miércoles, 16 de mayo de 2012

¿Y DÓNDE ESTÁ DIOS?


Epicuro de Samos se preguntaba allá por el año 200 antes de Cristo,

-         ¿Está dispuesto Dios a prevenir la maldad, pero no puede?
-         Entonces no es omnipotente.
-         ¿Puede hacerlo, pero no está dispuesto?
-         Entonces es malévolo.
-         ¿Es capaz y además está dispuesto?
-         Entonces, ¿de donde viene la maldad?
-         ¿No es capaz ni tampoco está dispuesto?
-         Entonces ¿Por qué llamarlo Dios?

Quizás Epicuro tuviera razón y más parece que no exista tal cosa más allá de nuestra necesidad de consolarnos. Que a todos nos han contado unos cuentos que a base de palos y sangre hemos tomado por ciertos. Y que jamás nos contaron la verdad de nuestra existencia ni de a quiénes les debemos nuestro aliento…

La gente es buena por naturaleza, lo decía Rousseau y también apuntaba que “el hombre nace libre, pero en todos lados está encadenado” ¿Qué diría, si pudiera vernos,  de la sociedad actual? Rousseau escribió, entre otras muchas obras, “El Contrato Social” donde exponía que “Cada uno de nosotros pone en común su persona y todo su poder bajo la suprema dirección de la voluntad general; y cada miembro es considerado como parte indivisible del todo” ¡Lo que ha llovido desde entonces! Y, en qué han quedado tan bellas y sabias palabras. Ahí están la gran mayoría de los políticos de este mundo, haciendo sus negocios a costa del individuo separado del todo.

Algunos hombres tienen una facilidad pasmosa para cambiar las cosas, los mandatos y las necesidades de los demás y ni saben ni quieren saber nada de “El Contrato Social”. Algunos hombres tienen una facilidad genial para hacer ver que lo blanco no es blanco. Algunos hombres se han servido del conocimiento y confianza adquirida para tergiversar y enmarañar cualquier proceso y quedarse con los cuartos de los demás. Otros te mandan al frente de batalla para que te maten o mates y todo por la patria; ellos nunca van. Tampoco los busques cuando la penuria llega, tampoco están. Este es el sistema y si protestas, ante tanta tomadura de pelo, te llaman antisistema, como si eso fuera malo, y te encarcelan.

Aunque parezca contradictorio, esos hombres caínitas nacieron también buenos. ¿Entonces? ¿Quién fue antes, la gallina o el huevo? ¿O es que existe libertad para elegir? Debe ser esto, hay quien elige convertirse en demonio y quien es incapaz de hacer daño al otro y no necesariamente ha de ser físico, puede ser moral, ético y económico. Alguien enseña a alguien las tretas y los atajos para el apoderamiento de lo que no le corresponde, de lo que no es estrictamente suyo. Alguien enseña pronto al retoño a privatizar los beneficios y socializar las pérdidas. Viene de antiguo y persisten y perduran. Modifican las leyes, las amplían  a lo indecible (acuérdese que empezamos sólo con diez mandamientos) y encima te dicen que “el desconocimiento de la Ley no exime su cumplimiento” y se quedan tan panchos. Luego se dedican a su conocimiento y estudio y buscan los tres píes al gato para dispensar a otros o a sí mismos y para sacar el máximo provecho de esas ¿Leyes?

Pero, y Dios, ¿Dónde está? ¿Qué culpa tienen los otros, los abeles, la humanidad entera? Con lo fácil que sería si el castigo fuera inmediato, cuántos se guardarían de joder al prójimo. Pero no. Nos cuentan que el castigo es para cuando te mueras. ¡Mangas verdes! El caso es que en esta vida estamos totalmente a expensas de lo que los caínitas y demonios quieran. Dios nunca nos amparó, ni siquiera nos dio el cobijo que tanto y tanto se le ha pedido, implorado, en tantos y tantos siglos.

Quizás por ello, los banqueros, financieros y grandes corporativistas sean los más avezados en esta carrera hacia el mal del ajeno. Ellos sí que tienen claro de quién es Dios y le sirven y le rinden verdadera adoración. A ellos nadie les ataca, nadie osa meterse en sus asuntos, tanto es su poder. Y así está la cosa como está, a punto de dar un reventón y nos culparan a las gentes por ir a sacar lo que es nuestro…

…Encima habrá que pedirles perdón por nuestra osadía. Además habría que preguntarse, ¿En qué ha quedado aquello de la suprema dirección de la voluntad general?

- Reducido a otro tipo de mercaderes disfrazados de políticos.



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