jueves, 18 de abril de 2013

DIVAGACIONES SOBRE UN PAÍS LLAMADO ESPAÑA (EL AÑO LO PONE USTED)


Cuando los dirigentes políticos de todos los ámbitos demuestran, día tras día, su inquebrantable honorabilidad, honradez e imperturbable credibilidad, el País al que sirven sólo puede recoger los beneficios de tan ejemplares actitudes. Sus ciudadanos encuentran en ellos, y en sus intachables conductas, los modelos a imitar, los espejos donde reflejarse llenos de tan altas virtudes humanas. Los espíritus mundanos dejan de serlo y se convierten en aquellas musas inspiradoras de las más altas empresas y de las almas puras y leales al desarrollo de una verdadera Humanidad.

No es fácil alcanzar ese grado de perfección en las instituciones públicas y privadas y, no por ello, imposible. Es el caso que nos ocupa. Una nación tan vieja como la española ha sabido, por fin, elegir a los más excelentes para la mejor gobernación. Es un placer oírles en el día a día y cuando, por aquellas circunstancias de los silencios obligados, enmudecen, nos asoma el mono, como si de la más poderosa droga se tratara. Un derroche de preparación, de inteligencia, de saber explicar la complejidad diaria. ¡Cerebros!

Da encanto ver cómo, incluso en los colegios e institutos, ya todos privatizados, se ensalzan esas figuras de la política y de la economía. Los alumnos babean cuando los educandos, tras los preceptivos rezos, cuentan los logros y las hazañas que sus líderes consiguen para el bien estar de su pueblo. De cómo las más altas virtudes son los únicos faros que les iluminan y guían. De cómo la más mínima duda que pueda surgir en las aguas turbulentas de la siempre difícil tarea de la gestión de lo público, es rápidamente disipada y debidamente apartada para evitar que aquellas manzanas podridas, siempre atentas al descuido, puedan contaminar a esa élite dirigente, con los viejos y depravados intereses partidistas. Esos jóvenes alumnos se imaginan ya inmersos en la defensa de lo colectivo y lo social, combatiendo a la inmundicia acechante y privativa que siempre hay en todos los ámbitos donde el dinero se mueve. El orgullo patrio se les amontona en sus jóvenes corazones y desean llegar pronto a la edad de poder servir a su País y a su Dios, como éstos que ahora son ensalzados en sus aulas. Pero saben que ahora su misión es aprender de ésa ética y de esa moralidad social y catecúmena, para mañana poder servir a ese noble fin del bien común.

España nunca estuvo tan bien en su Historia. Somos testigos afortunados de estar viviendo y beneficiándonos directamente de tanta virtud y rectitud y de tanto reparto de la riqueza nacional.

Porque es en ese reparto de la riqueza nacional donde estuvieron todos los secretos de cualquier sociedad cohesionada y fraternizada. Aquellas orgías privatizadoras, aquellos saqueos de las cuentas públicas y privadas promovidos por el afán de la codicia y de la avaricia, fueron superadas por estos nuevos dirigentes, que supieron anteponer los intereses de la Nación por encima de los suyos propios. Así podemos ver cómo uno de esos presidentes autonómicos sólo disponía de una cuenta corriente con 122 euros a mitad del mes. Como tantos y tantos millones de conciudadanos que no llegaban a fin de mes. Tal es su actitud cartujana. Su generosidad para con los demás, su renuncia a la riqueza personal. Sólo su servicio al público que lo elige como ejemplo. Verdaderos cartujanos de la vida. Sus estatuas lo recuerdan en cada ciudad, en cada pueblo.

Atrás quedó tanto robo y expolio, por fin. Hoy, los dirigentes que tenemos la suerte de tener, son los más transparentes y no pasan ni una. Al menor aviso, al más mínimo atisbo de que alguien puede no estar haciendo lo correcto, corren veloces a taponar esa mácula. No quedó inmune la más alta instancia del Estado en aquellos tiempos del todo vale. También fue mancillada, o es que nunca se supo de cuáles eran sus artes y negocios.

El pueblo cortó por lo sano y los echó como a sus antepasados. Su hipocresía y falso patriotismo fue descubierto en Suiza, al igual que aquellos miles de esas familias modélicas y ricachonas, tan respetuosas e intocables que colaboraban con el chino Gao Ping para que éste les blanqueara o deslocalizara sus ahorritos.

El pueblo, por primera vez en su larga y triste Historia, se puso en píe y pidió y exigió lo que, en verdad, le corresponde. Al fin y al cabo es siempre el pueblo el que provee, el que trabaja, al que se esclaviza para que el 10% de los que son como ellos, vivan a cuerpo de Rey. Por fin tuvo conciencia que lo que habían estado haciendo con ellos y sus antepasados y, después de más de 500 años, supo hacer la Revolución que nunca hizo. No fue fácil, es lógico pensarlo, pero se consiguió echar a tanto corrupto y tantas y tantas instituciones que amparaban el latrocinio de sus semejantes y conciudadanos.

Todo presupuesto y por pequeño que fuera es debatido y aprobado por el pueblo al que ha de servir. Hasta ahí han llegado en su transparencia y eficiencia.

La banca fue nacionalizada totalmente y son sus depositantes los que también supervisan y autorizan los gastos y las inversiones. Fueron eliminados aquellos consejos de administración de las grandes empresas que más bien eran consejos para repartirse, entre ellos, los dineros ajenos. Ahora son los propios trabajadores y ciudadanos los que deciden.

Otra de las primeras medidas fue también la nacionalización de todas aquellas empresas que fueron consideradas estratégicas o de interés social y ciudadano. Se acabaron los intereses espurios de aquellas que robaban a la gente gracias a la impunidad y al compadreo político.

Junto a las anteriores, la educación y la sanidad fueron nacionalizadas totalmente. Así, incluso se puede ir a un dentista sin temor a tener que suscribir un préstamo personal. De igual modo fueron nacionalizadas aquellas empresas y agencias de seguros que estafaban hasta los muertos. Amparadas en sus monopolios y engaños.

Las iglesias y credos fueron expropiados de cuantos bienes muebles e inmuebles tuvieran y nacionalizados sus templos reconvertidos en museos, salas de exposiciones y de representaciones culturales. Acabando con una de la mayores mentiras de la Humanidad o, cuando menos, una de las mayores usurpaciones y tergiversación de la Verdad, que tan buenos réditos produjo a sus sumos sacerdotes durante milenios.

Fue conseguido que todos dispusieran de la energía libre, no contaminante y gratuita. Eliminando la súper hipoteca que para todos suponía el pago de tal recurso.

Nuestra sociedad también supo liberarse del yugo que nos impusieron otras nacionalidades del norte, con la complicidad de aquellos pusilánimes politicuchos. Supieron esclarecer la estafa que nos idearon para robarnos nuestro dinero y toda nuestra riqueza, a través de una deuda obligada por sus propias normativas y errores y que nos produjo la mayor de las pobrezas que sufrió nunca nuestra Nación.

Hoy, España es otra España. No existen crímenes de ninguna índole. Todo el mundo tiene trabajo y todos ganan lo suficiente para incluso poder ahorrar, todos cuentan con superávit en sus cuentas domésticas. Ya la “movilidad exterior” no es para buscarse un trabajo, es para hacer turismo y ampliar nuestros conocimientos de otras culturas y lugares. La educación y la sanidad son totalmente gratuitas y los más ancianos cuentan con todos los recursos necesarios para que sus últimos años de vida sean lo más confortable posible.

La Justicia apenas si tienen casos que resolver y ser abogado, hoy, no es ninguna panacea, si no más bien todo lo contrario. Las leyes se redujeron sólo a 10…

Los científicos e investigadores cuentan con todos los medios para que sus logros sean repercutidos en el bien estar de todos nosotros y del mundo entero.

Las universidades imparten los conocimientos más actualizamos y aquellos otros que siempre fueron objeto de censura en sus aulas. Son universidades libres de pensamiento y verdaderas fábricas del saber, de todo el saber.

Los ejércitos fueron desmantelados y las fábricas de armamento reconvertidas en la fabricación de máquinas y enseres mucho más duraderos, sin obsolescencias programadas.

El transporte público, tanto el urbano, como el de cercanías como el de larga distancia son gratuitos. El agua, la recogida de basuras y el saneamiento son también gratuitos. Así, todos los servicios considerados públicos y de interés general son gratuitos. La vivienda y el suelo están garantizados por el control sobre el suelo y los precios. Un reparto equitativo de los impuestos y la nacionalización de la mayor parte de los sectores productivos, lo hacen posible. No hay cabida a la especulación, ni al robo, ni al enriquecimiento por parte de unos pocos avispados. Los nuevos gestores públicos, incorruptos y leales al servicio público y a su interés general lo hacen posible. Y sin ningún Dios falseado ni manipulado.

Hoy, España es otra España. Póngale usted el año.

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