viernes, 1 de febrero de 2013

ESTO NO ES UNA DEMOCRACIA, NUNCA LO FUE


Una democracia verdadera no permitiría ni un minuto más a un gobierno, a un presidente con el menor atisbo de corrupción. Hemos tolerado las mentiras de un programa electoral falso que los llevó al gobierno. Hemos tolerado y aguantado que nos quiten derechos y libertades que creíamos eran intocables. Hemos tolerado que se modifiquen leyes para beneficiar a las empresas que se han desecho de millones de trabajadores sin los derechos adquiridos con anterioridad. Hemos tolerado cientos de miles de desahucios para que la banca aumente sus ganancias. Hemos tolerado que nos carguen a nuestras costas las pérdidas bancarias de promotores y constructores. Hemos tolerado que la sanidad pública mejor del mundo ya no lo sea tanto. Hemos tolerado que se multen a ciudadanos disconformes, pero siempre pacíficos. Hemos tolerado que se traten a manifestantes como si fueran criminales. Hemos tolerado la privatización de lo público para que algunos se enriquezcan. Hemos tolerado millones de desempleados. Hemos tolerado subida de nuestros impuestos y tasas muy por encima de nuestras capacidades fiscales. Hemos tolerado la bajada de salarios y la pérdida de las pagas extraordinarias. Hemos tolerado repagar la sanidad. Hemos tolerado la continuada subida de los productos de  las empresas energéticas sin justificación alguna. Hemos tolerado el engaño a nuestros viejos y viejas al no subirles sus pensiones de acuerdo a las leyes. Hemos tolerado el incumplimiento de la Ley de Dependencia. Hemos tolerado amnistías fiscales que benefician a los corruptos y sinvergüenzas. Hemos tolerado una reforma educativa que no pretende su mejora, si no su vuelta a una educación religiosa y coercitiva. Hemos tolerado el pago, sin recortes, a la iglesia católica…

Esta falsa y falseada democracia ha de demostrar su madurez política con la disolución del gobierno y la convocatoria de elecciones, tanto a nivel municipal y autonómico, como nacionales. La maraña, la red de corrupción no empieza, ni acaba en Madrid. El Partido Impopular ya ha dejado clara cuál era su idea de España: El Cortijo que siempre, para ellos, fue. Les preguntaba en un artículo anterior ¿Es el PP la mafia española? Hoy les tengo que afirmar que SÍ. Nunca fuer un partido democrático, sus orígenes lo delatan. Ahora le toca el turno a la Justicia que tiempo se tomará. Que se lo tome. Pero a España no le pueden pedir tiempo. España necesita generarse por completo y para ello necesita hacer su catarsis colectiva. No me cabe duda alguna que los tiempos que vivimos son de una extrema gravedad. Más aún. Porque, quizás esa Justicia, no sea realmente justa. Porque no la dejen serlo.

Ha sido una venganza suiza el que sepamos de los 22 millones del Bárcenas. Aquí, en España, nadie sabía nada. El juez Garzón, encausado, enjuiciado, condenado y expulsado de la judicatura, intentó enfrentarse a la verdad del PP a través del inacabado caso Gürtell. ¿A quién sirve determinada Justicia? ¿Cuáles son sus intereses? La Justicia ha de ser independiente. Igual que el tan cacareado Tribunal de Cuentas, que la mayoría de sus miembros son viejos conocidos de la derecha indemocrática de este País. Todas las Instituciones del Estado están copadas por ellos, ellos tienen el poder. Todo atado y bien atado, que dijo el dictador. Y no lo dejaran por más casos que vayan apareciendo. Son como sus allegados que en el 77 se hicieron una Ley de Autoamnistía para que nada ni nadie pudiera revisar lo sucedido en los cuarenta años de dictadura. Donde se cometieron, impunemente, los mayores crímenes posibles contra los intereses de los españoles. De ahí les viene el abolengo del que presumen y su miedo a que sepamos la verdad, la cruda verdad de lo que han estado haciendo con España en tantas y tantas décadas, en tantos y tantos siglos.

Hay que reinventar a este País. Hay que consultar a los ciudadanos españoles si quieren seguir bajo una monarquía o no. Hasta ella se encuentra convulsa y opaca. Este País no puede seguir, por mucho tiempo más, en esta situación de engaño y de estafa. Es demasiado peligroso. Las estructuras que conforman esta Nación han de ser cambiadas. Ya han demostrado de lo que son capaces de hacer por los españoles: Nada. Sólo expoliarles y robarles y reírse de ellos. Y ya está bien.

A aquellos que aún piensan (Se lo han inoculado muy bien) en la República como algo que hay que evitar, que piensen bien, que se olviden de cuantas mentiras les han estado contando a lo largo de decenas de años. Yo creo que sería el inicio verdadero de un País más igual, más fraterno y más libre. Y se puede conseguir. Una República que verdaderamente fuera el gobierno del pueblo y que éste fuera siempre el beneficiario primero y último de su gestión.

Las izquierdas de este País debieran de aliarse en la consecución de este objetivo. Son ellas las fuerzas mayoritarias y de su unión podría nacer este viejo sueño de los españoles honrados: La III República. La que nos traiga de una vez por todas y para siempre, nuestros anhelos de libertad, de justicia, de cohesión social y de solidaridad, de esfuerzos compartidos en la firmeza de saber que no hay embusteros, ni trileros, ni hipócritas en ningún escalón de nuestra administración.

La República, la cosa pública de los viejos atenienses que, hoy, siglos y siglos después, mantiene su esencia de velar por los intereses del ciudadano más humilde y de conformar una verdadera nación. El Renacimiento fue una ruptura de las anteriores épocas oscuras. El mundo volvió su mirada a griegos y romanos y aprendió y avanzó. Volvamos nosotros a hacer realidad los viejos sueños de nuestros mayores despojando a las viejas oligarquías políticas, religiosas, empresariales y financieras del poder. El poder pertenece al pueblo y es el pueblo quien ha de ejercitarlo.

Porque, recordemos, esto que nos dieron no es democracia, es el apaño del que se han servido para seguir chupándonos la sangre, el aliento y el bolsillo.

Estoy convencido que nuestra supervivencia radica en este giro de la forma de gobierno. Pasar de una monarquía parlamentaria, impuesta por el dictador, a una República elegida por los ciudadanos en verdadera libertad. Es una cuestión primordial y, de no acometerla, seguiremos errando.

España no puede, no debe seguir por más tiempo en manos de aquellos que trazaron el camino y que antes provocaron una guerra civil y cuarenta años de dictadura.

Toca reinventarse, toca asumir la responsabilidad que a cada cual le toque. Y caiga quien caiga. ¡Qué ya está bien!

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