jueves, 16 de septiembre de 2010

REIVINDICO

Ante un mundo chantajeado y coaccionado, reivindico el poder de los ciudadanos libres.
Este mundo que habitamos es un puro chantaje (Presión que, mediante amenazas, se ejerce sobre alguien para obligarle a obrar en determinado sentido). Los que ostentan el poder, sea religioso, económico, o político no hacen otra cosa que chantajear al resto de hombres y mujeres del mundo. Nuestras vidas se hayan chantajeadas desde que nacemos.

Desde el plano religioso, sea cual sea la religión, somos adoctrinados. Desde antes de tener uso objetivo de nuestra razón ya nos han inoculado las dosis necesarias para determinar nuestro comportamiento y dejamos de ser libres. Unos pocos y a lo largo de siglos nos han dicho y obligado a pensar y a actuar de acuerdo con sus intereses oligárquicos (Forma de gobierno en la cual el poder supremo es ejercido por un reducido grupo de personas que pertenecen a una misma clase social). Así es fácil la manipulación. Todas las formas religiosas son iguales. Todas cuentan con un Dios (la bondad) que nadie conoce y profetas y mesías que sólo buscan el bien y la felicidad de sus feligreses, aunque, bajo estas u otras doctrinas, los matemos y a los otros adoctrinados también. ¿No buscan, los de esta clase social, el bien y el amor entre los humanos? O no será que lo que buscan es su particular preeminencia (Privilegio, exención, ventaja o preferencia que goza uno con respecto de otro por razón o mérito especial) ¡Qué paradoja más cruel!
Y si esto es así, ¿No sería buena la eliminación de todas ellas? Y sólo por ser un atentado contra la humanidad que dura siglos.


Desde el plano de la economía, también somos adoctrinados. Al nacer (cuestión aleatoria donde las haya) también determinan nuestro comportamiento y dejamos de ser libres. No es lo mismo nacer en una casa con muchos posibles que en otra con menos o en otra que ni es casa. Así tenemos un primer mundo (ricos), un segundo (van tirando) y un tercero (apenas comen).
A diferencia de lo religioso aquí sólo es una, la economía (Administración recta y prudente de los bienes). Ésta definición no ayudaba, quizás por su ecuanimidad (Igualdad y constancia de ánimo, imparcialidad), y por ello se idearon los mercados.
Hoy la economía es un mercado lleno, lógicamente, de mercaderes (clase social que, como el apartado anterior, busca su particular preeminencia). A estos mercaderes, des-regulados, sólo les interesa su riqueza. No se les puede reprochar contradicción alguna. Son lo que son y su narcisismo (Excesiva complacencia en la consideración de las propias facultades u obras), su avaricia (Afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas) y codicia (Afán excesivo de riquezas), son sus tarjetas de visita. El engaño (Falta de verdad en lo que se dice, hace, cree, piensa o discurre) y la mentira (Expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, cree o piensa), sus caras.
Igual que los anteriores y a lo largo de los siglos, no han tenido objeciones para cumplir con sus objetivos. Su único afán ha sido y es el dinero. Éste es su Dios, la excusa para el robo y el pillaje, para guerras y hambrunas.
Y si esto es así, sería buena la eliminación de todos ellos. Y sólo por ser un atentado contra la humanidad que dura siglos.

Desde el plano político (Arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados), y, no podía ser de otro modo, también somos adoctrinados. Aunque, es verdad que sólo en la política, el ser humano ha tenido y tiene la posibilidad de que los factores anteriores sean distintos y puede cambiar las reglas del juego.
Con el Renacimiento se rompió con la egocentricidad del mundo y éste pasó a ser redondo. Se tardaron siglos, pero lo evidente y empírico, se impuso ante la obcecación más retrógrada, no exenta de interesadas razones. El conocimiento abrió sus puertas y el mundo empezó a ver más allá de sotanas y murallas. Acudieron los mercaderes y los nuevos amos, los banqueros, en provecho de este conocimiento para apoderarse de él. Y con la aparición de las primeras máquinas se erigieron en los nuevos amos del mundo. Hubo muchos que murieron defendiendo su dignidad y su libertad. Gracias a todos esos miles o, quizás millones de muertos, las generaciones posteriores hemos disfrutado de cierto bien-estar.
Cada vez eran más los parlamentos democráticos y libres. Este camino emprendido, por gentes comprometidas en la defensa de la libertad y del reparto de la riqueza, no era bien visto por estas oligarquías y pronto orquestaron los instrumentos para cortocircuitar estos “despropósitos”. En nada les ayudaba en su misión de pillaje y piratería.
Hoy, a este primer mundo, lo han empobrecido a pasos agigantados. Al resto del mundo se lo puede imaginar, estimado lector. Sólo le diré que 1000 millones de seres como usted y como yo se mueren de hambre. Y como hay que administrar la miseria (que ellos han generado), quitémosles lo conseguido con tanta sangre y después de tantos siglos. Apretemos más las tuercas de sus vidas, sigamos chantajeándolos, los pondremos a nuestros pies, suplicaran hasta por un vaso de agua. Metámosles una gran dosis de miedo, tenemos los medios.
Millones de desempleados, salarios de subsistencia y mucha, mucha precariedad. Cuentan con la colaboración de los hipotecados y viles (Personas que faltan o corresponden mal a la confianza que en ellos se pone), de la política. Introducen los mecanismos más ruines (bajos y despreciables) para mantener su preeminencia. En esta vieja Europa, gobernada por esas rancias derechas, lo estamos padeciendo. Han empezado con los gitanos. Se enarbolan las viejas banderas de la intolerancia. Y la culpa de todo lo que nos pasa es de estos pobres parias (Personas excluidas, en sus países de origen, de las ventajas de que gozamos en los nuestros) ¡Han venido a quitaros lo vuestro¡ Así consiguen desviar la atención (del origen real) de los ciudadanos hacia otros que se consideran inferiores, haciéndoles, a estos parias, los culpables. Cuando los únicos y verdaderos culpables son ellos, los mercaderes y los banqueros.
Y aquellos que están obligados a defender nuestra libertad y dignidad están chantajeados, se dejan chantajear. Creo que quienes abrazaron ideas progresistas, de igualdad, fraternidad y solidaridad no han de permitir este asalto. Quizás les falte valentía y dignidad.
Esta crisis que han creado tiene fáciles medidas para su solución. Y creo que sería bueno que incluso hubiera uno, que dijera ¡BASTA¡ Otros le seguirían.
Nacionalizar las empresas estratégicas, incluida la banca, sería una de las primeras medidas. Regular los mercados y perseguir la especulación y la malversación. Elevar las penas y disminuir los plazos y mecanismos judiciales a estos efectos. Cambiar el color de los billetes de 500€, y, a su cambio, averiguar su origen. Legalizar la prostitución y las drogas serían otras. Que perder el puesto trabajo no sea motivo de embargo de la vivienda. Que los políticos cobren de acuerdo al número de ciudadanos que gobiernan. Que se prohíba el tabaco o por lo menos la adición de los elementos que lo hacen tan perjudicial… diría más, medidas sensatas y honestas.
Si esta crisis se hace más grande nos conducirán a repetir momentos de la Historia que no deseamos ni queremos. Por ello son los representantes de los ciudadanos, los de izquierda (políticos, sindicalistas, ecologistas y defensores de la humanidad) (los otros nunca lo harán, son los preeminentes), aquellos que siempre han propugnado la libertad, igualdad, fraternidad y el reparto de la riqueza los que han de volver a sus trincheras porque son ellos los que tienen el deber y la obligación de evitarlo. Y si es necesario empezar desde abajo, empiécese. Los grandes avances sociales siempre vinieron desde abajo. No nos ha de extrañar. Cada pueblo, un baluarte.

En este mundo hay suficiente para todos los que somos y los que vendrán (nuestros hijos) si somos honestos y abandonamos tanta preeminencia y egoísmo. Sólo es cuestión de sensatez, de respeto y educación. Y así tendremos tiempo para seguir aprendiendo. NO REPITAMOS LA HISTORIA.
Avancemos en ella todos juntos, tenemos un Cosmos infinito que compartir.
Somos un átomo más de este Universo y eso es muy importante porque, como tales, todos somos necesarios.

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