De nuevo, las páginas más oscuras
de España se están escribiendo y lo están haciendo en nuestra presencia y con
nuestra conformidad, al fin y al cabo. De nada sirven decenas de miles de
manifestaciones ante la cerrazón del poder de un gobierno de ineptos y
mentirosos. La extrema derecha junto con la menos extrema (Que digo yo la
habrá) se encargan de ello. Es raro el día en el que no descubrimos una página
nueva repleta de grandes letras negras. Letras hirientes para la dignidad humana.
Nos despojan. Se lo han estado llevando, se lo llevan calentito. Son los
defensores del capitalismo extremo, del neoconservadurismo que está llevando al
mundo a su final más cruento. Amparados en sus mentiras alcanzaron las altas
cotas del poder que les permite la injusticia que nos descargan a la gran
mayoría de los ciudadanos. Callamos y aguantamos. Nos llaman tontos a la cara y
nos enfrentan con sus guardianes disfrazados de negro, que toman notas, graban
y aporrean y disparan si fuera menester. Todos sus ordenamientos son reales decretos firmados por el
monarca que sus ascendientes impusieron.
No hay parlamento, es su mayoría la que sustrae cualquier mísero debate
político. Hoy somos más desiguales, como al hipócrita presidente y los suyos
gustan. Porque para ellos no todos somos iguales ni ante la Justicia, ni ante
Dios. La Constitución ha sido vilipendiada, ultrajada. ¿Quién se acuerda de
ella? Nosotros también somos ultrajados junto a ella en el camino hacia la nada
que nos han trazado. Miseria para la mayoría y la que viene en los próximos
meses, que en corto ya se la ve. La España que a ellos siempre gusta. Misa y
campana. Limosna y monjitas de la caridad como alguna que nadie ha visto muerta
y que sus casos son prescritos o sobreseídos, como todos los que ellos cometen
contra lo público, contra lo que es de todos. No hay trabajo ni lo habrá. Ellos
elegirán la peonada, elegirán al peón más dócil, al más tonto, al que más se
deje hacer, al que mejor les sirva. Como siempre fue en la triste historia de
esta España herida, hoy, de muerte. Sin catarsis que la salve. Son demonios en
la oscuridad.
Estamos siendo utilizados como
conejitos de indias y experimentan con nosotros, como ya hicieron los nazis en
los años 30 del pasado siglo XX. La Historia siempre se repite, nada nuevo bajo
el Sol. Dirigentes del mejor fascismo y con su nuevo orden mundial, nos volvieron
a elegir para conocer hasta dónde somos capaces de aguantar. Están destruyendo,
han destruido ya el proyecto europeo, la Europa de los ciudadanos y lo han
transformado en la realidad que les pertenece a los mercaderes, a las grandes
empresas, a las grandes aseguradoras, a los grandes Holdings bancarios y
financieros. Lo que iba a ser de todos los ciudadanos europeos ya es de todos
los magnates o, mejor, mangantes. Europa ya no es pública, es privada. La
Europa ya privatizada, lucha ahora, en su cúspide quién será el dueño y señor
de este reino o de lo que de él quede. Gran Bretaña ya ha dicho que se irá.
¿Qué sentido tiene permanecer en algo que, entre otras cosas, va a la ruina y a
la quiebra? La siempre inteligente y mejor diplomática Gran Bretaña, que
exprime la vaca hasta que ésta le de leche. Francia ha reconocido estar en
bancarrota. Alemania ya no crece. ¿Quién querrá una empresa así? Adiós a la
Europa de la Libertad, de la Fraternidad, de la Igualdad. Tan sólo siete años
bastaron para arruinarla con el euro que sólo a unos pocos ha servido. Son demonios
en la oscuridad.
La globalización que nos
vendieron fue una mentira más en su estrategia para apoderarse del mundo. Una
globalización mezquina y ruin para aumentar sus balances y cuentas de
resultados, no la mejora de las condiciones de vida de todos los habitantes de
este planeta. Sólo les importa el dinero que puedan obtener sin pensar cuáles
son los daños colaterales, sin pensar cuál es la miseria que dejan tras ellos.
Y se inventan guerras y más guerras si por las buenas no se atienden sus
demandas. El mundo les pertenece y poco les importa cómo quede al final. Qué
más les da a ellos destruir este paraíso, se irán a otro y vuelta a empezar.
Son los demonios en la oscuridad los que mandan.
Parece que nunca ha sido bien
gobernado este mundo, nunca. Toda la Historia matándonos unos a otros y
destruyendo en vez de construir bases ciertas para el crecimiento humano. En
este mundo siguen gobernando los viejos demonios de la antigüedad. Nunca se
fueron, nadie los echó. Disfrazados en pieles de corderos, amparados en la
sombra de grandes estructuras que nadie elige, hacen lo único que saben hacer:
el mal. Son los viejos demonios de la Historia de la Humanidad. En este mundo
encontraron a una raza de imbéciles palurdos que, como mansos, obedecían y
acataban todo cuanto se les indicaba. Y aquellos otros, espabilados y
conocedores de una parte de la realidad, traicionaban a sus congéneres con tal
de alcanzar unas cuantas milongas al situarse entre éstos y aquellos en las más
altas gradas de la antiquísima pirámide. Todo con el único fin que les trajo:
Destruir este Paraíso. Destruirnos como raza. Destruir la vida que la
generosidad del Creador hizo posible.
Una Nación fallida, un Continente
errado, un Mundo desolado y perdido, todo eso es lo que somos. No hemos sido
capaces del triunfo del Bien. Hemos sucumbido al Mal. Es el mal quien está
ganando, de nuevo, la batalla.
O quizás, un nuevo diluvio, un
megaterremoto o un asfixiante rayo solar que nos devuelva a nuestro estado primigenio, en una vuelta a
repetir la asignatura de la Historia de la Vida que nunca conseguimos aprobar.
En los libros más antiguos, escrito está y en los restos arqueológicos también.
Ese y no otro parece ser nuestro sino.
Demonios en la oscuridad que no
logramos descubrir, son los que verdaderamente nos gobiernan. Este es nuestro
gran error.
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