miércoles, 22 de septiembre de 2010

DE RECONVERSIONES POR NO ACEPTAR

En estos últimos 32 años y lograda la democracia, tras siglos de opresión por parte de las aristocracias, cleros y armadas; la izquierda tuvo su ocasión para alcanzar el gobierno de este viejo país. Pronto, los españoles dieron su respuesta a tantos años de dictadura, votando mayoritaria e ilusionadamente al partido de izquierdas que mejor representaba los ideales de un pueblo que rompía, sin guerra, con la absoluta falta de libertad. Fue al Partido Socialista Obrero Español. Los primeros 14 años fueron de recuperación de derechos; de cambiar las viejas estructuras de opresión por otras de derechos y libertades. De cambiar las, también viejas, estructuras productivas. De acabar con la emigración de nuestros hombres y mujeres. De acabar con preeminencias descaradas. De repartir la riqueza que, entre todos, el País era capaz de producir. De conseguir que la educación estuviera al alcance de todos y no sólo de unos pocos. De que la sanidad fuera un derecho y sólo por ser español. De buscar nuestro lugar en Europa y en el resto del Mundo. Mejor o peor se consiguió ser ejemplo a muchas naciones del mundo. Fueron 14 años de intenso trabajo en pos de los ciudadanos y ciudadanas de España. Éstos eran el objetivo, los beneficiarios de luchar por un país cohesionado desde y por la libertad.

Se hizo un intermedio. Los que ya habían pasado a la consideración de ciudadanos sucumbieron a las estrategias de control de masas. Los de la derecha utilizaron todos los mecanismos necesarios para retomar el poder sin la intervención de las armas (No dejaba esto de ser un avance, véase, sino la historia de los últimos 200 años). Aunque las estrategias fueran de las más viles y despreciables. Aunque el Estado se tambaleara, aunque se perdiera el crédito internacional conseguido en los años anteriores. Todo les valió para conseguir su fin. La mentira y la hipocresía, elementos consustanciales con la derecha, y como efecto bumerang se les volvió en su contra.

El Psoe obtuvo, de nuevo, la confianza de los ciudadanos. Pronto las medidas sociales tomaron su protagonismo. Se aprobó la Ley de Dependencia y los homosexuales y lesbianas podían desarrollar su vida con plena libertad. Se les permitió su unión matrimonial, su adopción de niños. El gobierno se enfrentó con la primera potencia mundial y retiró las tropas de Irak. Medidas éstas valientes. Pero nos llegó una crisis financiera y económica que nos pilló en mantillas. Nadie de este gobierno supo verla, nadie fue capaz de anticiparse a ella. Y, con ella encima, éste gobierno se plegó a los intereses de esos mercados y esos banqueros. Todo pasó a ser deuda. Deuda que en su mayor parte la soportamos los ciudadanos, la otra las comunidades autónomas, el Estado la menor parte.

Y si la mayor parte de esa deuda la hemos generado los ciudadanos, se lo debemos a los 8 años de gobierno de la derecha. Cambiaron, en el 98, la ley del suelo y nos subieron las viviendas a precios astronómicos y con sus engaños y mentiras nos obnubilaron a todos. A todos presentaron una posibilidad de hacerse ricos y entraron al trapo de sus intereses. Además rebajaron los salarios. Hoy, con las medidas impuestas por el gobierno, los ciudadanos, trabajadores, funcionarios y pensionistas somos más pobres.

Una solución acertada, valiente y de izquierdas, hubiera sido la de elevar el salario mínimo interprofesional al doble, 1.266,60€. Aún, así, estaríamos por debajo de países con una economía similar. Lógicamente el resto de salarios tendrían que subir en la misma proporción. Dirán que si la inflación, que si la subida de los precios, que si la producción, etc., etc. La inflación no la provoca los salarios, las subidas de precios siempre las provocan los intermediarios no regulados y la producción y la competitividad seguro que mejoraría. Lo que no deja de ser cierto es que en este país siempre son las empresas las beneficiarias y sus beneficios no se reflejan, nunca, en mejoras salariales. Así, de una tacada y por Decreto, sin más. El ciudadano verá con mejores ojos su angustiado mes. Podrá hacer frente a sus pagos. Incluso abandonaríamos a esas tarjetas de crédito que hacen más ricos a los de siempre. Acudirá el trabajador a su puesto de trabajo con otro ánimo y no con la carga de no tener ni para pipas. Consumirá más y respirará un poco mejor. Medida valiente ésta. Y no la creo, en nada, disparatada.

Si el efecto de una causa ha provocado el empobrecimiento de la masa laboral de un país (con todas las consecuencias que acarrea), habría que convenir en que aquella no era acertada. Por el contrario, si variamos la causa por la contraria, el efecto sería el no empobrecimiento de la masa laboral. Y esta masa laboral tiene nombres y apellidos de gentes que lo único que quieren es vivir honrada y dignamente a cambio de muchas horas de su vida que entregan a otros que igual no viven ni tan honrada ni tan dignamente.

Dejémonos de tonterías, de tasas a los bancos por sus transacciones financieras (que nos repercutirán) de que bancos compren a otros bancos y de tanto enjuague.

Recupere el Partido Socialista Obrero Español la o de Obrero. Gobiernen defendiendo al obrero. Éste es el que hace que este país abra la persiana todos los días. El próximo día 29 los sindicatos han convocado una huelga general y quedará palpable. Es muy posible que tenga éxito. Tanto despropósito ayudará en él.

¿Cómo quedará la dignidad del Gobierno? ¿Cómo afrontará que millones de personas (obreros) manifiesten su opinión contraria a la política aplicada? Con estas políticas no se va a crear más empleo, se van a hacer más ricos los ricos. Con estas políticas sólo se pretende poner a los trabajadores a los píes de los caballos. Y quizás esta huelga general suponga un antes y un después.

Aún hay tiempo para la rectificación, para poner cada cosa en su sitio. No es ni más ni menos que esto. Es el momento de luchar por la dignidad del trabajador, de su familia, de sus amigos, de la sociedad en la que vivimos.
Nos vemos el día 29.

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