Ayer fue una jornada intensa para las bases socialistas
cartageneras. Ayer triunfó lo que siempre debió mantenerse y nunca perderse: la
transparencia, el trabajo, la honradez y la política como el medio para transformar
nuestras sociedades y devolver la dignidad y el bien estar a nuestros vecinos.
No fue fácil. Acabar con la perversión y los perversos de la
política siempre es costoso en esfuerzos y en la aglutinación de las
voluntades necesarias para conseguirlo. En algunos, siguen primando los intereses particulares sobre los
colectivos y remueven Roma con Santiago para que su estatus se mantenga
indemne. Utilizan el chantaje de una fuerza falsa e hipócrita (los votos de
engañados que controlan) para decantar proyectos que no lo son en su esencia.
Utilizaban la complicidad con sus adversarios políticos; camuflándose,
refugiándose, en el plácido abrigo de sus alas gavioteras. Es como aquellos de
las tarjetas negras: A cambio de mi tarjeta, silencio y mirada hacia el otro
lado. Mezquinos y ruines. Al cabo, presentan, al siempre engañado pueblo,
dignidades e imágenes falsas, palabrerías llenas de hipocresía y llamadas al
esfuerzo y a la renuncia colectiva de un pueblo, pero que ellos jamás se
aplicaron. ¡Gentuza!, ¡Fariseos del Templo!
Pero al fin se ha conseguido. Retomar, recuperar los
principios ideológicos que las ideas socialistas llevan implícitas. Trabajar no
para uno, sino para que los beneficios sean distribuidos entre todos, pues,
todos no tienen por qué bailar siempre con la más fea. Es la gestión, la buena
gestión encaminada hacia el beneficio social y no particular para unos pocos.
Es la voluntad de muchos los que encomiendan ese trabajo a
otros. Y esos otros han sabido transmitir sus deseos y sus principios. Es como
la típica pirámide que nos controla, pero invertida. Nosotros somos la voluntad
de esas gentes que nos delegan su soberanía. No somos los soberanos, son ellos.
Así es como ha de interpretarse esta realidad que nos han falseado.
Ya toca, por fin, sacar a la luz todas las verdades, gusten o
no. Ya toca poner las cosas en el lugar donde siempre tuvieron que estar y que
corran los que hallan que correr, que desaparezcan de nuestras vidas y
proyectos. Ya toca romper con los silencios obligados y que esas gargantas
desaten sus nudos y hablen claro y alto. Ya toca. ¡Hablen! ¡Dejen los miedos a
un lado! ¡Ejerzan su libertad!
Es el momento de rasgar las vestiduras de aquellos que las
usurparon. Es la catarsis necesaria para esperar que el futuro vuelva a
nuestras ideas y proyectos como colectividad. El futuro, ese futuro, que unos
pocos nos fueron robando lentamente y de forma cómplice con otros desalmados
egoístas y usureros. Es la hora de recuperar las esperanzas en un trabajo
honrado y digno para que las sinergias se esparzan ante todos y para todos.
Los socialistas de Cartagena rompieron, ayer, con el pasado
obscurantista, perverso, maleado y cómplice. No fue fácil, pero se consiguió.
Ahora toca seguir en ese avance de los cambios que son necesarios para
modificar las cosas que no nos convienen como sociedad, como pueblo de
Cartagena y de su Comarca.
Nos toca recuperar esa senda que jamás hubo de abandonarse y
podremos, incluso, equivocarnos. Pero nunca esas equivocaciones serán
voluntarias, ni lo serán por malversación, ni por prevaricación, ni por
cohecho, ni por un tráfico de influencias con efecto boomerang. En esa senda
habrá de verse el fin del camino que será tan infinito como nosotros queramos,
sus límites y márgenes los pondremos entre todos. Nadie nos lo impedirá si entendemos y comprendemos que la senda está
hecha para el disfrute de todos. Un esfuerzo común donde la confianza y la
alegría den motivos a la risa y acaben con el recelo y la duda, con ansiedades
y angustias, con miedos y limitaciones. Un esfuerzo que nos ayude a vivir, a
sentir a los demás como si fuéramos nosotros mismos. Respeto e, incluso,
admiración por los otros.
Tenemos la ocasión y la fuerza y el ánimo para cambiar todas
esas cosas que a nadie gustan. Tenemos la oportunidad. Tan solo necesitamos que
las buenas gentes entiendan nuestro proyecto y caminen junto a nosotros por esa
senda que acaba de abrirse. Os esperamos.
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