martes, 24 de septiembre de 2013

LA INUTILIDAD DE LA CLASE POLÍTICA

Desde hace unos cuarenta años, cuando la banca y el sistema financiero consiguieron hacerse autónomos y libres al mil por cien,  para poder hacer lo que más les conviniera, hemos venido asistiendo al declive paulatino y sin freno de la clase política. Pasadas esas cuatro décadas, las clases políticas son solo cortafuegos entre aquellos potentados y los, cada vez, más empobrecidos ciudadanos.

Así las cosas, esa clase pseudo política ya no se encuentra disponible para satisfacer las necesidades y progresos de los pueblos, ahora son los más serviles siervos del poder bancario, financiero y empresarial. Son estos los que deciden qué, cuándo, dónde y qué hacer. Las normas y Leyes que ejecutan no buscan el desarrollo y bien estar de la gente, ya solo buscan el enriquecimiento –que ya es obsceno- de esas clases de oligarquías endemoniadas y poseídas por los malos espíritus (Que haberlos, haylos)

Europa, y dentro de ella España, es un claro ejemplo de lo dicho. Los psicópatas han tomado el poder por el camino corto del engaño y defienden a quien le paga, no hay otra. Porque, eso de que es el ciudadano el que a través de sus impuestos paga los costes de esa clase, solo es cosa del imperativo legal. Otra cuestión es el futuro tras su paso por la política que bien se aseguran en graciosas y generosas concesiones de lo que es, exclusivamente, de todos.

Hoy esa clase política, la más mediocre y ruin, está centrada de forma exclusiva en trasvasar todos los recursos de la Nación a la clase económica. A esa clase económica que ha hecho de la especulación, el soborno y la corrupción sus armas más certeras e infalibles. De tal forma, que todo lo conseguido por el trabajo de todos los hombres y mujeres, pasados y aún presentes, ha sido y está siendo dilapidado en un pís-pas. Esa clase política ya dejó de mirar por la gente. Sólo mantiene los ojos fijos en el resultado económico-financiero de la empresa y del banco amigo. Lo demás les resbala. ¡Ándeme yo caliente y ríase la gente!

Ni siquiera tienen un plan para enderezar la economía nacional, ni saben qué es eso. Hoy ya no se llevan esas cosas. Ahora es más fácil arrebatar los recursos a la masa y en eso están y no pararán hasta que la pobreza vomite cerca de ellos y eso nunca será posible, que ya se encargan de mantener las distancias. ¡Faltaría más!

Esa clase económico-financiera-empresarial, hoy, no tiene fronteras y lo mismo hoy están aquí que mañana se van allí. Ocurre igual con su dinero, nadie sabe dónde está, o, sabiéndolo, mejor ni preguntan. Pero, nosotros, la gente y por el contrario, siempre estamos en el mismo sitio y no podemos movernos con tanta soltura y desenfado. Y menos cuando los años se acumulan y los posibles ya nos obligaron a gastarlos. Esta es una parte de la globalización que nos vendieron, otra mentira más del sistema que estas oligarquías endemoniadas y posesas nos impusieron con el beneplácito de los políticos más cutres y traidores para quienes los auparon a las altas instancias del poder político.

Uno mira hacia todos los lados, a la izquierda, a la derecha, al centro, atrás y no ve nada bueno, nada que atisbe esperanza alguna. Hay un camino ya trazado al que todos parecen seguir con la mayor de la resignación. Porque cuando se dice que el rico le roba al pobre, se llama negocio y cuando el pobre pelea por recuperarlo, se llama violencia. Hasta este punto hemos llegado y nos han hecho entender que es así, sin más. Recordemos que todo empezó por la necesidad de que cada uno tuviera su dinero bien guardado, lejos de los asaltantes de caminos y ladrones. Fue de esta necesidad la aparición del monstruo que hoy nos está devorando hasta los calcetines.

Además, decía Wright Patman (1928-1976) que: “Todavía no he encontrado a nadie que pudiera justificar, de una manera lógica y racional, que el Estado tenga que pedir prestado a los bancos el uso de su propio dinero. Creo que llegará el día en que el pueblo exija que esto cambie. Llegará el día en que nos echaran la culpa a nosotros, el Congreso, por permitir que este estúpido sistema continuara”  Esta es la cruda realidad y hasta donde se ha llegado por la omisión y la depravación de la clase política.

Por ello, es lícito pedir acabar con esa disciplinada clase política que sólo tiene ojos ante los poderosos y se ciega ante la cruda y, cada vez más denostada, realidad social a la que nos están conduciendo. En pocos meses habrá una convocatoria para las elecciones europeas. Sería un buen momento de no pasar por las urnas y dejarles sin los instrumentos que les damos y que ellos utilizan, traidoramente, en nuestra contra.


Mientras llega mayo se pueden hacer más cosas ¡Hagásmoslas!

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