viernes, 23 de marzo de 2012

EL CONSEJO DE LOS HOMBRES LIBRES

Las estructuras democráticas que nos dimos hace treinta años no nos sirven. Los partidos políticos, por lo menos aquellos con posibilidades de gobierno, han demostrado su servilismo al capital, bien al propiamente financiero como al empresarial. Están supeditados a las recomendaciones de esos grupos que, teniendo  grandísimo poder, lo ejercen a través de todos los medios a su alcance y que son muchos. Algunos de esos medios son los que nos inundan de noticias escritas, habladas o televisadas. Algunos, o prácticamente todos, son los que se encuentran sojuzgados a los intereses bancarios o empresariales. Son éstos quienes pagan y el que paga manda. Aquella libertad de prensa, aquel periodista objetivo e implacable con la verdad, desaparecieron bajo la tutela de aquel que contrata o despide. El capitalismo todo lo puede comprar y, si es de su interés, lo compra. Poco importa el o los receptores. ¡Es tan fácil engañarles!

En este sentido, y gracias a la Internet, hoy somos muchos los que disponemos de herramientas para comunicarnos con los demás y les intentamos transmitir otros puntos de vista, otras opiniones diferentes. Este medio es buena prueba de ello. Somos pequeños y es nuestra voluntad y nuestro esfuerzo lo que nos mueve. Cada uno desde su casa, desde ese cuarto donde, con música de fondo la más de las veces, intentamos compartir nuestros pensamientos e ideas. Sólo nos mueve acercarnos a la verdad de las cosas y a la solución de los problemas. Desde la soledad de esos cuartos que nos acerca, primero, a la reflexión pausada con nosotros mismos y, segundo, a compartir con vosotros nuestros pensamientos más honestos.

El primer párrafo constata lo fácil que es para ese capital hacerse con el control de aquello que le interesa. Hoy, tras esos treinta años, tenemos un país hundido en lo económico, en lo político y en lo social. Nuestra implicación social ha de ser mayor en todas las estructuras políticas y económicas. Y pensaba yo que sería bueno poner todas las trabas posibles para que esto no ocurriera con la facilidad con la que lo ha hecho y lo hace. Pienso en las estructuras democráticas como por ejemplo, un Ayuntamiento. Con los dedos de una mano podríamos contar los Aytos., de este país que no están en la bancarrota más absoluta. Son la primera estructura democrática.

Elegimos a nuestros representantes políticos y éstos obtienen el mandato y la soberanía para la mejor gestión de nuestras tasas e impuestos. Como todos están en bancarrota deduciremos que no han sabido gestionar nuestros dineros. Han gastado mal o peor. La gestión no ha respondido a los intereses ciudadanos, sino más bien a otros intereses que todos conocemos. Tenían toda la legitimidad y la soberanía para hacerlo, se le dio. Pero, ¿Es suficiente la garantía que nos hacen en las campañas electorales? No. Pueden mentir, de hecho es lo que hacen, nos mienten y no tienen castigo por ello. Esto me hace pensar en que hay que asegurar la garantía. Se me ocurre lo siguiente:

Constituir un CONSEJO DE LOS HOMBRES LIBRES. Al igual que se eligen para presidentes de mesa o vocales en las elecciones, eligir junto a las elecciones a ese comité de hombres libres. Su renovación sería anual. Su número podría estar en función de la población y nunca mayor de 12. Habría que dotarles de una ley que desarrollara sus funciones y responsabilidades, sin perder el objetivo. En esencia, serían los responsables de la gestión económica y de las grandes decisiones. Hasta no hace mucho, existía el servicio militar obligatorio y gratuito. El Estado nos exigía nuestra participación para la defensa de nuestro País. ¿Por qué no hacerlo ahora para la defensa económica, social y política?

Los políticos harían el presupuesto anual y ellos serían los que aprobarían o no dichos presupuestos, oídos todos los grupos políticos. Y la vigilancia de su ejecución y el cumplimiento de los tiempos. Otra de sus funciones podría ser la de fiscalizar a las empresas concesionarias de servicios, al ser estas las destinatarias de las grandes sumas de nuestros dineros. Su mayoría estaría en 9 de los 12. Este Consejo no tendría remuneración por su trabajo. Si tendría el poder sobre los presupuestos que elaborara el partido gobernante, partida por partida, asiento por asiento. Ellos aprueban o no. Y todo en Román paladino, para que todo el mundo lo pueda entender.

La esencia de este planteamiento estaría en: - Personas elegidas aleatoriamente y al margen de los intereses políticos. – Personas sin trayectoria ni curriculum político.- Personas del pueblo y anónimos representantes de los vecinos.- Personas llamadas a servir a la colectividad sin más ánimo que cumplir con el trabajo encomendado.- Personas de la calle que conocen cuáles son las verdaderas necesidades de los vecinos.- Personas de la calle que poseen más sentido común y más conocimiento de cómo hacer mejor las cosas.

Al ser tantos y, por tan poco período de tiempo, estos representantes sería muy difícil su compra, su intoxicación o chantaje por parte de esos otros poderes que siempre acechan en la sombra y siempre con intenciones negativas para la ciudadanía.

Serían varias legiones de vigilantes anónimos en todos los estamentos de la Administración del Estado, de las Comunidades Autónomas y Ayuntamientos. Legiones de ciudadanos implicados en lo público, sin mayor interés que el de hacer las cosas lo mejor posible hacia el ciudadano, que es a quién realmente presta su servicio. Demasiada gente para negociar con ellos.

Romper con la estructura actual donde, mediante un voto, damos todo el poder y soberanía y nos olvidamos durante los cuatro años siguientes. No hay más herramienta en esta forma de la gestión pública. Reinventemos.

Reinventar el Ágora griego y llevarlo al centro de las decisiones políticas y económicas que nos implican y salpican a todos los ciudadanos.

Es una aportación.

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