miércoles, 15 de diciembre de 2010

LA EUROPA AMORTIZADA Y FINIQUITADA

Espero que esto sea sólo producto de mi imaginación. A un caballo desbocado no hay quién lo pare. Estos mercados están desbocados, ¿habrá alguien que los frene, antes de que pudiera ocurrir…?

…Tras varias semanas de protestas, en todos los países del euro, la paralización de los servicios ha provocado el desabastecimiento de las áreas de alimentación. Las fuerzas del orden público se muestran impotentes para controlar a las masas que, sin ningún temor, han ocupado las calles, los centros públicos, los bancos y las oficinas de las grandes empresas. Los centros de trabajo han sido abandonados provocando, en aquellos de especial sensibilidad, las paradas de sus unidades de producción. En las ciudades y pueblos, el suministro eléctrico ha sido suspendido. Las gasolineras hace semanas que no despachan combustible al haber agotado sus existencias. Los sistemas de transporte públicos dejaron de funcionar. Los hospitales se hayan incapacitados para la atención de sus enfermos y de las víctimas de las revueltas. Las recogidas de basura hace meses que no funcionan. Europa huele a podredumbre. El hedor se hace irrespirable y los riesgos de enfermedades infecciosas junto con la proliferación de las ratas, hacen temer lo peor. Cada vez se está más cerca de repetir lo que en siglos muy cercanos supuso la muerte de millones y millones de europeos, otra gran pandemia.

A pesar de los decretados estados de alarma, de excepción y de sitio, los ciudadanos continúan en las calles, la oscuridad de la noche les ampara.

Cada vez son más miembros de las fuerzas armadas y del bien público los que abandonan sus puestos. Tienen claro que no son sus conciudadanos los blancos de esta situación. Se pueden ver miles de cadáveres en las calzadas y aceras de todas las poblaciones, más producto de las disputas entre los saqueadores que de las fuerzas armadas. En Europa continúan los saqueos y los asaltos a las grandes distribuidoras de alimentos. Los conflictos raciales se han desatado de forma inusitada, llegando a la creación de verdaderas pandillas que acotan zonas de uso exclusivo. Los ciudadanos europeos, los que hasta hace muy poco tiempo gozaban del estado del bien-estar, pasan hambre. La Vieja Europa, la defensora de los derechos humanos, la ideóloga de la fraternidad, de la igualdad y de la libertad, se está muriendo. Los incendios han iluminado la noche en todos los países. Las calles se han convertido en un sálvese quién pueda. Cada vez son más los ruidos de disparos y de ráfagas entre las sobrecogedoras explosiones.

La desesperación y la indignación de millones de personas se fue alentando en los últimos años. Millones de personas se quedaron sin trabajo y fuera del sistema. Otros tenían que trabajar más para cobrar menos y cotizar más tiempo para que les dejaran tan sólo el 40% para su pensión. A los ya jubilados redujeron sus míseras pensiones y ayudas sociales. Vuelven a morir solos, ya nadie se ocupa de ellos. Los precios de los alimentos, la electricidad y de los combustibles se desorbitaron creando más pobreza en las gentes. Los abusos empresariales volvieron a los del siglo XIX, convirtiendo a los trabajadores en meros instrumentos productivos como si de máquinas se tratasen. Los responsables políticos no vieron el final al que los conducía la especulación y el chantaje de lo que se llamó “los mercados”. Éstos, siempre al margen de cualquier ley y con sólo el interés de ganar más y más dinero, marcaron el camino y ellos, los políticos, los siguieron sin ver el precipicio adonde nos conducían a todos. Al principio de los ataques de los mercados, ningún país tuvo la valentía de plantarles cara y sentar en los banquillos de la Justicia a tanto estafador. Tampoco el paso del tiempo les hizo caer en la imperiosa necesidad de regular a estos mercados. La socialdemocracia fue engullida, absorbida sin problema. El saqueo sería más fácil con todos los países con gobiernos liberales. A los mercados sólo les interesaba nuestro dinero, con él se podrían marchar donde quisieran, no así nosotros, los ciudadanos. Era fácil predecir las consecuencias de tanto desmán pero no hubo acuerdo, ni nadie se atrevió a denunciarlo. Ya se encargaban ellos de que no lo hubiera. Así que aquí están, de nuevo, los ciudadanos europeos, matándose los unos a los otros por un pedazo de pan.

Si cabe es en Alemania y Francia donde la situación es cada vez peor. Sea quizás por que sus ciudadanos se hayan sentido más estafados por sus gobernantes. Les hicieron ver que a ellos, los ajustes económicos siempre serían más llevaderos que al resto. Pero sólo fue cuestión de tiempo, también sus preeminentes economías fueron aniquiladas bajo la implacable aptitud depredadora de los mercados. Y hoy, Europa no es siquiera una vaga imagen de lo que fue. Una Vieja Europa que tras siglos y siglos de lucha para conseguir un sueño de libertad, fraternidad e igualdad está agonizando y a punto de caer en la peor pesadilla de su larga historia. Amortizada y Finiquitada.

Las flotas China y Norteamericana han cercado los mares europeos. Las tropas rusas se encuentran acantonadas en las fronteras de los países que antes formaron parte de su unión de repúblicas. Todos están a la espera del mejor momento para efectuar la ocupación de forma conjunta. Según las últimas noticias ya existen acuerdos en los territorios a anexionarse. Se cree que, una vez que los últimos barcos de aprovisionamiento lleguen, será el momento de poner en marcha el “plan de salvamento europeo”.

Con la desaparición de Europa, coinciden muchos especialistas consultados, el mundo ya no será el mismo…


Como habrá entendido, amigo lector, esto sólo es un relato. Espero con todo mi corazón y con toda mi alma que esto no ocurra. Aún estamos a tiempo.

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