“La existencia de Dios es básicamente irrelevante.
La manera como definimos a Dios: eterno e infinito, es una hipótesis vacía. No
se puede comprobar” (Dtor. Persinger, neurocientífico cognitivo de la Universidad de
Ontario)
En 1952, el físico alemán, Schumann, constató que la Tierra está rodeada de un campo electromagnético que
se forma entre el suelo y la parte inferior de la ionosfera, a unos 100 km.,
sobre nuestras cabezas. En esa época dicho campo tenía una resonancia de 7,83
hertzios o pulsaciones por segundo. A esto se le conoce como “Resonancia Schumann” y es la
responsable del equilibrio de la biosfera, la temperatura y las condiciones
mundiales del clima, así como también
influencia directa a través del hipotálamo a todos los mamíferos, seres
humanos, delfines y ballenas.
Estas resonancias han ido en
aumento progresivo desde los 90, llegando hasta los 11 hertzios en 2003 y a
picos de los 15 y 18 hertzios en siguientes años. Esto conlleva grandes cambios
electromagnéticos en el equilibrio planetario, en nuestras células, en nuestro
sistema nervioso central y hasta en nuestro propio ADN.
El Dtor., Persinger afirma
la existencia de una fuerte correlación entre el campo magnético de la tierra y
el cerebro humano hasta el punto de que el campo magnético de nuestro planeta
está en constante conexión con nuestros propios cerebros influyendo, incluso,
en nuestros pensamientos, emociones y comportamientos. Afirma, además, que la
frecuencia del campo magnético y el componente eléctrico de la Tierra es de 7
hertzios, idéntica a la del cerebro humano.
Según la física cuántica
esto es recíproco ya que nuestras emociones y pensamientos pueden sanar o
enfermar a la tierra.
Nikola Tesla dijo: “El día
que la ciencia comience a estudiar los fenómenos no físicos, hará más progreso
en una década que en los últimos siglos de su existencia”
Así, podemos afirmar
empíricamente que la Tierra y cuanto contiene forman un TODO. Es un gran cuerpo con infinidad de miembros vivientes (Mundo
animal y vegetal) y no vivientes (Mundo mineral y el éter) Ese organismo, ese TODO ha de funcionar de la manera más
correcta porque, de no hacerlo, se resentiría. Eso es de cajón.
Pero lo dramático de esta
configuración es la existencia de un miembro producto de la excelencia creadora
y, que siendo poderoso, ha manipulado y
tergiversado el orden de ese organismo y, lógicamente, el suyo propio.
…”Esto es lo que sabemos:
la tierra no pertenece al hombre: todas las cosas están relacionadas como la
sangre que une una familia. Hay una unión en todo.
Lo que ocurra con la
tierra recaerá sobre los hijos de la tierra. El hombre no tejió el tejido de la
vida; él es simplemente uno de sus hilos. Todo lo que hiciere al tejido, lo
hará a sí mismo.
Incluso el hombre blanco,
cuyo Dios camina y habla como él, de amigo a amigo, no puede estar exento del
destino común. Es posible que seamos hermanos, a pesar de todo. Veremos. De una
cosa estamos seguros que el hombre blanco llegará a descubrir algún día:
nuestro Dios es el mismo Dios. Ustedes podrán pensar que lo poseen, como desean
poseer nuestra tierra; pero no es posible, Él es el Dios del hombre, y su
compasión es igual para el hombre piel roja como para el hombre piel blanca.”… (Carta del Jefe
Seattle al presidente de los Estados Unidos 1855)
http://ciudadseva.com/texto/carta-del-jefe-seattle-al-presidente-de-los-estados-unidos/
Bien, llegados a este punto,
coincidiremos en que tantos miles de años de civilización no han servido para
nada. No hemos entendido absolutamente nada. Nuestros avances no han ido en la
dirección adecuada, todos ellos han sido a costa de otros y demasiada la
destrucción que hemos dejado tras nuestro paso. Tanta, que hasta hemos alterado
los pulsos de este Planeta y su conexión con cuanto alberga en su interior. El
entramado de nuestros hilos ha sido destructivo y desolador para la totalidad
del conjunto e incluso para nuestros semejantes, vean, por ejemplo, al pueblo
sirio y pregúntenles, o dense una vuelta por África, o por esta desnortada
Europa o por los EE.UU., o por Oriente. ¡Un desastre!
Como decía el jefe Seattle: …”Trata a
su madre, a la tierra, a su hermano y al cielo como cosas que puedan ser
compradas, saqueadas, vendidas como carneros o adornos coloridos. Su apetito
devorará la tierra, dejando atrás solamente un desierto…”
El que siembra vientos
cosecha tempestades. Así está escrito, así será.
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