miércoles, 23 de diciembre de 2009

LA ÚLTIMA CRISIS




Una vez más la codicia de unos pocos iba a suponer, no solo la ruina de la mayoría, sino el fin de una civilización y quizás de algo más. Aquellos que, como siempre en la historia, pensaban que estarían a salvo con todas sus riquezas, ni se les podía pasar por la cabeza que a ellos también les iba a alcanzar la miseria, que estarían a salvo con todas sus ganancias.
Todo tiene un comienzo. Tras la segunda guerra mundial el capitalismo del libre mercado, el de la oferta y la demanda, se impondría como una ley a la que todo el mundo tendría que rendir pleitesía. Europa y EE.UU., a la cabeza y, este último, como matriz del engendro. Después de las experiencias anteriores a la mencionada guerra, el sistema permite la creación de una gran clase media posibilitando a ésta el disfrute de parte de esa riqueza. Clase media que obnubilada ante su suerte sucumbe a la espiral del desarrollo. Aunque bien es cierto que a un precio muy alto. Salarios de subsistencia y le damos financiación, páguelo en cómodos plazos, que para eso está la banca. No es consciente de a dónde la conducen.
La tela de araña, tan perfecta y exacta, está trazada. Los Estados democráticos de estos países, depositarios de la voz de sus ciudadanos, depositarios de su fuerza se dejan arrebatar ese poder. También las organizaciones sindicales fueron compradas y acalladas. Las grandes multinacionales, corporaciones y oligarquías se encargan de ello. Nada hay que supervisar, nada en la economía ha de ser regulado, ésta es libre, se regula sola. Ya saben, la oferta y la demanda. El dinero es nuestro, ese es su lema. Y el poco que les damos ha de venir a nosotros. Planes de pensiones y jubilación, fondos de inversión, la bolsa. Estas fueron las últimas aportaciones de aquellas oligarquías para hacerse con el dinero que aún no tenían. Explotemos todos los recursos, hay que globalizar. Hemos de hacernos con el resto del mundo. Grandes zonas del planeta que habían resistido en otros tiempos caen como fichas de domino. Rusia y sus repúblicas, China y el sudeste asiático. Ya controlamos todo, ya explotamos lo explotable. Ahora sólo nos queda lo último, explotar de verdad. Y aquí es donde se les fue la mano.
Tantos años de explotación, de extracción y de transformación sin sentido. Tantos años de contaminación, de esquilmación de recursos no pueden quedar inmunes. Tanta riqueza acumulada por unos pocos, como si una vez muertos se las fueran a llevar consigo. Nacemos desnudos y como mucho, cuando te mueras, te pondrán tu mejor traje. Nada más.
Se nos dio un planeta con todo lo necesario para nacer y crecer todos. Se nos dio un planeta con todas las posibilidades. Pero algunos hombres, con la malversación de la economía (del latín oeconomía, “administración recta y prudente de los bienes”), la han jodido. El afán de unos pocos por la riqueza, nos ha llevado a la situación actual.
A pesar de todo el desarrollo tecnológico del que hemos sido capaces, aún mueren de hambre millones y millones de seres igual que tú. Aún hacemos guerras para que unos pocos ganen más dinero con la sangre de muchos. No hemos aprendido nada de nada. Vamos en dirección equivocada y nadie es capaz de poner orden en este caos de mundo superdesarrollado. Tal vez y una vez más sea la propia NATURALEZA la que nos ponga en nuestro sitio.

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