La desfachatez y sinvergonzonería del partido popular clama al cielo. La campaña de acoso a la izquierda poliédrica, que sólo se defiende blandamente, es esperpéntica. Digo que blandamente porque sus reacciones ante tanta injuria son, en contra de lo que ha dicho Rubalcaba, de arrugarse. Así, ellos los que injurian, mienten y ladran por doquier, se crecen y no entiendo cómo aún no han pedido el cese de nuestro embajador en las Naciones Unidas, porque ya puestos.
Cuando un perro ladra defendiendo lo que considera su territorio, hay dos opciones. Una, irnos lo antes posible y dejar que se calme y, por lo tanto, dejará de ladrar. Y dos, levantarlo en peso. Meterá su rabo entre las piernas y silencio. Sabrá, al ver nuestra fuerza, que el territorio no es suyo.
Y no arrugarse significa no perder la dignidad de nuestras ideas y nuestra libertad de no estar de acuerdo. No es permisible que, por elevar ellos la voz, hayamos de estar callados. Nos asiste el derecho y el deber, no ya con los propios militantes, sino con todos los ciudadanos de esta Región de Murcia que se sienten progresistas y de izquierdas y también con los que son vilmente engañados. ¿Por qué ante acusaciones directas, basadas en la mentira, hemos de estar silentes? ¿Por qué ante la manipulación de los hechos hemos de silenciar nuestras voces? ¿Por qué ante aptitudes barriobajeras y mafiosas hemos de sellar nuestras bocas? ¿Por qué ante acusaciones falsas y pretenciosas hemos de enmudecer?
¿Dónde están nuestros derechos como ciudadanos? No somos súbditos de nadie. Ya pasaron las dictaduras y los silencios obligados, el miedo a la libre expresión. Algunos, después de 35 años, quisieran creer que todo sigue igual. Esta es la derecha del siglo XXI, la misma que la del XIX.
Cuando un perro ladra defendiendo lo que considera su territorio, hay dos opciones. Una, irnos lo antes posible y dejar que se calme y, por lo tanto, dejará de ladrar. Y dos, levantarlo en peso. Meterá su rabo entre las piernas y silencio. Sabrá, al ver nuestra fuerza, que el territorio no es suyo.
Y no arrugarse significa no perder la dignidad de nuestras ideas y nuestra libertad de no estar de acuerdo. No es permisible que, por elevar ellos la voz, hayamos de estar callados. Nos asiste el derecho y el deber, no ya con los propios militantes, sino con todos los ciudadanos de esta Región de Murcia que se sienten progresistas y de izquierdas y también con los que son vilmente engañados. ¿Por qué ante acusaciones directas, basadas en la mentira, hemos de estar silentes? ¿Por qué ante la manipulación de los hechos hemos de silenciar nuestras voces? ¿Por qué ante aptitudes barriobajeras y mafiosas hemos de sellar nuestras bocas? ¿Por qué ante acusaciones falsas y pretenciosas hemos de enmudecer?




Ellos, sin pruebas, sólo por que les parece, culpabilizan a otros. Se creen infalibles cuando el curriculum de su gobernanza es el que es.

¡Basta ya! Ni por un momento más debemos dejarnos pisotear con tanta afrenta. Y saldremos a la calle las veces que sean necesarias y elevaremos nuestra voz más alta. Nada más que nuestra voz. Porque, de momento, la verdad está ahí fuera, en la calle. Hoy, en Murcia, a las 18 horas.
Y si les molesta el grito de los ciudadanos libres, tapen sus oídos o dense media vuelta, que la entera se la daremos el 22 de mayo.
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