martes, 11 de octubre de 2011

EL HIJO PRÓDIGO

El presidente del B. Central Europeo, Trichet, ha reclamado una actuación rápida y coordinada de los países de la UE para recapitalizar la banca y ha apoyado utilizar el fondo de rescate de 440.000 millones de euros.

La reunión prevista para el 17 y 18 de este mes de los líderes europeos ha sido aplazada para la semana siguiente y esto ha puesto nervioso al sistema económico.

Desde que comenzara esta bacanal financiera, Europa lleva gastados 4,6 billones de euros en reflotar a los bancos, (España 334.000 millones) Pero el sistema financiero y bancario necesita más dinero. Aún no es suficiente, quieren más “recapitalizaciones”.

El resto de este mercado bancario, como si pudiéramos desligarlo, está ansioso por recibir una confirmación más a sus exigencias monetarias.

Han sido innumerables (y las que quedan) las reuniones que han mantenido nuestros dirigentes políticos (que buen pastón nos cuestan también) para no haber sido capaces de arreglar este problema. Demuestran su incompetencia.

Realizaron tres pruebas de stress a los bancos europeos. En las tres, éstos engañaron.

Han tratado a este sistema económico como si fuera el hijo pródigo y lógicamente, tan mimado él y, libre de toda culpa, no alcanza a satisfacer su avaricia, QUIERE MÁS.

Y, por ello, cada minuto que pasa está más cerca la quiebra de todos. ¡DE TODOS!



Nunca entendí esa parábola del hijo pródigo. Ya saben, un rico hacendado de la época, reparte, a instancia de uno de ellos, el menor, su herencia entre sus dos hijos. Éste opta por llevarse lo suyo y hacer mundo, ese era su objetivo. El otro opta por quedarse junto a su padre y hacienda y seguir trabajando. El primero, al cabo del tiempo, vuelve arruinado y cabizbajo a pedir refugio. El padre lo acoge con todo su cariño y amor. El hijo que había dado por muerto, volvía a la vida. Me imagino la cara que pondría el otro hijo, ante semejante desfachatez.


El caso es que parecía que la hacienda no estuviera en riesgo y se puede entender tanta generosidad. Pero en el caso en que nos ocupa es bien distinto. La banca es como el hijo pródigo al que se le han dado todos los fondos y después de hacer mundo, vuelven arruinados y cabizbajos a pedir más dinero. Ningún padre de la patria le puso condiciones, ni le reguló, ni controló lo que hacía con el dinero. Y gastó y gastó, lo que era suyo y lo que no. Y aquí está la sangrante cuestión: gastó lo que no era suyo. Y ahora llevan más de tres años tomando lo que tampoco es suyo. El padre le ha estado dando, con el fin de que no muriera, sin darse cuenta que otros están muriendo por él y que cada vez son más los que mueren por él. El padre ni le ha preguntado dónde está tan ingente cantidad, ni tampoco qué hizo con tanto dinero. Ni tan siquiera si ha guardado algo en algún paraíso. Ni cuántos palacios se construyó y cuánta gente dejó morir. Ni si le era tan necesario tanto oropel y opulencia para vivir. El padre ha sido absorbido por el hijo. ¡Es tan encantador! Y mantiene esas formas y esa exquisita educación y esa bondadosa mirada que derrite al más pintao. El padre hace tiempo que fue superado por este hijo de fácil palabra y de amplio mundo. ¿Atisba el padre cuál va a ser el final de su hacienda?

El otro es más rudo, menos refinado. Nunca salió de la hacienda. Está todo el día trabajando y ocupado en no malgastar y sacando a su familia adelante. Incluso ayuda a los demás sin preguntarles cuándo y cómo les van a devolver sus favores. Todos los de la hacienda le quieren, todos le respetan, menos su padre. Su padre sólo tiene ojos para el pródigo y no ha sido ni es consciente de que, éste, está acabando con su hacienda, la que tanto le costó levantar durante todos los días de su vida y la de los padres de sus padres. No tiene ojos para ver y sacrifica al mejor de sus corderos y hace una fiesta para celebrar su retorno. Aunque la realidad indique la inmediata tragedia.

Luego están los jornaleros de la hacienda. Trabajando en las más miserables condiciones por un trozo de pan. Los que han soportado, siempre, las miserias y las más grandes carencias cuando las cosechas no fueron buenas y, cuando lo eran, otros se llevaban los beneficios de su abnegado y obligado trabajo. Hoy están siendo despojados de sus viviendas y de los derechos que consiguieron por la sangre derramada de otros como ellos. A sus hijos, que también los tienen, les auguran futuros sombríos y eso si llegan a tenerlos. Sus dientes rechinan por la rabia contenida. Y no hay cántaro lo suficientemente grande para contenerla. Se llenará y cuando se llene volverán los campos a teñirse de rojo. Esto es lo que el padre, los padres de la patria están haciendo, darle acogida, amparo y sustento a ese hijo vividor, malversador, codicioso y pródigo.

Pero el hombre es feliz, el hijo que se fue volvió a su lado, tras tanta ceguera. Y los jornaleros les seguirán votando…


El 15 de octubre los jornaleros del mundo estamos convocados. Juntos podemos intentar acabar con tanto hijo de su padre y madre. Y mientras usted piensa si es jornalero o pródigo, allí estaré yo como un jornalero más, como una voz más en contra de tanto pródigo suelto que se cree el dueño de esta hacienda.

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