domingo, 14 de julio de 2013

ESTO YA NO ES SOSTENIBLE

Usted ya sabrá sobre los mensajes de texto telefónico que Rajoy y Bárcenas han mantenido en los últimos años. Esos mensajes son claros y demuestran tantas y tantas cosas, que lo mejor que puede hacer el presidente del Gobierno es presentar su dimisión y convocar elecciones generales lo antes posible. No es una cuestión personal del presidente del gobierno, es la cuestión general de un partido que, día tras día, viene demostrando una clara connivencia con la corrupción de guante blanco, o lo que aún sería peor, que fuera él la corrupción misma.

 

Así, este mafioso partido impopular ya no tiene sentido alguno en el mundo político español. Ha sido descubierto en la mayor trama de corrupción de toda la transición política de España. Una corrupción que a los ciudadanos españoles nos ha costado miles y miles de millones de euros y que son parte de la miseria en la que vivimos.

 

Mientras ellos se llenaban los bolsillos, las haciendas y las cuentas en los paraísos fiscales, nosotros, los tontos y crédulos españolitos comenzábamos a empobrecernos a pasos agigantados. Son precisamente ellos los que una vez en el gobierno nos han infligido los mayores recortes y las mayores subidas de impuestos y de tasas y el mayor precio en los alimentos y en los servicios –privatizados- del agua, la luz y la telefonía. Precisamente ellos, los que han estado chantajeando a esas mismas empresas para que, a cambio de las concesiones, donaran ilegalmente importantes sumas de dinero a sus campañas electorales y a sus propios bolsillos para aumentar lo que ya se les pagaba por su puesto público.

 

Gentuza es lo que han demostrado ser, mala gente para la honorabilidad y la dignidad de cualquier autoridad pública o política.

 

Es en la cúspide del poder donde se les ha descubierto, pero no hemos de olvidar que controlan la mayoría de nuestros ayuntamientos y la mayoría de nuestras comunidades autónomas y no es presumible de ninguna de las formas posible, que en ellos y ellas, su comportamiento haya sido distinto. Múltiples casos, que duermen un excesivo sueño en los juzgados, así lo demuestran. La quiebra económica y financiera de todas esas administraciones también son patentes en el quehacer de todos estos años y por parte de estos disciplinados y aventajados alumnos de las mayores indignidades para con sus ciudadanos, para con su España, del latrocinio sin control ni vergüenza. Obras y obras, necesarias o no, que siempre sobrepasaban los tiempos y, lo que es más importante, todos los presupuestos iniciales de sus proyectos. Fundaciones y empresas semipúblicas, todas inútiles y con sólo la intención de la recolocación de los disciplinados y silentes de sus ilícitas maniobras.

 

Decía uno de esos presidentes de esas comunidades en la ruina, que “dinero per tutti”. Como diciendo aquello de los hermanos Marx, cuando pedían ¡Más madera!, sin darse cuenta de que estaban quedándose sin el tren que les servía para moverse. El cinismo de los cínicos, de los inmorales, de los que se saben a salvo de cuanto pueda acontecer por sus latrocinios, por sus errores ciertos, por su desidia y abandono de todo cuanto es pertenencia de todos los ciudadanos y por tanto, sagrado. A ellos, lo público, lo que es de todos, nunca les importó un rábano. Su único y verdadero interés fue siempre enriquecerse, robar al pueblo y que este pague como siempre, según la filosofía ratera que los guía desde centurias.

 

Se ha alcanzado la cúspide de la mentira, de la indignidad, de la inmoralidad, de la tragedia de un País al que han hundido en la miseria y al que continúan infligiendo todas las culpas de la situación que ellos, sólo ellos, han creado en tantas y tantas décadas. Por que no hemos sido nosotros los que hemos estado viviendo por encima de nuestras posibilidades, sino ellos.

 

La estafa tiene que haber llegado a su final. El pueblo ya no ha de permitir más castigo por parte de los verdaderos culpables de que este País se halle en la pobreza, en la desesperación, en su propia desintegración como Nación. El pueblo ha de romper con todos los miedos que ellos nos han impuesto y exigir lo que sólo a él corresponde: La Justicia, La Libertad, La Igualdad.

 

Para ello, exigir la pacífica disolución de las Cámaras y la convocatoria de nuevas elecciones generales. Hoy mejor que mañana. Que sepan que están jugando con fuego, con un fuego que han prendido ellos mismos y que no vamos a permitir por un momento más.

 

El Pueblo ha de ser consciente de lo que está en juego en estos momentos. El Pueblo ha de saber que una nueva transición es necesaria, que este modelo ha fracasado como tal y que es necesario un profundo cambio de nuestras Instituciones y que aquellas que no se ajusten a la dignidad del pueblo español y a sus intereses como pueblo, tendrán que ser eliminadas, desde la más alta a la más baja, todas. Es el momento de que aquello que fue destruido por la fuerza de las armas sea devuelto a la voluntad popular.

 

El nacimiento de la III República se hace del todo necesario. Una República que devuelva la dignidad y el orgullo de ser español y no súbdito, ni preso, de la malévola oligarquía de un País bajo la opresión de viejas y falsas sotanas y de coronas impuestas por el golpista dictador y fascista. Este País español tiene una ocasión de luchar contra la desfachatez, en mayúsculas, de una casta secular que nos ha mantenido bajo el yugo de la esclavitud, del miedo, de las mentiras y del chantaje de las armas que ha utilizado para dividirnos y matarnos. Hemos de alcanzar la madurez de un pueblo que quiere vivir en paz y sin la mentira continuada que tergiversa la realidad social y económica de nuestro pueblo. El poder del Estado no es suyo, es sólo nuestro.

 

Y la izquierda, toda la izquierda de España, que es la gran mayoría del sentir nacional, ha de tomar conciencia también de que su unión es fundamental, que por encima de los intereses partidistas están los intereses de los españoles. Esa izquierda ha de saber encontrar ese punto de encuentro que nos devuelva la dignidad perdida y nos de la esperanza de un futuro que hoy tenemos perdido.

 


Esa es la gran responsabilidad de los hombres y mujeres de la izquierda progresista, su unión. De esa fortaleza nacerán las fuerzas que hoy tenemos perdidas. No me cabe duda alguna. Y esa es mi última esperanza porque, si de esta desastrosa situación no salimos airosos y fuertes, podemos ir apagando los interruptores de la luz y la noche será larga y oscura…

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