprobar la sartá de mentiras, trampas y ardides que nos contó a todos los españoles para conseguir la presidencia. Él y todos los que le acompañan.

Pensando un poco más allá, uno se da cuenta de que todo cuanto le rodea es una pura mafia. Menos la comunidad de propietarios de un bloque de viviendas. Ahí hay poco margen para el nacimiento de la mafia, ésta necesita de mayores beneficios. Y además la presidencia es rotativa anualmente y no daría tiempo. Que no, que no, aquí no hay negocio, ni cargos, ni licitaciones, ni grandes proyectos y saben dónde vives. Y son pocos y pueden darse cuenta muy pronto del ardid.

Pero superado este escalón primario de una organización colectiva, la cosa empieza a cambiar: Que si Juntas Vecinales, Ayuntamientos, Mancomunidades, Comarcas, Diputaciones, Comunidades Autónomas y el Estado. ¡Menuda escalera ésta! Los márgenes de beneficios crecen exponencialmente en cada escalón y no tienen fin. En una democracia como la nuestra, que no es una verdadera democracia por haber nacido atada y bien atada, esto de la mafia parece dar continuidad en los propios partidos. Cuando uno ve que el que está no se baja nunca, empieza a pensar mal y eso aunque se pierdan elecciones y elecciones, una tras otra. Qué interés procura el estar arriba de la estructura. Qué prebendas son facilitadas gracias a ese puesto. Deben ser altos los réditos, si no, no se entiende. Se tragan hasta su dignidad de personas y maniobran lo indecible por la permanencia. ¿Serán los maletines que, dicen, corren por los períodos electorales y que están exentos de justificación alguna? O ¿Serán los favores por los silencios que, de éstos, obtienen? O ¿quizás sea por la nómina de fin de mes que no necesita de grandes esfuerzos ni permanencias horarias? Supongo que serán muchos más los motivos para que haya personas destinadas, desde que nacen, a esta ardua tarea de la política. Digo “ardua tarea” por que no ha de ser fácil para hacerse el hueco y mantenerlo, y el empeño y las hipotecas a suscribir, muchas. Además, hay que romper con los principios, con las éticas y las moralidades o, quizás es que nunca se tuvieron.  Lógicamente ese empeño y esas hipotecas no van en beneficio de los ciudadanos. Éstos forman parte de una masa social que responde más a cuestiones meramente viscerales que a la memoria histórica de un cerebro racional y éticamente amueblado. Así quedaría explicado cómo algunos nacen y mueren, de viejos, haciendo política. Éstos obtienen la categoría de Capos, los que mandan.

En estos años que sufrimos de crisis financiera, no he oído a ninguno de estos políticos decir nada en contra del sistema que la ha creado. Hay que salirse de la política para encontrar las verdades sobre esta crisis y también las soluciones. Los políticos están al servicio de ese sistema y acatan sus órdenes sin rechistar porque, al fin al cabo, a ellos no les afecta de la misma forma que al resto de la masa social. Ellos se mantienen a salvo, o bien, al frente del puesto de mando o al frente del equipo de mantenimiento. Que hay que machacar al mismo de siempre, pues se le machaca y a otra cosa mariposa.

Decía Antonio Gala que “los políticos honrados se quitan de en medio cuando cae sobre ellos la sospecha”. No tenemos políticos honrados o, cuando menos, los suficientes. Ni tampoco estadistas, porque, como decía Churchill: “El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”. ¿Hay alguien ahí? Silencio por respuesta…

La tristeza me embarga cuando compruebo que desde los años 70 ya no hay políticos comprometidos con sus países, con sus naciones, con sus conciudadanos. Sea por que el sistema asesinó a los que si lo eran (Lincoln, Kennedy, Luther King, Allende, Gandhi, Olof Palme y tantos y tantos otros) y tales actuaciones les produjo miedo a estos advenedizos y la constatación de quién o quienes son los verdaderos amos del mundo. Todo una pura farsa, una insondable mentira que está llevando a este planeta a su destrucción. Sólo hay un interés: tener más dinero y más poder para seguir teniendo sojuzgados a los esclavos, para que nunca levanten cabeza y acierten a ver la verdad.

Porque siempre entendí la política como el medio para liberar a las gentes de la tiranía de los malos. Nos liberábamos de las dictaduras y en las democracias se podría ejercer la defensa de los intereses de los pueblos. La triste realidad: no hay buenos políticos, ni mejores estadistas. Por encima, hay un poder en la sombra al que nadie combate, ni siquiera los políticos, que para eso les pagamos, para que nos defiendan de esos demonios y no para otras cosas… ¡Reventará!

Cuando comenzamos a tener un desarrollo excepcional en todos los campos de la ciencia, nos damos cuenta de que no nos sirve para nada. No se consigue nuestra libertad, ni tan siquiera la liberación de la miseria. Ésta, la miseria, es el vehículo que ellos utilizan para mantener su tiranía sobre el 99% de la población mundial. Ellos, sólo el 1% son los que mandan. Y los políticos están a su servicio, no al nuestro. Son sólo asépticos políticos, que no valientes defensores de lo público. Sólo eso.  

La Historia siempre se repite y me queda la esperanza de que, en esta ocasión – creo que cada vez más cercana-, venga alguien y no se enrede con parábolas o se deje crucificar; y ponga, a cada uno, en el sitio que le corresponda. ¡Qué ya está bien de tanto mamoneo!

Otro mundo mejor es posible y aquel, mejor político que creador de una fe, y que echó a los mercaderes del templo, venga pronto, antes de que se vuelva a liar. Políticos como él son los que nos hacen falta. Primero la buena política, que ya tendremos tiempo después para los rezos y las resonancias Schumann. O, quizás, ya las tengamos sobre nosotros y sólo nos quede alcanzar la masa crítica necesaria de personas conscientes, que permitan el cambio a una más grande y nueva dimensión, donde los que piensan en la maldad y en el egoísmo, simplemente, desaparezcan.

Oigan su corazón y presten toda la atención a su conocimiento intuitivo. ¡No falla! 

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