Tantos años de engaños a tantos y
tantos murcianos han quedado al descubierto. Todo era una farsa que conseguía,
a través del engaño, los votos y más votos para la peor gobernación posible. Mayorías
aplastantes conseguidas por un engaño y otro y otro, hasta lo innumerable,
hasta lo inaguantable, hasta la exasperación del más tonto de una región que ya
sólo le queda asistir a su propio entierro.
Dieciocho años, dieciocho largos
años donde unos pocos se hicieron ricos robando a la mayoría. Dieciocho años
perdidos y tirados al cubo de la basura. A esta Región le han echado el cierre.
Quizás, gracias a las depuradoras socialistas podamos seguir bebiendo agua,
pero los agricultores pueden ir cerrando los campos. El campo de Cartagena, la
verdadera huerta de Europa, dejará de ser verde y las lechugas ya no saldrán,
ni los brócolis, ni los apios, ni tantas y tantas hortalizas y verduras camino
de la Europa neoliberal y ajusticiadora de los países más débiles.
Al Presidente de esta Región, a
la cola de todo lo bueno, le han dado con las esclusas en la boca, en todos los
morros, en toda la cara. La Cospedal le ha ganado la partida del agua y lo ha
dejado tirado a los pies de los caballos.
Dieciocho años sin hacer
absolutamente nada, viviendo del cuento que su fiel escudero deportivo y tan
sobrao le puso en bandeja con aquel slogan del “Agua para todos”.
Así ha ido todo en esta
uniprovincial Región: de puta pena. Políticos que nunca lo fueron. Más bien
advenedizos al pillaje mientras dure y que parece haberse acabado ya. Capitalinos
del tres al cuarto, sólo interesados en dar los pelotazos necesarios para
llenar sus bolsillos previo vaciado de los de todos. Nunca les interesó eso que
llamamos gente, pueblo, ciudadanía. Todo una sarta de mentiras que tardan lo
que tardan en dar la verdad de su cara, pero que nos han dejado como una de las
Regiones más pobres, no ya de España, si no de Europa entera. Nos queda el Réquiem,
¿Quedará alguien para entonarlo?
Pronto veremos vaciarse, como
años ha, esta Región en busca del sustento allá donde se encuentre y que, visto
lo visto, ni en el resto del País se encontrará. La fiesta del sálvese quién
pueda acaba de comenzar. Dieciocho años perdidos, tirados a la basura que ellos
fueron construyendo día a día, año tras año, con conciencia, adrede, sin responsabilidad
ni culpa alguna. Hasta el innecesario y avalado aeropuerto puede dar más de una
sorpresa. Sólo nos queda la Paramount, es “lo más grande que tenemos”, decía
otro iluminado del fracaso que nos han conseguido con sus empeños y a pesar de
nuestros esfuerzos y trabajos. Sanguijuelas de lo público, cal que todo lo
quema. ¡Mala gente!
Es muy posible que la desfachatez
nos salga con el enésimo Plan Estratégico. Pero ya no hay ni fuerzas, ni cabeza
cabal que continúe creyendo en tanta mentira. El tren de la bruja ya no puede más,
lo han agotado tanto que no queda ni el vagón de cola, ni tan siquiera la
escoba. El hundimiento es ya tan profundo que sólo se puede seguir
profundizando porque la luz ya ni se la ve arriba.
Este es el resultado de una
gobernación que nunca fue dirigida hacia el bienestar de la ciudadanía. Sólo
tuvo un interés: el suyo propio y el de sus amigos. Lo demás siempre fue una
entelequia. Algo que había que engañar como fuera y costara lo que costara. La
mala gobernación trae estas cosas, porque lo que se hace mal, acaba mal. Y aquí,
él y todos los que fueron y son, los mismos responsables que hoy están
dirigiendo al País al desastre. Vean si no el estudio de Cáritas: “Desigualdad
y derechos sociales. Análisis y Perspectivas” cada vez más pobres, es el
resumen.
Ya pueden olvidarse de corredores
ferroviarios y de macropuertos, no habrá nada que embarcar, nada que exportar.
Ya lo harán desde Castilla a Valencia.
Que haya suerte, es lo único que
se me ocurre. Dejar todo a expensas del destino que los dioses nos tengan
preparado, porque con estos ineptos y desaprensivos ya hemos llegado al final
de los finales. Y además, sin agua.
¡Suerte!
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