Escuché los relatos de unos invitados en un programa de
televisión que comentaban haber recibido llamadas de teléfono de seres queridos
que, o bien, habían fallecido tiempo atrás, o bien lo habían hecho en las horas
anteriores a la llamada. Coincidían en que las cortas llamadas decían: “Que ya
he llegado” y que se “encontraba bien”. Estos invitados eran personas jóvenes y
formadas intelectualmente y ratificaban y reafirmaban que aquella voz, en
cuestión, pertenecía a su ser querido. Las grabaciones no dejaban lugar a duda
alguna. Y nos confirman que, tras la muerte, se va a algún lugar.
Ante estas afirmaciones de personas normales se puede
mantener una postura escéptica, indiferente e incluso, como la madre de alguno
de ellos, de terror, y que rápidamente borró la grabación porque aquello,
sencillamente, era del todo imposible y la paz y tranquilidad de su persona
estaban por encima.
En la época en que las comunicaciones han llegado a un rapidísimo desarrollo yo no veo ningún disparate en aceptar esta posibilidad de
recibir llamadas telefónicas de nuestros muertos. Cuando, a los pocos días de producirse
el evento -20/07/69- le dije a mi abuelo que el hombre había pisado la Luna (O
eso contaron) y un poco más y me mata. A un hombre, nacido a finales del siglo
XIX, determinadas cosas eran imposibles. Será que nuestro conocimiento aún no ha
llegado a ese nivel de apertura mental, porque, como estamos pendientes de
llegar a fin de mes y de encontrar trabajo, pues los esfuerzos se van en las
cosas del día a día de la subsistencia, que así nos quieren los que mandan. Entretenidos
y ajenos a la verdad de las cosas.
Esto es lo que a lo largo de los siglos hemos venido
haciendo: Ignorar todo aquello que no sea inteligible a nuestro entendimiento.
Pero, ¿Zanjamos con semejante postura la cuestión o, simplemente, la
postergamos? Son como las asignaturas pendientes que la Humanidad sigue sin
aprobar curso, tras curso, siglo tras siglo, milenio tras milenio. No nos dejan
que sepamos la verdad, quizás, porque pondríamos en juego sus privilegios y privatizadas
fortunas y a nosotros, incluso, nos viene bien la placidez y la tranquilidad
que la ignorancia procura.
Hace unos días el físico John G. Cramer, de la universidad de
Washington, ha publicado la reproducción del sonido de la gran explosión
(Bing-Bang). Ese sonido es de algo más tarde a esa explosión (760.000 años
después), pues en el principio todo es silencio, ya que no hay espacio a través
del cual se propague el sonido. Así, el universo lo podemos considerar como la
mayor caja de resonancia imaginable.
Las ondas están todas contenidas en sus recipientes y, según
parece, no se destruyen, siempre están ahí. Los que se dedican al estudio de lo
oculto han realizado grabaciones –psicofonías- de seres inmateriales, de
espíritus que aún vagan por determinados edificios antiguos abandonados o,
incluso, por pueblos enteros.
Usted me preguntará qué tiene esto que ver con el inicio de
este artículo. Creo que mucho, porque, al fin y al cabo, esas llamadas y
grabaciones de seres ya muertos son también ondas. Pero, ¿Cómo es posible que
un muerto pueda realizar una llamada telefónica?
No cabe otra que adentrarse en lo que aún nos es inteligible
y realizar lo que conocemos como especulación. O no tanta, porque contamos con
la información de textos milenarios que nos hablan de cosas que son
incomprensibles, pero que fueron y son, aunque no alcancemos a entender.
No olvidemos que, tanto el sonido como la luz son formas de
energía que se propagan gracias a las ondas. En mi ignorancia de la física, me
atrevo a decir que, de estas formas de energía, la luz es la más poderosa. Llamamos
luz a la parte de la radiación electromagnética que puede ser percibida por el
ojo humano (Nuestros ojos no son capaces de ver todos los tipos de luz
existentes, en ese sentido somos más bien unos perfectos invidentes. Los
prismáticos de infrarrojos están prohibidos al público en general y no para que
podamos ver la interioridades de los cuerpos femeninos –como justificaron- sino
para que no veamos la verdad de lo que ocurre en nuestro alrededor) La luz viaja
a mayor velocidad que el sonido (1.200 km/hora de este, frente a los 300.000
km/segundo de aquella y genera calor. La luz es capaz de propagarse en el vacío
mientras que el sonido, como ya hemos visto, no. Así entendemos todas las
referencias a la adoración a la luz que todas las religiones y creencias han
hecho desde el comienzo de nuestra existencia.
En el capítulo XXIX del Evangelio de Valentino (Apócrifos,
según el catolicismo) se cuenta lo siguiente:
Pregunta María Magdalena a Jesús: ¿Cómo son los veinticuatro invisibles? ¿Y
cómo son sus regiones, y de qué especie son, o de qué género es su luz?
Jesús le responde: - ¿Qué hay parecido en este mundo a ellos? ¿A qué los
compararé y qué es lo que de ellos podré deciros? Nada en este mundo les es
comparable, nada que se les pueda asimilar. Porque nada hay en este
mundo que sea de la especie de las cosas del cielo. En verdad os digo
que cada invisible es mayor que el cielo y que la esfera que está bajo él.
Porque nada hay en este mundo más deslumbrante que la luz del sol. Pero, en
verdad, os lo digo: Los veinticuatro invisibles tienen una luz diez mil
veces más brillante que la del sol de este mundo. Y la luz del gran
antepasado invisible es diez mil veces más brillante que la luz que os he dicho
que tienen los veinticuatro invisibles.
Más esperad un poco y os conduciré a ti y los discípulos, tus
hermanos, a todos los lugares de las regiones superiores. Y
entonces veréis en la realidad esas formas que no tienen parangón. Y cuando os
haya conducido a las regiones superiores, veréis la gloria de los que
pertenecen a las regiones superiores. Y sentiréis una admiración extrema y,
cuando os lleve a la región de los archones de la Heimarmene, veréis la
gloria en que están. Y miraréis al mundo que está ante vosotros como la
oscuridad de la oscuridad.
Y cuando miréis al mundo que habita el género humano,
os parecerá un grano de polvo, por la gran distancia que os separará de él…
…Porque no hay medio de explicar en este mundo cómo son las cosas de que
os hablo.
María Magdalena dice: - Señor, no te incomodes contra mí, si yo quiero
averiguarlo todo con interés y con celo. Porque es con el fin de que mis
hermanos lo anuncien a la raza de los hombres. Y para que los hombres,
oyéndolos y creyéndolos, se salven de los rigurosos tormentos que les harían
sufrir los malvados archones…
…María pregunta: ¿cuánto es más grande el segundo antepasado que el
primero? ¿Qué distancia los separa y cuánto es más grande su luz?
Jesús le responde: En verdad, en verdad, os digo que el segundo
antepasado está alejado del primero una distancia tal que ninguna medida puede expresarla.
Ni según la altura y profundidad, ni según lo ancho y lo largo. Y está alejado
a una distancia inmensa, que ninguna medida puede expresar, de los ángeles, los
arcángeles y los dioses. Y la superioridad de su luz es tal que ninguna cifra
puede computarla…
Si después de leer este texto escrito hace miles de años, aún
le queda alguna duda de cómo un muerto es capaz de hacer una llamada
telefónica, no se moleste. No busque en su interior, siga viendo el partido o
prepárese para salir en la procesión y, si no, pues siga con las cervecitas. Y
que le aproveche.
Es de nuestra ignorancia de la que se aprovechan y, como es
mucha, encima van y nos meten todo el miedo posible. Es lucifer,
y sus demonios que le sirven, quienes nos gobiernan en este mundo. Para
eso tienen las religiones, el sistema del dinero fraccionario, la deuda, privatizado
todo aquello que es fundamental para la vida, incluida el agua, y las armas con
las que nos matan cuando quieren.
Algunos dicen que, a partir de abril, puede que empiecen a cambiar
las cosas. Falta que nos hace, porque esta cuerda de la esclavitud y de la ignorancia, a la que nos
tienen atados, ya no da para más. O se rompe o nos liberan, no hay otra.
Este atento al teléfono por si alguno de sus muertos hace el
esfuerzo de llamar y le cuenta cómo va a terminar esto, porque ya sabe que aquí
los medios de comunicación cuentan lo que los demonios quieren que nos cuenten
y, eso, la mayoría de las veces, nada tiene que ver con la verdad.
¡Salud!
Nadie controla el mundo, si estudias economía veras que es imposible controlar la economía, un mal paso y te arruinas seas china o EEUU
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