Todos sabemos que la política
española, ahora más que nunca, depende de los intereses empresariales de las
grandes empresas españolas. Son ellas las que fijan las políticas y no sólo en
el aspecto económico, si no también, en el social; porque aquellos definen cómo
será la sociedad del presente y del futuro. Pero no sólo son esas grandes
empresas nacionales las que imponen sus condiciones y precios, también son
aquellas otras denominadas multinacionales y que, gracias a la pseudo globalización,
han invadido a todas las naciones. Desde hace muchas décadas, las políticas
económicas y sociales no se debaten ni se elaboran en los parlamentos elegidos
democráticamente. Se debaten a puerta cerrada y con un grupo bastante más
reducido de personas que nadie conoce y a los que nadie les dio poder alguno.
Su mirada está fijada en la gráfica de beneficios económicos, no tienen otra. Para
ellos, las personas son sólo instrumentos para elevar su índice de ganancias.
Ellos sí son personas, ellos son lo más alto de lo que el ser humano es capaz;
aunque su mayor hazaña sea la de mentir de forma continuada a los que no han
llegado a ser personas, son sólo gente, son las dóciles ovejitas que tragan
todo cuanto se les diga, no les cabe otra. Llegando al culmen de los
despropósitos cuando se les privatizan aquellos servicios, aquellos derechos
que los elevaban y diferenciaban del resto de animales. Rompiendo así la
socialización más elemental de cualquier sociedad avanzada: Si tienes dinero
aprenderás y si tienes dinero te curarás. Si no, ahí te mueras con tu pobreza e
ignorancia.
El juego democrático de partidos
de derecha, centro e izquierda hace tiempo que fue contaminado y desde entonces
ya no defienden los intereses de aquellos que sí que les votan. Han convertido
esa noble tarea de la política democrática en un mercadeo donde los más
poderosos definen, tras las bambalinas del teatro, cómo han de ser las cosas. Y
lógicamente ellos y sus empresas son los únicos beneficiarios. Bueno, también
lo son aquellos pseudo-políticos que, tras su paso por esa también pseudo
política, son recolocados y recompensados en los puestos más altos de sus
estructuras mercantiles. Cuatro o cinco consejos de administración al año y
alguna que otra llamadita para que hagan tal o cual encargo, ese será su
trabajo. El resto del tiempo, o sea, todo el tiempo del mundo lo pueden
compatibilizar con lo que a ellos más les guste. La productividad nada tiene
que ver con ellos. Son casi la cumbre. Ya no queda casi nadie que mire y defienda
a la gente, ¡Es tan fácil engañarlos que no merece ni la pena! Siempre harán lo
que se les diga que tienen que hacer, son la masa, la masa de la gente dividida
y confusa.
Ni siquiera el poder de la
Justicia se salva. Tan contaminada e inoperante, que impartir Justicia es
simplemente imposible. Si tienes dinero ganarás cualquier pleito y, si tus
abogados no lo consiguieran, siempre te quedará el indulto. Todo depende de cuáles
sean tus contactos y amigos.
Tampoco lo que se dio en llamar
el cuarto poder ha cumplido con sus deberes y obligaciones. Fueron igualmente
comprados con encartes y publicidades o por completo. El periodismo sucumbió al
mercantilismo y a los intereses que forjaban la desinformación y con ello la
división de opiniones sobre temas que debieran ser unánimes.
Ante esta situación caótica qué
nos puede quedar a la gente. Si la política ya no está al servicio de los
ciudadanos, si la Justicia ya no es justa y las grandes empresas son las que
mandan, ¿Qué podemos hacer la gente? Nos afiliamos a partidos políticos, a
sindicatos, a organizaciones civiles para la defensa de no se qué, a
movimientos sociales que son vilmente marginados y perseguidos. Nada de eso nos
ha servido. ¿Qué nos queda? ¿Qué podríamos hacer que fuera realmente efectivo
contra este sistema capitalista?
Pienso de la forma más lógica
posible y desde esa perspectiva se me ocurre que todos esos esfuerzos
asociativos debiéramos reconducirlos al mismo vehículo del que ese sistema se
sirve: LA EMPRESA.
Utilizar sus mismas armas, sus
mismos mecanismos. Sería, en fin, constituir una empresa que podríamos llamar:
“ESPAÑOLES, SOCIEDAD PLURIPERSONAL” El nombre ya nos indica cuáles serán sus
estatutos. Todo aquello que no vaya dirigido en beneficio del ciudadano será
combatido desde la mayor sociedad empresarial del País. Esta sociedad podría
actuar de paraguas ante los abusos de unos y otros, e incluso podría imponerse
a todos esos que ya hemos analizado y que fueron comprados. Todo dependería de
la aceptación y de la incorporación del mayor número de españoles posible. No
es lo mismo ir de Quijotes sobre un famélico caballo, que ir todos juntos y con
la cabalgadura acorde que impidiera al sistema ir contra nosotros y nuestros
intereses de forma individual.
Esta empresa contaría con el
apoyo de todos los ciudadanos que quisieran, lógicamente, formar parte de ella,
sean de izquierdas, de centro o de derechas. Aquí ya no tendrían cabida las
ideologías partidistas. Es una empresa que sólo estaría obligada al
cumplimiento de sus estatutos. Es constituir la mayor empresa nacional y que
fuera ella la que, por nosotros los individuos, aceptara o no las condiciones
que las otras quisieran imponer. Y constituir su propio banco. Ese sería el
mejor principio…
Hasta los años 50 eran los
Estados los verdaderos soberanos, después se dejaron perder sus soberanías a
favor del mundo empresarial y bancario y de otras estructuras supranacionales
que también eran compradas. Es olvidarnos del concepto de País, Nación o
Estado, que ha quedado manifiesta su inoperancia y su falta de interés por el
ciudadano de a píe. Es convertirnos también en empresarios, con una cuota
bajísima podríamos disponer de millones y millones de euros para combatir en el
mercadeo. Y pagaremos o no el precio que nos quieran exigir por la luz, la
gasolina, el agua, los alimentos, las ropas y calzados, las hipotecas y por
todo aquello con lo que se mercadea. Esas, ahora pequeñitas empresas, se
pondrían las pilas, no tendrían otro remedio. Y el propio Estado no tendría más
remedio que aceptar las condiciones que “ESPAÑOLES, SOCIEDAD PLURIPERSONAL” les
impusiera. Las condiciones que la mayoría de ciudadanos decidiera. Éste sería
el nuevo Estado del siglo XXI.
Todos los ciudadanos que
quisieran se podrían unir a la única empresa mercantil que de verdad les va a
defender y mirar por sus derechos y libertades y también por sus intereses
económicos y laborales.
Ahora sólo somos unos peleles en
manos de los mercados y de políticos que están a su entero servicio. Pues si se
trata de igualar las condiciones de lucha, esta empresa “ESPAÑOLES, SOCIEDAD
PLURIPERSONAL” podría ser el instrumento legal para ello. CON SUS MISMAS ARMAS.
Esa es la idea. Y los beneficios generados para nosotros, los socios
capitalistas de nuestra propia empresa.
No creo, para nada, un disparate
esta idea. Es cuestión de desarrollarla. Lanzada está.
Puede ser la mayor empresa
nacional y estar en manos, exclusivamente, de los españoles y para los
españoles. Nada de entelequias, vayamos a lo práctico y a lo efectivo. Nada de
derechas, ni de izquierdas, ni de centros, ni de conservadores, ni de
progresistas, ni de verdes, ni de ácratas.
La empresa social contra la
empresa mercantil. Y exportar esta realidad al mundo: El ciudadano con las
mismas armas que ahora son utilizadas en una sola dirección y que está
destrozando al ser social y humano.
Que está destrozando nuestro
mundo y convirtiéndolo en un lugar inhabitable e inhumano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario