En un banner superior de un periódico digital (Vega Media press) aparece, cuando le toca, una frase atribuida a Isaac Asimov: “La violencia es el último recurso del incompetente” El prefijo latino “in” denota negatividad y “competente” -buen conocedor de una técnica, de una disciplina, de un arte- Y, en Román Paladino, entendemos que el incompetente es un inútil.
De inmediato se me ha ido la cabeza a Túnez, Egipto y Yemen. En estos países las manifestaciones están provocando muertos y heridos y el derrocamiento de sus gobernantes. ¿Son todas esas personas incompetentes por hacer uso de la violencia? Creo, sinceramente, que no. Y vaya por delante que no pretendo hacer ninguna defensa de la violencia, sólo intentar comprender los hechos.
Además de poder comer también anhelan la democracia que jamás han tenido, están en su derecho.
Alguien, con la responsabilidad y la competencia para hacer, no ha hecho lo correcto.
Estos incompetentes violentos siempre son las masas. Nunca en ellas están los empresarios, ni los comerciantes, ni los banqueros, ni los financieros, ni los aseguradores, ni los directores generales, ni los de los recursos humanos, ni los brokers bursátiles, ni los especuladores, ni los terratenientes, ni los togados, ni los generales, tampoco los políticos, ni los acomodados por ilustres apellidos. Sólo están los incompetentes de las masas.
Por que ellos son los primeros a los que le falta el trozo de pan que llevarse a la boca, a pesar de que son ellos los que lo producen. Y al personal, cuando le falta el comer, mata.
En estos últimos dos mil años nuestra civilización ha sido incapaz de lograr, jamás, la paz. Siempre estamos guerreando y matándonos los unos a los otros. Y habría que preguntarse el porqué.
En esta civilización lo que ha primado es el ego. Yo, me, mi y conmigo mismo. Han provocado la carencia para que la administración de la misma se traduzca, mediante la especulación, pura y dura, en grandísimos beneficios a unos pocos que, paradójicamente, en ellos provoca la abundancia y el derroche. Cabría aquí eso de “socializar las pérdidas y privatizar los beneficios”
En los Estados donde esas masas, a precios muy altos, consiguieron las llamadas democracias, se traslada la competencia a sus representantes. Así tenemos que los incompetentes de que las cosas no vayan bien, son los políticos. Una de las primordiales funciones del buen político es adelantarse a los hechos y preverlos. Pero no están para eso sino para su escalada a las altas instancias que le aseguren su supervivencia. Acaban convirtiéndose en otros oligarcas. Así es. ¿Qué político europeo se ha enfrentado públicamente al sistema? Que yo sepa, ninguno y así nos va.
Si uno profundiza aunque sea sólo un poco, al final descubre que ambos sistemas son el mismo. Aquí nos encontramos con Europa, 500 millones de personas que gracias a sus políticos están perdiendo todos los derechos conseguidos. Europa ha sido y es esquilmada por los oligarcas del mundo. Y los políticos lo permiten. No han sido capaces de enfrentarse al sistema financiero y bancario (demoníacos donde los haya).
Y cuando ya lleguen las situaciones que hoy están viviendo en el otro lado del mediterráneo, los incompetentes saldremos a las calles y no precisamente a corear consignas más o menos graciosas. ¿O es que pensamos que Europa se va a salvar de ese sin sentido? No somos conscientes, ni los políticos ni las masas de incompetentes, de a dónde nos pretenden llevar.
La situación económica y financiera, la situación laboral, la situación social a la que nos están conduciendo es de desestabilización. Pronto los precios de nuestros alimentos serán prohibitivos. Los especuladores ya están trabajando en ello. Los políticos no hacen nada para evitarlo, no se enteran o no quieren enterarse. Simplemente aceptan lo que les imponen. De nada valdrá llevarse, entonces, las manos a la cabeza.
Estos incompetentes violentos siempre son las masas. Nunca en ellas están los empresarios, ni los comerciantes, ni los banqueros, ni los financieros, ni los aseguradores, ni los directores generales, ni los de los recursos humanos, ni los brokers bursátiles, ni los especuladores, ni los terratenientes, ni los togados, ni los generales, tampoco los políticos, ni los acomodados por ilustres apellidos. Sólo están los incompetentes de las masas.
Por que ellos son los primeros a los que le falta el trozo de pan que llevarse a la boca, a pesar de que son ellos los que lo producen. Y al personal, cuando le falta el comer, mata.
En estos últimos dos mil años nuestra civilización ha sido incapaz de lograr, jamás, la paz. Siempre estamos guerreando y matándonos los unos a los otros. Y habría que preguntarse el porqué.
En esta civilización lo que ha primado es el ego. Yo, me, mi y conmigo mismo. Han provocado la carencia para que la administración de la misma se traduzca, mediante la especulación, pura y dura, en grandísimos beneficios a unos pocos que, paradójicamente, en ellos provoca la abundancia y el derroche. Cabría aquí eso de “socializar las pérdidas y privatizar los beneficios”
En los Estados donde esas masas, a precios muy altos, consiguieron las llamadas democracias, se traslada la competencia a sus representantes. Así tenemos que los incompetentes de que las cosas no vayan bien, son los políticos. Una de las primordiales funciones del buen político es adelantarse a los hechos y preverlos. Pero no están para eso sino para su escalada a las altas instancias que le aseguren su supervivencia. Acaban convirtiéndose en otros oligarcas. Así es. ¿Qué político europeo se ha enfrentado públicamente al sistema? Que yo sepa, ninguno y así nos va.
Si uno profundiza aunque sea sólo un poco, al final descubre que ambos sistemas son el mismo. Aquí nos encontramos con Europa, 500 millones de personas que gracias a sus políticos están perdiendo todos los derechos conseguidos. Europa ha sido y es esquilmada por los oligarcas del mundo. Y los políticos lo permiten. No han sido capaces de enfrentarse al sistema financiero y bancario (demoníacos donde los haya).
Y cuando ya lleguen las situaciones que hoy están viviendo en el otro lado del mediterráneo, los incompetentes saldremos a las calles y no precisamente a corear consignas más o menos graciosas. ¿O es que pensamos que Europa se va a salvar de ese sin sentido? No somos conscientes, ni los políticos ni las masas de incompetentes, de a dónde nos pretenden llevar.
La situación económica y financiera, la situación laboral, la situación social a la que nos están conduciendo es de desestabilización. Pronto los precios de nuestros alimentos serán prohibitivos. Los especuladores ya están trabajando en ello. Los políticos no hacen nada para evitarlo, no se enteran o no quieren enterarse. Simplemente aceptan lo que les imponen. De nada valdrá llevarse, entonces, las manos a la cabeza.
La globalización de este mundo que, unos pocos fueron imponiendo, se hizo sin La Política. Quizás porque, para esos pocos, los políticos simplemente son un mal menor que hay que tolerar. Se hizo para que unos pocos ganarán más y más dinero y más rápidamente.
Sin importar para nada nuestra Naturaleza y nuestra parte de divinidad que supone ser Seres Humanos. Porque el paradigma de este mundo nuestro no es otro que el dinero. El dinero se ha convertido en el único y verdadero fin de nuestra existencia. ¡Manda cojones!
La Política social era y es necesaria para evitar el colapso de este mundo. Quedan ya pocas cosas que no anden bajo la ley del más fuerte (que no del más sabio y humano).
¿Qué, después de esto, nos quedará a los incompetentes, incluidos los políticos, sino la miseria?
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