miércoles, 14 de mayo de 2014

EL ENROQUE DE LA ALCALDESA

En el milenario juego del ajedrez, cuando uno se enroca es porque ve, peligrosamente amenazada, la partida. El rey se ayuda de una torre buscando el refugio tras las murallas de esta. Pero el enroque no es una jugada más sobre el tablero, porque, o aciertas el momento más adecuado, o te puedes dar por muerto. Esto es lo que parece haber hecho nuestra supuesta prevaricadora alcaldesa, al afirmar a través de los medios de comunicación, y no a través de la reunión que tiene solicitada por los vecinos, de que “La decisión del traslado de la actual estación ferroviaria a Mandarache es absolutamente definitiva” No hay más argumentos. No los tiene, nunca los tuvo.

Por fin reconoce no contar con el apoyo de alguien en ese traslado. Ni vecinos, ni partidos políticos, ni sectores hosteleros, ni empresariales, ni educativos, ni universitarios. Nadie la apoya en el traslado. Así, se enroca para hacerse fuerte tras las murallas de la torre. No le queda otra a tanta unilateralidad. Es, de este modo como entiende la política municipal. Así la lleva entendiendo 19 años: Como una “dictadura democrática” que ella se ha forjado durante tanto tiempo y olvidándose de los principios básicos de la democracia y del respeto a los ciudadanos que son los verdaderos soberanos del poder que le traspasaron de forma temporal.

Olvida quién la puso donde está y olvida a quién se debe. Quizás ya no le importe mucho todo eso, sabedora que su tiempo ha terminado, que los cartageneros ya han llegado a colmatar el vaso de la paciencia y de la inoperancia. Sea y quiera que, con sus dos últimas actuaciones, (Importantísimas para la ciudad) y que son este falseado traslado y la apertura del Palacio de Deportes, dejarlos en las buenas manos de sus amigos del alma y que éstos obtengan el futuro que sin ella no tienen.

Se firmó un convenio con todas las partes involucradas  en 2006, que dejaba las cosas donde deben estar y era bueno, pues en nada se parece al que pretende llevar a Mandarache y contemplaba la regeneración de los terrenos contaminados de la antigua Potasas –ahora públicos- y el desarrollo sostenible de la que hoy y tantos años ha sido, y continúa siendo, la peor estampa que Cartagena ofrece a su entrada. Pero nada se hizo por su parte. Ocho años después, le vienen unas prisas que nadie entiende, o sí,  por aquello de seguir ayudando a los amigos y allegados hasta la extenuación, pierda Cartagena lo que pierda. Y con ella, todos los cartageneros que le han dicho “No al traslado de la Estación”. Pero, ¿Qué le importa a su excelentísima e ilustrísima? ¡NADA!

Si los cartageneros han de esperar otros 8 años más, los esperaremos con gusto. Lo que no queremos son chapuzas de las que ni se obtengan los beneficios esperados, ni sirva de chanza nacional, ni de los que tengamos que arrepentirnos “Per tutta la vita”.
Piensa que enrocándose todo se va a terminar y está muy equivocada. No conoce la capacidad real de los cartageneros cuando se lo proponen. La historia está llena de actos que ennoblecen a este pueblo nuestro. Usted puede haber puesto en marcha el despertador a tanta pesadilla, sin darse cuenta.

Si usted, señora alcaldesa y diputada, no tiene el apoyo de sus vecinos, usted no debe, ni puede ir contra su voluntad y mucho menos cuando sus argumentaciones están vacías y carentes de una verdadera justificación. Ha sido descubierta en sus verdaderas intenciones y no gustan a nadie.


Y sin aún le quedara algo de la dignidad presumible a un servidor público, le rogaría presentara su dimisión de forma inmediata. Le haría un gran favor a la Justicia y otro enorme a los ciudadanos de Cartagena y su Comarca. Y le aseguro que la alegría volvería a lucir en esta maltratada tierra por todos los años de su nefasta gestión. 

Ya pagaremos, como podamos, los 150 millones de euros o los 25 mil millones de las antiguas pesetas que nos deja de recuerdo.

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